OCTAVIO CAMPERO ECHAZÚ
Murióse el árbol un día
hachado por el destino
mas, nunca, su voz umbría
dejó de ser rezo y trino.
San Juan del Oro, remanso;
amancaya, violín, vino;
sauce rendido al descanso
cantando por el camino.
Yermo inmensamente mudo
es el de un pueblo que olvida
el acento nuestro, nudo
que en los árboles anida.
Caminante al que yo acudo:
¿Sabes dónde está la vida?