Del libro de Jesús Miguel Molina Gareca
Instantáneas, noticias y relatos Históricos de Tarija



Se publica un relato que muestra cómo la Santa Inquisición trabajó en la Colonia extendiendo su largo brazo hasta la remota Villa de San Bernardo de la Frontera
El comerciante Gauna, de alguna popularidad en este solar a fines del siglo XVI fue un hombre para su tiempo, pues ademas de comerciante, fue soldado, políglota, benefactor, maestro, autoridad, etc.
Como hacían aquellos otros comerciantes que desde Tucumán recorrían los caminos para llegar a Potosí, Charcas o Lima "viraban" su trayectoria e ingresaban por curiosidad o por interés comercial a Tarija, conocedores de su proceso expansivo al Chaco y a Chiquitos.
Por los viejos papeles compulsados, podemos establecer el año de su ingreso a Tarija en 1584, mas no la fecha precisa. Por la relación de servicios que prestó previo a su juzgamiento en Lima, sabemos que intervino en su condición de mercader y luego enrolado como un "tercio” -de los "tercios de Tarija"- en dos expediciones punitivas contra los indígenas chaqueños sublevados a la corona y que hicieron patente ese descontento con la toma de las misiones y estancias de los "chacareros tarijeños” en los valles previos a la "cordillera de los chiriguanos” y en los "llanos de Manso riberas arriba del Pilcomayo".
Comerciante como era, ayudó mucho para alcanzar negociaciones de paz con los sublevados, pues conocía la lengua de los mismos ya que había comerciado con los guaraníes del Paraguay quienes tenían la misma lengua madre que los del Chaco tarijeño.
También, y según la misma relación de servicios, fue un distinguido soldado en la segunda intervención, pues debido a su intervención logró salvar más de 6 "tercios tarijeños” que estaban cercados, a punto de ser flechados por los indígenas.
Reconocido por la sociedad y por las nacientes instituciones tarijeñas sentó plaza de mercader "pleno" en Tarija. No mal parecido, alto, ojos vivaces. Prudente y silencioso. Es un poco el retrato que se puede observar de nuestro personaje, retrato que todavía vimos el año 1991 en Lima.
Ubicado sobre la antigua calle que vendría a llamarse La Matriz estaba su almacén, proveedor de los Jesuítas que venían en Misión desde Córdova, desde Potosí, desde La Plata; benefactor de los Dominicos y según el testimonio anotado en los "anales" de la Congregación de San Juan De Dios, "en más de una oportunidad apoyó con recursos y moneda a los hermanos".
Para mejor comprensión de estas noticias debemos anotar que de la plaza central y yendo dos solares contiguos al rio habitaban los descendientes de uno de los fundadores de la villa, Don Hernando…, en esos tiempos, caído en desgracia producto de magros y desastrados procesos judiciales. Entre los descendiente: de Don Hernando contaba una moza de 18 años llamada... (ah! Mejor dejar el nombre en el secreto) Moza ingeniosa, altiva, de profundos ojos negros, esbelto busto y andar galano. Frisaba los 18 años y sentía en sus carnes y en su corazón emociones que no podía explicar cada vez que veía -los domingos a las 10- en el arco de ingreso de la capilla San Juan, a Gauna.
Éste por su lado mostraba igual interés en la doncella, por lo mismo justificaba con cualquier pretexto sus continuas visitas a la casa de Don Hernando. Entonces la villa de San Bernardo apenas estiraba sus brazos y piernas pocas calles alrededor de su plaza central.
Dos acequias profundas atravesaban la villa y la dividían en tres partes; al este emergían unas casas que comenzaron a llamarse "de la ermita”, al oeste el resto de la población. La acequia más caudalosa bajaba directamente desde la peña donde estaba erigida la Capilla de San Juan, desde un primer momento se apropiaron de sus caudales los padres Agustinos quienes cobraban derecho de uso de esas aguas cuando estas salían del tejido urbano de la villa y se extendían por las chacras al sur.
