De la Revista de Etnografía, Historia y Arqueología TARIXA. Vol. 2 Nº 1. Tarija. 2024
Apuntes históricos de la ciudad de la Purísima Concepción de Portachuelo



La Gobernación de Santa Cruz de la Sierra fue creada en 1560. Con las reformas que se dieron en América a fines del siglo XVIII, las llamadas reformas borbónicas, esta repartición se llamó Intendencia de Santa Cruz de la Sierra. Cuando se creó la república en 1825, el territorio de la antigua Gobernación e Intendencia de Santa Cruz de la Sierra se incorporó a Bolivia como el departamento de Santa Cruz, por obra del Decreto Supremo de 23 de enero de 1826, que nacía con cuatro provincias: Vallegrande, Cordillera, Moxos y Chiquitos.
El espacio geográfico en el que se mueve la historia de Portachuelo es lo que Sanabria llama interland Guapay-Ichilo, una porción de tierra “húmeda y ardiente” (1). En este espacio geográfico se establecieron las misiones de Los Santos Desposorios de Buena Vista, Santa Rosa del Sara y San Carlos. La primera, es la más septentrional de las misiones de Moxos, dependientes de la Compañía de Jesús. La de Santa Rosa del Sara, entre los arroyos Palometas y Palometillas, fue fundada en 1764 por el padre Gabriel Díaz con indios chiriguanos; y la de San Carlos que, con indios yuracaré se fundó en 1789.
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII los cruceños empezaron a expandir la frontera agrícola hacía las ricas tierras norteñas, donde se fueron estableciendo puestos para el cultivo de la caña de azúcar y la ganadería. Estos puestos o estancias estaban a considerable distancia de la ciudad capital, por lo que pronto surgió la necesidad de tener un núcleo urbano más cercano.
Los hacendados cruceños iniciaron los trámites pertinentes y, tal vez para darle más solidez a la demanda, la solicitud llegó hasta la misma corte; es decir, directamente al rey. Corridos los trámites, el proyecto fue aprobado, mediante Cédula Real que fue firmada por el rey Carlos III, el 1 de junio de 1765.
La Real Cédula fue acatada por el gobernador de Santa Cruz de la Sierra, Luis Álvarez de Nava, quien hizo responsable de fundar este pueblo realengo(llamado así porque emana de una Real Cédula) al sargento mayor Diego Bazán y al capitán Francisco Javier Baca. El pueblo se fundó el 8 de diciembre de 1770, al tiempo que se hacía la erección de la capilla vice parroquial. “Erigióse la Capilla Vice parroquial de la Purísima Concepción de Portachuelo el año de 1770, por mandato del Ilustrísimo Señor Obispo Dr. Dn. Francisco Ramón de Herboso y Figueroa, dignísimo Obispo de Santa Cruz de la Sierra en cumplimiento de lo mandado por SM en su Real Cédula de 1 de junio de 1765. Trabajaron la dicha capilla los feligreses interesados en tan grande beneficio, mandados por el Señor Gobernador Dn. Luis Álvarez de Nava, presidiendo en dicha obra los jueces comisionados nombrados para ese efecto por dicho Señor Gobernador, que lo fueron el Sargento Mayor Dn. Diego Bazán y el Capitán Dn. Francisco Javier Baca. Por la brevedad que requería su urgente construcción solamente se fabrica de hojas de palma, y la madera muy brusca y tosca. y se estrenó el día de la Patrona el 8 de diciembre, viniendo a la celebración del estreno el Cura de Buenavista Dn. Mariano Andrade con la música y ornamentos de su pueblo.” (2).
El obispo cruceño puso a cargo de esta capilla “al Licenciado Dn. Juan Felipe Vargas por haberle elegido los principales feligreses de dicha capilla en la junta que se hizo en la iglesia catedral. me aclamaron y me pidieron al referido obispo, no obstante de hallarme con el ministerio de Ayudante del Cura de la Misión de San Juan Bautista de Porongo, y aunque expuse varias excusas legales a fin de no aceptar tal cargo, no fue posible el que se me admitiese y así compelido de la obediencia acepté...” (3).
