Anhelo de mi alma
Cuando me vaya de este mundo
ansío ser tu ángel de la guarda,
porque te amo desde que naciste
y deseo cuidar de ti, mi pequeña.
Quiero ser la luz que te ilumine,
la sombra inseparable de tus pasos,
asistente de tus lecturas y afanes
infantil, adolescente y juvenil.
Asomarme al transitar de tu existencia
en el día a día de luces y penumbras,
vigilándote en los obstáculos y riesgos
que no faltan en el mundo cruel.
Deseo seguirte amando, Luna preciosa,
hasta que mi Dios me lo permita
cuando racional y formada física
e intelectualmente vivas tu vida.
Bajo un cielo transparente, límpido,
poblado de mucha fe y esperanza
poder ser paraguas en días de lluvia,
mano férrea en tus pasos indecisos
y médico de tu alma pura y simple,
complacido al no separarme de ti,
observar todo el espacio circundante
y bendecir los momentos nuestros.
Confidente sereno y callado de tus actos
a la luz diamantina de tu bello hogar,
guía en el cotidiano discurrir por el orbe
en compañía grata e inseparable, ambos.
Papel y lápiz en sinnúmero de aprendizajes
en el hogar, escuela, colegio y universidad
y, si fuese el caso, borrador de decisiones
imprevistas en el calendario de las horas.
La vida es tan menguada, amada nietecita,
cuesta sortear los problemas existenciales
tejer y testimoniar en tiempo y distancia
nuestro cariño, sin barreras que nos separen.
A lo lejos semejaré ser una estrella solitaria,
colgada en el espacio sideral, cercana a ti,
Lunita, a fin de dibujar el máximo sentimiento
de amor y profunda fe a tu existencia terrenal.