Los Padres Predicadores, hicieron trabajos de canalización desde el río para llevar agua por un acueducto trabajado en piedra por ellos mismos hasta un Molino que levantaron al norte de la villa; luego esa corriente se desviaba a la misma acequia que la naturaleza había creado muchísimos años antes que llegaran los fundadores de Tarija, proporcionando agua a los pobladores en caudal que sólo en tiempo de invierno era insuficiente para la creciente población tarijeña.
Por mal avenencias entre los primeros fundadores y su "generosa" munificencia con las órdenes religiosas, el poblado tenía permanentes conflictos por el uso de las aguas. Las dos arterías más importantes que abastecían a la villa eran propiedad y administradas por religiosos y aquél que no quisiera hacer uso de éstas y pagar por ello tenía la posibilidad de acarrearse agua desde el río, un sacrificio añadido a los existentes ya por aquellos años en la villa.
De todo esto se concluía que tener el "privilegio” del agua (de acequia) cerca de la vivienda exigía una buena relación con Dominicos y Agustinos. Gauna más práctico que otros, había cavado un pozo en el patio de su casa de donde extraía agua para su uso, entregando la misma a quienes gozaban de su aprecio, benefactores o protegidos.
Ese aljibe que le proporcionaba agua y una considerable economía, producto de años de caminos y negocios, hacían de Gauna, uno de los pobladores económicamente más ricos de la todavía pequeña población tarijeña. Esa su experiencia en los negocios hizo que fuera uno de los primeros en ver una empresa muy atractiva para los negocios: la intención de los Jesuítas por ingresar cada vez más al Chaco. Para la temporada, muy contadas eran en Tarija las fortunas y la de Gauna no pasaba desapercibida...Había costeado algunas misiones hechas por los Padres Jesuitas hacia el lado de Chile y al lado del Chaco; hombre experimentado como era, percibió las enormes posibilidades de Tarija para convertirse en un paso obligado de las rutas comerciales que fluían desde Salta, desde Asunción, desde el Chaco y esas otras lejanas tierras que tenían ese curioso nombre: Chiquitos... y la relación de todas ellas con la costa del pacífico.
En este afán logró interesar al Superior de los Jesuitas, en Córdova, en la posibilidad de explorar una vía expedita desde Tarija hasta Asunción y triangular la misma con Tucumán para establecer una ruta segura para misioneros, y comerciantes...
Esta su floreciente riqueza y cercanía a los Jesuítas no era bien vista por los miembros de las otras órdenes religiosas en la villa. En su afán por consolidar su posición en la sociedad Gauna pidió en matrimonio a la hija de Don Hernando, quien además de reconocer en el hecho la alegría de su hija, entrevio la posibilidad de una salida feliz, a su triste condición económica. Hasta aquí, como se ha visto, nada de extraordinario o singular tiene la relación que llevamos.
Los esponsales fueron fijados para una semana después de la fiesta de la Candelaria. Festividad concelebrada desde años atrás en la hacienda "Gloria" de don Blas Gonzáles. A donde iba en promesa siempre Don Hernando y su familia, y es a partir de la noticia del noviazgo y más todavía desde el momento en que se conoció la fecha del futuro enlace de Gauna y la hija de don Hernando que esta crónica toma un matiz distinto.
En el último lustro del siglo XVI el pueblo tarijeño escuchó y presenció por vez primera un acto del Santo Oficio Per denuntiationem. El caso sucedió más o menos así: al momento en que el padre que celebraba la eucaristía alzando la hostia para consagrarla, ingresaron a la iglesia dos guardias con lanza en ristre y tras ellos el Comisario de la Inquisición de Potosí, el Delegado de Tarija y un monje vestido todo en negro y casucha que impedía ver su rostro. Al observar la gravedad del asunto el padre bajó la ostia y cedió espacio en el altar a los recién llegados quienes se impusieron del espacio y adelantándose, el monje, a los tres se descubrió el rostro y leyó la orden que le instruía recorrer todas las regiones vecinas a Charcas en su condición de "Visitador de la Inquisición". El cuerpo de la mayoría de los presentes se estremeció ante la anunciación hecha, pues conocían o habían escuchado el accionar del Santo Oficio.