La fundación de esta población realenga atrajo a muchas familias cruceñas que no sólo trabajaban la tierra en las cercanías, sino que se establecieron en el mismo pueblo. De acuerdo a Coimbra (4) por decreto de 10 de agosto de 1826 se le dio Jerarquía de cantón con el nombre de Igualdad, nombre que el pueblo no aceptó y en diciembre de ese año recuperó el nombre de Portachuelo”.
En 1883 se creó la provincia Sara, con capital Portachuelo. De acuerdo a Sanabria Fernández, la palabra Sara “era el nombre que daban los chanés, habitantes primitivos de esta parte de la llanura, daban al río que los chiriguanos de habla guaranítica llamaron Guapay y Grande los conquistadores y colonizadores españoles” (5). Ya en el siglo XX, por una ley de 1926, el pueblo realengo de Portachuelo fue elevado al rango de ciudad.
La historia de la ciudad realenga de Portachuelo está íntimamente ligada a la de Santa Cruz de la Sierra. Esta afirmación no reviste mayor novedad, pues como se ha afirmado líneas arriba Portachuelo nace por una necesidad de la ciudad capital. Lo que sí puede resultar novedoso es que entre las historias de ambas ciudades existe paralelismo que resulta de gran interés. Para efectos de este artículo, se destacan cuatro que se consideran relevantes.
1. Santa Cruz de la Sierra fue fundada persiguiendo un mágico y rico reino - Eldorado o Paitití--, que fue uno de los móviles que incentivó a una buena parte de los conquistadores españoles para ir haciendo la geografía americana. Este fue el móvil principal, el que alucinó a Ñuflo de Chaves y sus hombres para lanzarse a la larga y penosísima aventura de atravesar dos veces el territorio americano desde Asunción del Paraguay hasta Lima. Pero no hay que olvidar que la dirigencia asunsena deseaba establecer un punto de enlace entre esa ciudad -donde se habían agotado todos los esfuerzos para encontrar oro y piedras preciosas—y las tierras de Charcas en las que había empezado a brillar Potosí y su cerro. En otras palabras, había un móvil mágico y otro real. Después de hacer crear la Gobernación, don Ñuflo de Chaves fundó su ciudad capital, desde donde empezaron a salir expediciones hacia los cuatro puntos cardinales de la Gobernación.
Cuando se fundó la Purísima Concepción de Portachuelo seguía teniendo plena vigencia entre los cruceños la idea del legendario y huidizo reino de Eldorado, pues no se había alcanzado saciar la sed de riquezas, antes al contrario el territorio cruceño se mostraba avaro y para sacarle fruto había que trabajarlo intensamente. Este mito, por tanto, fue el que incentivó continuamente la marcha hacia el norte.
Paralela a esta motivación que persigue una quimera, hay otra más real, tal como aconteció en la fundación de don Ñuflo. En las lejanas tierras de Moxos, donde se habían dirigido muchas expediciones organizadas por cruceños durante los siglos XVI y XVII, pero habían tenido como resultado el fracaso. Los que sí tuvieron éxito fueron los jesuitas, que establecieron las Misiones de Moxos, dependiente del Colegio jesuítico de Lima. Poco tiempo más tarde estos mismos misioneros, pero esta vez dependiendo de la provincia del Paraguay, establecieron las Misiones de Chiquitos.
