Del libro: “LA TIERRA EN UNO” de Marcelo Arduz Ruiz
Prólogo
"Ten siempre a ítaca en tu mente:
... ¡Llegar allí es tu destino!.
Más no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla
enriquecido en cuanto
ganaste en el camino".
(DEL POEMA "ÍTACA" DE KAVAFIS)
Como ciudadano español, originario de Andalucía y particularmente Sevilla, pude apreciar que en los valles del sur a la ciudad de Tarija se la conoce, no por nada, como "la perla andaluz de Bolivia". Tal vez por esto, al visitarla, me sentí identificado con los paisajes que contemplaba, la gente que conocía y, por supuesto, con el Guadalquivir, ese río que tanto para andaluces como tarijeños, más que un accidente geográfico es seña de nuestra identidad.
Al otro lado del océano, por la riqueza que nos ha legado este río, representa la esencia de nuestro ser, pues fenicios, griegos, romanos, cartagineses, árabes y visigodos llegaron a establecerse en sus riberas, que también fueron las puertas de entrada y de salida hacia América.
En particular, durante más de tres siglos Sevilla centralizó el comercio y los viajes hacia el Nuevo Mundo, por eso esta tierra guarda todos esos vínculos fundamentales con América Latina y, en especial, con Bolivia y Tarija.
Como amante de la buena literatura, para mí siempre es grato leer, valorar y rendirme ante la belleza del mundo poético. Para aquellos que ven una eterna disputa entre la poesía de la experiencia y la poesía del sentimiento, yo pienso que estos versos consiguen una amalgama perfecta, con particular énfasis de inocencia y profundidad.
En los versos del uno y el "otro" Guadalquivir el poeta cuenta el tránsito de seres humanos y culturas que van y vienen, pero el río permanece tanto en Tarija como en Andalucía, y todo el tiempo sigue pregonando la permanencia de la madre Tierra y al mismo tiempo la fugacidad de los pasos del ser humano.
Si como lector, uno cree ver y descubrir ciertas afinidades con poetas de otras latitudes, yo no puedo dejar de mencionar que en ámbitos del Mediterráneo y los viajes, algunos de sus poemas me recuerdan al poeta griego Cavafis, por la conexión con la mitología, la leyenda y la historia, y ante todo, la búsqueda de lo que somos en esos viajes internos y externos, que al final nos conducen a nuestra ítaca interior.
Por la conexión que logra establecer a través del río Guadalquivir, es que el poeta en su tránsito por los paisajes y parajes de Tarija alcanza altas cimas poéticas aquí, lo mismo en Bolivia que en España y Europa...
En definitiva, creo que a través de Tarija, la poesía y el río Guadalquivir, el poeta ha sabido desentrañar la esencia de la poesía, al expresar nuestras dudas, emociones y sentimientos; al preguntarse quienes somos y hacia dónde vamos; y al final como seres falibles, Indagar para qué nos hallamos en este transitar por el mundo.
Considero que Marcelo Arduz Ruiz plantea una belleza estupenda, fantástica y personal, y ha logrado escribir poesía en letras mayúsculas, por esto mismo estoy seguro que estos poemas conservan hoy mismo la vitalidad que tenían hace más de una treintena de años, cuando por primera vez se difundieron en España...
ENRIQUE OJEDA VILA (*)
La Paz, noviembre 2017
(*) Ex Director General de la Casa de América, ex embajador de España en Bolivia. El Salvador y actual Embajador en Chile
GUADALQUIVIR
A la sombra de los umbrosos cielos
descansa la ciudad, y a un lado
vislumbra, fluido, traslúcido el río
que discurre sus derramadas aguas
cual luz entre hierbas, matas y juncos.
Su torrente cristalino nace y renace,
en las playas se extiende en éxtasis
y en cada recodo detiene su claro azul,
con lentísima ansiedad, junto a los sauces.
A lo largo pasa, buscando en la extensión
su armonía, y se angosta y se disuelve
entre los claroscuros de la lejanía.
En vagos rumores silenciosa vuela la calma.
El sol volantín es sostenido por un hilo,
atado entre los frescos tallos de las flores.
Junto a la sombra del río en los cielos,
el vuelo de los pájaros traza arabescos.
Bajo el agua -secreta mansa luz- vivaces peces
nadan (el aletear de pájaros se apaga).
Con gozosa alegría el estío se sumerge
y la inquietud del sol, de pronto libre, vibra
sobre las tendidas aguas y deja sus destellos
a merced de la fresca brisa matinal.
Transparente y diáfano su cauce va
cantando por los bellos parajes del día,
y desde la orilla su peregrino murmullar
persigue aromados rumores de verbenas.
Y sobre líquidas y líquidas ondas
gozosamente conduce la ciudad:
...y el crepúsculo de sus tejados
...y de sus torres,
...y un florido azahar
...y notas de mil violines
...y mariposas arrancadas de la luz
...y tañidos de campanas de cristal
...y cigarras cambiantes de oro y música
...y durazneros de rosada resurrección
...y follajes sonoros de alondras!
...Y en ondas
y ondas,
las ondulaciones lánguidas
de los cielos al atardecer!