El Visitador luego de varios considerandos declaró que su específica presencia (pecualiari paresentia) en Tarija respondía a una denuncia que sería conocida por todos a menos que los acusados apurasen en retirarse del templo. Acabada ésta frase se volvieron las miradas de reojo para ver quién abandonaba la iglesia, más ninguno de los presentes abandonó el templo provocando que el Visitador y sus acompañantes anunciaran que a partir de ese momento se establecía en Tarija una Delegación permanente del Santo Oficio hasta que se "extirpase de estos reinos las corruptas cizañas que ponían en peligro este valle del señor” (palabras exactas extractadas del documento original).
Al caer la tarde ya toda la población conocía en mayor o menor medida a quienes se refería el Visitador con aquello de las corruptas cizañas, que no eran otros sino Gauna y su prometida.
Por los documentos compulsados, las noticias que pudimos obtener y las notas que leimos de las actas ya dañadas por el tiempo en Lima nos vemos imposibilitados a señalar con certeza el origen de la acusación contra Gauna y su prometida, pero creemos conveniente relatar lo siguiente, por ser lo más aferrado a la verdad, sujetándonos a ser desmentidos o corregidos a posteriori.
La delación, si tal existió por escrito, llegó de manera anónima hasta Potosí y de ahí al Tribunal Inquisidor del Distrito en Charcas.
Por la orden contra Gauna podemos saber que lo acusaban de ser “cristiano nuevo", no haber "guardado de la carne en las fiestas del santísimo" y "negarse a rezar los Salmos con el Gloria Patri". Un último considerando tenía el pliego que ordenaba su detención y es que Gauna "negaba permanentemente al purgatorio".
Todas las acusaciones se ampliaban a su prometida, con el añadido de "conocer tales hechos y no denunciarlos". De todas maneras las acusaciones podían bien ser tratadas por el Comisario establecido en Potosí, sin embargo las acusaciones fueron llevadas directamente a La Plata y de ahí en sobre lacrado bajo el sello de “Cristhi nomine invocato" se resolvió tramitarlas y seguirlas en Lima. Desde donde partió la orden para que el Visitador hiciese el recorrido que había anunciado el Dominico en la misa del domingo...
Sorprendido el vecindario tarijeño amaneció un 20 de enero y quedó estupefacto ante el aparatoso montaje hecho por los inquisidores que ubicaron en el centro de la plaza un carro enrejado, con banderillas verdes, jaloneado por un tordillo tuerto. Adentro de las rejas con las manos engrilladas subieron a la prometida de Gauna y amarrado a la cola de un burro pardo pusieron a marchar, rumbo del camino real, a Gauna.
Valga anotar que los documentos que vimos dicen que ninguno de los dos detenidos, "tenía más ropa, dinero, comida o cosa alguna, que aquella con la que les encontraron el día de su detención" (que fue el mismo domingo en que dieron a conocer su presencia en Tarija)
Ahora es conveniente que pongamos a consideración del gentil lector que nos sigue hasta este momento, algunas de las noticias que pudimos encontrar entre los documentos originales y pertenecientes a los descendientes de don Hernando (y que gracias a la voluntariosa acción de tarijeños de antaño pudimos conocer).
Don Hernando (el padre de la novia, para quienes lo olvidaron) no era hombre que por un pleito o un monje de la Inquisición vaya a sorprenderse y morirse del susto. Luchó con todos los medios que disponía (que como ya vimos no eran muchos) hasta conseguir la libertad y declaración de inocencia de su hija por todas aquellas acusaciones que le arrogaban. Pero además de ello indagó como el más interesado todos los ámbitos y espacios de la sociedad para encontrar el origen de la denuncia y consecuente detención de su hija y Gauna.
Producto de esas pesquisas es que dejó el año 1635, a manera de testamento, una "Declaración de diligencias y obradas" consistente en poco más de 30 pliegos manuscritos y hechos bajo su palabra y con juramento de testigo a cargo de dos Padres Jesuítas. De la Declaración mencionada un significativo porcentaje está centrado en el proceso que se dio con su hija, Gauna y la inquisición.