En poco tiempo tanto Moxos como Chiquitos se consolidaron y no sólo se autoabastecían sino que tenían excedentes que exportaban hacia las tierras altas. Sin embargo -por una serie de prerrogativas dadas a los jesuitas por la Corona--, los cruceños estaban excluidos de este comercio, pues los misioneros los hacían directamente sin intermediación. La economía cruceña. Que durante los siglos y XVIII era muy precaria, no podía beneficiarse de los productos que ofrecían las misiones, lo que causó no poco malestar, pues buena falta les hacía. Cuando los jesuitas de Moxos fundaron la misión de Los Santos Desposorios de Buenavista en el extremo meridional de la frontera moxeña, los cruceños sintieron la necesidad de hacer una fundación intermedia para que pudiera servir de nexo entre la capital de la gobernación y las misiones de Moxos, ya sea como base para una relación comercial legal o simplemente para facilitar el contrabando que desde hacía unos años se venía realizando. La necesidad se hizo más urgente a partir de 1767, año de la expulsión de la Compañía de Jesús, pues aparentemente este hecho traería consigo la libertad de comercio. Así, pues, ante esta necesidad, por voluntad de los cruceños se fundaba la ciudad de Portachuelo.
2. Como se sabe, el año 1560 se creó la Gobernación de Moxos, que poco más tarde sería llamada Santa Cruz de la Sierra, cuya jurisdicción abarcaba el amplio territorio que hoy conocemos como Oriente boliviano. Durante mucho tiempo la ciudad de Santa Cruz de la Sierra fue prácticamente el único núcleo urbano existente en esta región, salvo la ciudad de Jesús de Montesclaros de Vallegrande que había sido fundada en la zona de valles. Este hecho, unido al aislacionismo al que estuvo sometida prácticamente todo el período colonial, convirtió a la capital cruceña en una ciudad con unas características muy especiales. Otro tanto puede decirse que ocurre con Portachuelo durante el corto período colonial que le tocó vivir y prácticamente todo el siglo XIX: fue prácticamente el único núcleo urbano del norte cruceño, pues las poblaciones coetáneas eran de origen misionero y tenían una población eminentemente indígena. Portachuelo se convirtió en el alter ego de la ciudad capital y guardó celosamente lo que hoy conocemos como la identidad cultural cruceña.
3. Como dice don Humberto Vázquez Machicado, la ciudad de Santa Cruz de la Sierra “desde el primer instante de su ser natural” nació incorporada a la Audiencia de Charcas. Asimismo, estaba llamada a jugar un papel protagónico en la historia nacional: se trata de un puesto de avanzada, una punta de lanza en los confines del imperio español que se enfrenta a las pretensiones expansionistas del vecino lusitano. La ciudad de Ñuflo de Chaves aunque sufrió grandes limitaciones a lo largo de su historia, siempre cumplió con gran fidelidad el papel que le había asignado la historia. Portachuelo, por su parte, la ciudad solitaria del norte cruceño, ha sido también la punta de lanza que apunta no a un potencial enemigo, como era el caso de Portugal, sino hacia la enorme región dormida de Moxos.
Portachuelo no tiene la historia espectacular de una ciudad opulenta que atrae hacia sí grandes contingentes migratorios, sino que al igual que la ciudad madre tiene una historia en la que se muestra a un pueblo fiel a sí mismo que cumple a cabalidad el rol que le ha deparado la historia: ser durante mucho tiempo la frontera cruceña en el norte que poco a poco se fue desplazando hacia las tierras de Eldorado. Portachuelo, al igual que Santa Cruz de la Sierra, hereda de don Nuflo la divisa de “poblar y desencantar la tierra”.
2. Santa Cruz de la Sierra fue poblada por españoles y criollos que provenían mayoritariamente del Río de la Plata. Traían consigo la cultura española -de raíz greco- latina y eminentemente cristiana- que poco a poco se fue adaptando a la realidad americana para poder sobrevivir. A partir de 1561 esta cultura empezó un proceso de aculturación que es el que da inicio a la cultura cruceña; en otras palabras, a la identidad cultural cruceña. Esta cultura se mantiene gracias al aislacionismo al que ya se ha hecho mención con relativamente pocos cambios.
Doscientos años después de la fundación ñufleña, un grupo de cruceños se trasladó por voluntad propia hacia tierras norteñas llevando consigo el “tesoro” de la cultura heredada de sus mayores, los primeros pobladores, y que conservaban con gran celo.
