Ahora. Tarija, viernes 17 de abril de 1992
Nuestra ciudad., el Valle Central y el turismo
Tarija y el Valle Central son una ciudad y una región privilegiadas por la naturaleza, a pesar de sus limitaciones y de su progresiva erosión. Su situación geográfica se manifiesta en un equilibrio climático desapegado de las aristas antónimas y por ello su ambiente natural se caracteriza como uno de los pocos lugares en que la “sensación térmica" no llega a los márgenes extremos. Quizás algún “surazo", de vez en cuando y por algunos días, impone mayor abrigo. Es que, también en alguna ocasión, debemos sentir en carne propia los ramalazos climatéricos a los que se ha acostumbrado y deben aguantar por tiempos largos los que moran en los llanos y en las alturas.
Esta condición geográfica es suficiente para que pensemos y sintamos que no la podemos desaprovechar, como un arma eficaz y fundamental, para mejorar nuestra condición de vida a pesar de las erosionadas tierras que nos circundan, sin pensar demasiado y vanidosamente en grandes proyectos de desarrollo utilitario que las más de las veces han sido un pozo de airón en el que se sumergieron, nuestros escasos recursos y esperanzas.
Junto a ello, debemos recordar que desde el tiempo de Colonia la gravitación obvia y lógica de un pueblo olvidado que no podía trepar por la abrupta cordillera porque nadie le ayudaba, tuvo que discurrir forzadamente en el descenso hacia la cuenca del Plata para entrever mejores horizontes.
Estamos obligados a damos cuenta de todo lo que ello significó en el proceso relacional de pueblos que no estaban atados a los límites y meridianos políticos artificialmente concebidos. El volumen insospechado de esta vinculación se expresó en los lazos familiares y, a través de ellos, en el folklore de una ancha región sin mapas divisionales que conjuncionó la copla bullente y anónima del chapaco tarijeño con el “Martin Fierro" de José Hernández y el calor nativo e intimista de Atahualpa Yupanqui.
Así, desde la Colonia y los primeros tiempos de la República, familias, campesinos, obreros y estudiantes tarijeños fueron trasladándose eventualmente a la Argentina en busca de mejores oportunidades. Muchos de ellos no volvieron y se radicaron en ese país. No existen ni siquiera estimaciones oficiales acerca de cantidad de tarijeños que así lo hicieron y de sus descendientes que formaron sus familias especialmente en el norte argentino. Sin embargo, es obvio el hecho de que toda familia tarijeña está ligada por parentesco con los ahora ciudadanos argentinos que desean conocer la tierra y la patria de sus mayores y que, si alguna vez lo intentaron, se llevaron un pésimo recuerdo de las dificultades que tuvieron que sortear en ese deshilachado y precario camino que une a Bermejo con Tarija. A pesar de todo ello, muchos de ellos retornan periódicamente para estar en las fiestas grandes de la tradición tarijeña o para acercarse a la venerada imagen de Chaguaya.
Lo que hemos bosquejado líneas arriba, desordenadamente, ¿no podría ser considerado por los planificadores de nuestro desarrollo como una potencial y efectiva posibilidad de ser tomada en cuenta para promover la industria turística que beneficie al Valle Central y a la ciudad de Tarija? arribarían con el propósito de reverdecer los viejos y entrañables lazos espirituales y familiares o también procurando un escape temporal del elevado condicionamiento térmico de las provincias del norte argentino?.
Para ellos no somos un valle, una ciudad y hombres extraños. Somos parte de su vida, de su familia, de su historia, de sus sueños y sus recuerdos. Además, el privilegio de nuestro clima y paisaje, singularmente contrastados con los quemantes y monótonos horizontes de la pampa, serian el seguro acicate para la afluencia de turistas de la hermana nación Argentina, con las
faltriqueras bien provistas.
La alternativa real y presente de la ruta asfaltada Argentina que llega hasta el puente internacional de Bermejo y el camino pavimentado hasta Tarija permitirán, en pocas horas, esa futura afluencia masiva y constante y, paralelamente, la explotación y salida de la producción de las feraces tierras del triángulo de Bermejo.
Hagamos que todo ello se haga realidad dando la debida prioridad a la construcción del camino pavimentado a Bermejo.