Lo primero que llama la atención es la cantidad de personas consultadas por don Hernando -en su afán de encontrar datos del o la denunciante- Cuenta que preguntó a 126 personas de las aproximadamente 280 que vivían entonces en Tarija y que nadie pudo darle cuenta exacta del origen de la denuncia ante la inquisición.
Esta hermética y coincidente respuesta aguzó en don Hernando la idea que si alguien estaba por detrás de todo era de muy importante cargo y con voz de mando sobre los demás. En la villa no había más que los descendientes del Capitán Luís de Fuentes, que estaban concentrados en asegurarse los bienes de su benefactor y que no tenían tiempo ni interés en desprestigiar a Gauna. Por otro lado, estaban Agustinos y Dominicos.
La primera conclusión que sacó don Hernando es que la denuncia fue hecha desde el mismo gremio religioso. Lo que le quedaba por encontrar es el preciso origen y el motivo. En su relación con Dominicos y Agustinos don Hernando había guardado siempre un profundo respeto y veneración, tal vez más con los Dominicos a quienes reconocía valor, entrega, pasión y fortaleza al momento de haber afrontado los momentos más crueles y duros de Tarija, en sus primeros años de vida.
Además, los Dominicos en Tarija todos eran o sus amigos o sus conocidos, tanto que compartía con ellos sus conocimientos sobre la mejor manera de elaboración del vino, que él había aprendido allá en su Andalucía natal.
La amistad de los Dominicos con Gauna era impecable. Gauna siempre favorecía con obras, ornamentos o dinero en efectivo a la orden y éstos agradecían esos gestos con su reconocimiento público. Segunda conclusión que explica por qué en el documento mencionado don Hernando puso de su puño y letra que la denuncia no pudo haber salido de la orden de los Padres Predicadores.
Tan sólo quedaban los Agustinos, pero incluso en ellos se vio difícil encontrar alguien que odiase a Gauna o a don Hernando, pues además de ser tres Padres, absolutamente fuera de cualquier alcance de la envidia, por edad, experiencia y sabiduría, los padres agustinos no podían estar en el grupo de los delatores de un benefactor y amigo.
La tercera conclusión fue que no era la congregación religiosa de las órdenes existentes en Tarija sino uno de sus miembros en acuerdo con alguien que hizo las veces de denunciante, es decir un utilizado que podía ser cualquiera.
Hacemos un alto en el relato de las pesquisas hechas por don Hernando para proseguir con la acción de la Inquisición en Tarija. Los detenidos fueron trasladados a Potosí a donde llegó un padre Jesuíta a intermediar a favor de Gauna, explicando los beneficios que éste había brindado a la orden y a las demás establecidas en Tarija.
Pero las súplicas y argumentaciones fueron en vano, sólo permitieron que se entregase a Gauna y su prometida un poco de ropa y alimento, señalando que toda otra intención debía presentarse ante el representante de la inquisición del distrito, el Licenciado Cepeda, en Charcas.
Gracias a la intervención del Corregidor de Potosí, Don Alonso Osorio, se facilitó de manera permanente una mula para la hija de don Hernando. Pero no se pudo obtener que el proceso sea sustanciado en Charcas, sino que más bien se reconfirmó el caso para ser tratado en Lima.
Fue una travesía y según relata Gauna en su Declaración, un "martirio adelantado", el viaje que hicieron desde Charcas a Lima, era tiempo de lluvias y todos los cauces estaban crecidos y por más sagaces que fueron los guías indígenas, extensos trechos de camino estaban anegados lo que provocaba que los acusados y sus celadores tengan que dar por otros caminos mucho más difíciles y peligrosos.
Al final llegaron a Lima en el tiempo de 3 meses. Lo que en tiempo seco se hacía en un mes o menos.
No fue noticia para la población de la capital del gran virreinato la llegada de dos acusados de la Inquisición, pues estaban acostumbrados a que todas las semanas llegasen, desde diferentes confines del inmenso virreinato, acusados de la Inquisición.