Si bien es cierto que en el hecho de la fundación de Santa Cruz de la Sierra se dio un mestizaje biológico, pues eran escasas las españolas que acompañaban a los conquistadores, pasado el tiempo este mestizaje se fue mimetizando. En el caso de Portachuelo, el trasplante poblacional fue de núcleos familiares íntegros, lo que disminuyó en gran medida el mestizaje biológico.
Portachuelo hereda de la ciudad madre algo que los cruceños han considerado uno de sus mayores tesoros; ser depositaria de una pretendida pureza racial. Esta herencia crea una comunión especial entre ambas ciudades y refuerza los lazos de dependencia. Portachuelo a través de su dos veces centenaria historia ofrece a propios y extraños un panorama harto aleccionador y esperanzador. La historia portachueleña es un hermoso canto al trabajo duro y sacrificado de hombres y mujeres que aman apasionadamente el terruño y que hacen culto del amor a la familia, al civismo y al trabajo. Pero los frutos que brinda Portachuelo a la región y al país, no es solo de los frutos que arranca de la tierra madre, sino que se traduce en una amplia, variada y rica pléyade de hijos que se han destacado en los más variados campos del quehacer humano.
NOTAS
(1) SANABRIA FERNÁNDEZ, Hernando: En busca de Eldorado.
La colonización del Oriente boliviano por los cruceños.
Universidad Gabriel René Moreno. Santa Cruz de la Sierra, 1958.Pg. 291.
(2) MELGAR I MONTAÑO, Adrián: El Archivo. No. 6. Santa Cruz de la Sierra, 1936. Pgs. 227-231.
(3) Ibid. Pgs. 230-231.
(4) COIMBRA SANZ, Germán: Diccionario enciclopédico cruceño.
Gobierno Municipal. Fondo Editorial del Gobierno Municipal de Santa Cruz de la Sierra.2014. P. 343.
(5) SANABRIA FERNÁNDEZ, Hernando: Geografía de Santa Cruz. Juventud. La Paz, 1982. Pg. 69.
BREVE RESUMEN SOBRE LAS CULTURAS DEL GRAN CHACO. EXPEDICIONES DE ERLAND NORDENSKIOLD, RAFAEL KARSTEN Y ALBERT V. FRICH
Guillermo Blanco Sequeiros
Marjatta Blanco Sequeiros ( née Vainionpaa).
Oulu, Finlandia, Marzo 2024.
El interés por las culturas de Sur América, data de siglos atrás, y estuvo relacionado principalmente a los grandes descubrimientos marítimos asociados más a la sed de conquista, que al estudio o preservación de la cultura de los pueblos conquistados. En estas expediciones viajaban también estudiosos o naturalistas que tenían interés en conocer la naturaleza de éstos mundos extraños y la cultura de la gente que encontraban a su paso. Junto a ellos también viajaban los hombres de la Iglesia con la fija idea de salvar almas.
Los primeros científicos asociados a las descripciones de la naturaleza y de las culturas autóctonas de la América Meridional y Septentrional fueron: Alexander von Humboldt, Charles La Condamine, Charles Darwin, Antonio Ulloa, Alcides D’Orbigny, el Conde de Castelnau y Hugues Weddell entre otros. Extensa información sobre las culturas nativas de la región del Oriente boliviano aparece en Crónicas de las Misiones de la Compañía de Jesús y del Colegio Franciscano de Propaganda Fide de Tarija.
La descripción, estampa y sello de los nativos de la región del Chaco boliviano que se encuentra en los escritos de los misioneros, los primeros en acercarse a estos pueblos en su afán por evangelizarlos, es bastante negativa. Los describen como gente que practicaba el canibalismo, la poligamia, sus dioses eran los animales y los fenómenos de la naturaleza debían ser aplacados por medio de sus “chamanes”. Hombres y mujeres andaban completamente desnudos, algunas etnias con los cuerpos cubiertos de tatuajes, rostros con pinturas negras y rojas, tarugos en labios y orejas y cuentas o chalas de maíz que colgaban del tabique de la nariz.
Imbuidos de la cultura y civilización europea, los misioneros mostraban abierto menosprecio por las creencias y costumbres de los pueblos indígenas. Estaban todavía muy lejos del pensamiento que no se puede hablar de culturas atrasadas o adelantadas y que un pueblo primitivo no es un pueblo retrasado ni retardado, tan solo es diferente. Lamentablemente, incluso en el tiempo de la República, bajo la Presidencia de Aniceto Arce, el término “salvajes” es el que conservadores y liberales acuñaron para referirse a los pueblos indígenas del oriente, implicando una categorización de inferioridad de estas culturas en relación a la cultura dominante y ocasionando a través de la catequización, la desaparición de sus culturas y lenguas autóctonas a través de la política estatal, como resultado de la expropiación de su “hábitat” y su destrucción total.
La certeza científica de éstas culturas nace tan solo, en base a la recopilación de datos, documentos y especímenes materiales y al uso de programas de estudio con riguroso control racional y científico, ayudando de ésta manera a comprender y dilucidar la historia y la cultura asociada al origen, existencia, desarrollo y ocaso de los poblaciones autóctonas, inclusive en tiempos pasados. Es aquí cuando aparecen dos científicos nórdicos, el Barón Erland Nordenskiold y Rafael Karsten, ambos relacionados con el estudio científico de las culturas del Chaco boliviano, especialmente de aquellas etnias que habitaban las proximidades de los ríos Pilcomayo y Parapetí.
El comienzo del estudio de las culturas autóctonas primitivas basado en premisas científicas, aparece recién en el pasado siglo. El finlandés Edward Westermarck fue el primer socio-antropólogo, que sentó las bases científicas para el estudio de las culturas nativas. En su tesis doctoral recomienda para la interpretación correcta del origen y desarrollo de los fenómenos sociales atribuidos a una cultura, el uso imprescindible del ”estudio de campo”, que se basa en la convivencia con el medio donde se desarrolla dicho estudio. Edward Westermark estuvo primero como Profesor en las Universidades Helsinki y Turku y, después, trabajando como Profesor de Sociología en la Universidad de Londres con su discípulo, Malinowsky, quien jugó mas tarde un muy importante rol en el desarrollo de la sociología y etnografía en Europa y en América.
La influencia de Westermack resalta en los trabajos científicos de otros dos etnógrafos escandinavos, uno con ascendencia finlandesa, el Barón Erland Nordenskiold, de padres finlandeses pero nacido en Suecia, y Rafael Karsten nacido en Finlandia y discípulo del filósofo Westermarck.
El interés por la obra de ambos científicos nórdicos es producto de la intensa labor del Dr. Mario Barragán, quién en su afán por dilucidar la temprana historia de las desaparecidas culturas primitivas relacionadas al actual territorio de Departamento de Tarija, necesariamente estuvo obligado a recopilar también datos sobre otras culturas en ésta región. El interés por recuperar información sobre las culturas del Gran Chaco le hizo contactar con aquellas personas que tenían más posibilidad de recolectar ésta información de los museos de Gotenburgo, Estocolmo, Helsinki y, más tarde, con el museo Náprstek de la ciudad de Praga. El año 2004 en el curso de una visita realizada por el Dr. Guillermo Blanco y su esposa la Dra. Marjatta Vainionpaa, residentes en Finlandia, se analizó la posibilidad de un estudio acerca de las actividades de estos investigadores nórdicos.
A su regreso a Finlandia, ambos tomaron contacto con el Director del Archivo del Museo de Culturas del Mundo en Gotenburgo, donde se encuentra depositada la mayoría del material etnográfico recolectado por Erland Nordenskiold durante la expedición Chaco- Cordillera los años 1901-1903 y la expedición Hernmark el año 1908-1909, completado durante su última expedición al Chaco boliviano, los años 1913-14. La Dra. Adriana Muñoz, Intendente del Museo, y el Jefe del archivo del Museo de Gotenburgo facilitaron el trabajo de recopilación de datos sobre las expediciones de Nordenskiold y pusieron a nuestra disposición el material etnográfico recolectado para su evaluación y fotografía el año 2006 y, por segunda vez, el año 2007. El trabajo desarrollado en estos años implicó dos visitas a la ciudad de Gotenburgo (Oulu- Gotenburgo - 2000 km con una duración de aproximadamente dos semanas entre viaje y tiempo de trabajo en el Museo).