Don Hernando llegó, tal vez, antes que los acusados y acusadores a Lima y por una recomendación que había conseguido del Corregidor de Potosí pudo lograr una entrevista con el Virrey quien enterado del caso puso interés en conocer más de ese proceso, pues para el Virrey de Lima la importancia de Tarija no radicaba en la cantidad de acusados que pudiese generar la Inquisición, sino en tener una población permanente para seguridad del Virreinato en ese flanco, además le llamó la atención el hecho que una población que no tenía más de 10 años de vida sea centro de atención de los Inquisidores quienes, a su parecer, debían atender con más diligencia otros centros más poblados y donde la sucesión de afrentas contra la religión y el Rey eran más seguidos y pronunciados.
Lo transcrito a partir de ahora corresponde al "Libro de Diario” llevado por el Inquisidor en Lima Don Antonio Ordoñez y Flores, a partir de ello se pueden conocer mejores detalles de lo ocurrido con Gauna y su prometida (se toman sólo las partes que corresponde al proceso que se relata).
"12 de abril del año 1598 de nuestro Señor Jesucristo. Nuestro Señor dispuso que por los distintos desórdenes cometidos en esta villa hayase producido un movimiento de tierras hoy, cerca la hora de los Maitines, momento en que para más señales nos dio el Señor con la presencia de dos condenados que habiendo sido acusados en Charcas, por sus pecados fueron traídos hasta este Tribunal ya con Sumaria levantada...
13 de abril del año 1598 de nuestro Señor Jesucristo... Hechas las diligencias se concluyó que actuaron con grande indecencia y abjuraron de levi los condenados de Tarija, remota villa de este Reyno de nuestro Rey, y que habiendo vencido quebradas, ríos, montañas y nieves han llegado para justicia divina a este Tribunal. Dase cuenta que en esta capital sobran menudeos y holgorios suficientes para que la vara divina nos golpee una y otra vez....
14 de abril del año 1598 de nuestro Señor Jesucristo... Se tomó declaraciones a los condenados de Tarija. excusándose ambos de tener abogado ya que se sienten libres de pena y castigo y no haber ofendido a nuestro Señor
23 de abril del año 1598 de nuestro Señor Jesucristo... en fin de guardar secreto sobre los denunciantes se hizo juramento y recitado del Padre Nuestro y el Credo, segundo que no cumplió el varón y con lo que se refrendó la acusación de falta de cristiandad, y señalándose a la hembra, con presencia del Ordinario el Tormento in caput propium.
30 de abril del año 1598 de nuestro Señor Jesucristo. Dos días de apremio se daban sobre la hembra cuando intervino el Virrey con su sola voluntad para evitar su relajamiento. Poniendo una garantía para pudiese ser absuelta de los cargos y ensambenitada devolverse a su país.
14 de mayo del año 1538 de nuestro Señor Jesucristo... con el condenado de Tarija no mostrando arrepentimiento hase dado orden para proceder en la plaza de Acho sin presencia de distingos a consumarse en fecha próxima..."
Aquí culmina el "Diario” del Inquisidor de Lima. Nada dice de lo sucedido a posteriori con Gauna y su prometida, sólo un acápite existe en la parte final del "Diario" de Osorio, en la página 934, cuando señala como recordando sus años de Inquisidor que: "...de la fortuna de aquel condenado de Tarija, se hizo tutor al padre de la acusada Quien debía pasar en cuentas exactas los montos a los Padres Predicadores de Tarija, empero sucediéronse los hechos de 1616 y 1619 con lo que los Padres tuvieron que abandonar esa Villa quedando sola con el secuestro de la fortuna del relajado..."
Un dato por demás de interesante a este relato es el que encontramos en la Carta de los Inquisidores del 16 de agosto de 1639, cuantío señalan sobre los abusos del Tribunal Inquisidor y en cuanto a lo que a nuestro relato toca, lo siguiente: "hace visto delaciones por interés más que por amor a Dios, tal el caso de Tarija con don Hernando... y el condenado Gauna..."