El trabajo de recolección del material científico fue ejecutado gracias a la invaluable información obtenida en el museo de Gotenburgo a través de los datos obtenidos de las Bibliotecas universitarias de la ciudad de Oulu,(Finlandia) donde se encuentran los nueve volúmenes con los hallazgos científicos de Erland Nordenskiold así como de la Biblioteca de Tampere en la que se encuentran los estudios de Rafael Karsten en sus expediciones a la América Meridional y Septentrional.
El Museo de Helsinki fue más parco en su colaboración científica, ya que la colección donada por Karsten a ese Museo solo tiene pocas piezas, en su mayor parte alfarería y un traje ceremonial ya bastante desgastado debido a que Karsten no estaba interesado en recolectar objetos materiales etnográficos.
El material arqueológico y posiblemente paleontológico recolectado por Erland Nordenskiold durante la expedición Chaco Cordillera se encuentra depositado en el Museo Etnográfico en Estocolmo y no hubo posibilidad de analizarlo debido a que se encontraba embalado para su preservación y estudio futuros.
La visita al Museo Etnográfico de Náprstek fue realizada años después ya que, en principio, la colaboración del expedicionario Albert V. Frich con éste museo, se limitaba a las etnias circundantes al territorio del Chaco boliviano pero, para completar el estudio de las culturas en todo el territorio del Gran Chaco se trató de integrar también los hallazgos etnográficos en las regiones del Chaco paraguayo y del Matto Grosso, territorios antiguamente pertenecientes a Bolivia.
El año 2007 se llevó a cabo en la ciudad de Tarija una extensa exposición sobre los Investigadores Nórdicos en el Gran Chaco, auspiciada por la Casa de la Cultura, la Prefectura Departamental de Tarija y el apoyo del Presidente de la Sociedad de Historia y Etnografía de Tarija. Dr. Mario Barragán Vargas. Diferentes exposiciones de las culturas del Gran Chaco se llevaron a cabo en algunos lugares de Finlandia (Oulu, Muhos, Utajarvi, Nummela, etc).
BARÓN ERLAND NORDENSKIOLD (1877- 1932).
Erland Nordenskiold estudió en la Universidad Paleontología y Zoología. Su primer viaje a Sur América fue a la Patagonia, Argentina (1899). El interés que tenía era tratar de descubrir a que animal prehistórico ya extinguido pertenecía un pedazo de piel que su primo, Otto Nordenskiold, había encontrado en su viaje a la Patagonia. En este viaje encontró varias cavernas con fósiles pertenecientes al armadillo gigante y huesos relacionados a equinos prehistóricos; también encontraron alrededor de las cavernas murallas construidas por la mano del hombre. La innata curiosidad de Erland le hizo despertar su interés por estudiar las etnias nativas de esas regiones que iría a durar por años.
La expedición Chaco- Cordillera (1901-1903) fue su segundo viaje, que le llevó al interior del continente americano, pasó por el norte argentino y, en la región de Tolomosa (Tarija), hizo excavaciones con hallazgos paleontológicos y arqueológicos. El viaje le llevó a las proximidades de Aguarenda donde entabló relación con la etnia Chiriguana y en la región de Tatarenda con la etnia chorote. Durante ésta expedición, su interés científico se había ya claramente volcado a la etnografía. Erland hizo los primeros intentos exitosos de recolectar material etnográfico y documentar: costumbres, trabajo, diversiones, creencias, juegos, matrimonios, funerales y, en general, el “modus vivendi” de éstas etnias.
La siguiente expedición, realizada entre 1904-1905, no tuvo resultados muy favorables; científicamente fue pobre y económicamente un desastre, ya que los gastos de viaje le llevaron incluso a la bancarrota económica, su salud se resintió y él estuvo al borde de sus propios funerales. Durante ésta expedición estuvo explorando las etnias que residen en los ríos afluentes al río Amazonas, en las proximidades a la frontera con el Brasil. La etnia atsahuaca fue con la cual tuvo mayor proximidad. No tuvo suerte de entablar relaciones con otras etnias, que evitaban todo contacto con los miembros de la expedición.
La cuarta expedición, nombrada Hernmark (1908-1909), fue sin embargo muy exitosa y sus resultados ayudaron a que Erland se estableciera internacionalmente como sólido etnógrafo y americanista. En base a las observaciones de campo y hallazgos materiales, durante las expediciones Chaco-Cordillera y Hernmark, pudo usar el método científico comparativo entre las etnias chorote-ashluslay y chiriguano- chané.
La quinta y última expedición al Chaco boliviano (1913-1914) tuvo tan solo un objetivo; probar el valor de la etnografía comparada como método de trabajo científico. Para este fin era necesario estudiar múltiples etnias y recoger en lo posible la mayor cantidad de especímenes materiales para hacer el trabajo de comparación y deducir los resultados por la presencia o ausencia de los especímenes recolectados como la mejor manera de definir la posible relación existente entre las etnias estudiadas. Durante esta expedición, Erland visitó Incahuasi, que creía se trataba de Cuzco-Tuyo y descubrió Incallacta, cerca al poblado de Totora así como, también, otras Pucaras o defensas incaicas, haciendo hallazgos arqueológicos en el valle de Saipina y Mizque.
Esta expedición casi terminó trágicamente puesto que Olga, su esposa, enfermó gravemente, el único acompañante de la pareja, Berg, murió en el pueblo de Santa Ana y parte de los objetos recolectados se perdieron. El estallido de la guerra en Europa puso punto final a la expedición, Erland y su esposa tuvieron que regresar a Suecia utilizando trayectos poco comunes por temor a los ataques de los submarinos alemanes. Erland no regresó nunca más al Chaco boliviano, su última expedición a América el año (1927) fue a Panamá y Colombia.
PROF. RAFAEL KARSTEN (1879-1956)
Rafael Karsten tuvo una personalidad muy diferente en comparación a Nordenskiold. Se caracterizaba por ser una persona introvertida y propensa a la controversia. Su niñez y temprana juventud estuvo moldeada por la atmósfera sumamente religiosa de su hogar que perduró toda su vida.
Estudió en la Universidad de Helsinki, filosofía y teología. Karsten estudió sociología bajo la supervisión del famoso filósofo Westermarck, pero su severo criticismo le alejó del humanismo que caracterizaba a Westermarck.
Su primer y único viaje al Gran Chaco, fue cuando cumplía sus 32 años. (1911). Los estudios de Karsten tratan sobre las etnias originales toba, mataco y chorote, etnias dispersas a orillas del río Pilcomayo. Su atención científica, casi obsesiva , se perfiló esencialmente al estudio de la estructura cultural, relacionada a lo espiritual y a las creencias religiosas de éstas etnias, complementando de ésta manera los estudios de Nordenskiold. basados principalmente en el estudio material de éstas culturas.
En las cercanías del poblado de Yacuiba y a la ribera del río Pilcomayo, área de éstas etnias, se dedicó al estudio de las creencias religiosas de éstas tres etnias, tan cercanas pero diferentes. Karsten no dio mucho valor a la recolección de material etnográfico, argüía que éste, en un medio ambiente pobre y homogéneo, necesariamente tenía que ser muy parecido.
En el mundo científico de la etnografía, Karsten es más conocido por sus investigaciones en las tribus “colorados” y jíbaros, en la región amazónica del Ecuador y por sus opiniones relacionadas al Imperio Incaico. Los resultados de sus estudios en el Gran Chaco, fueron publicados muy tardíamente, 20 años después de la visita al Gran Chaco, el año 1932.
Pese a poseer diferentes personalidades, ambos etnógrafos, se complementan en sus hallazgos y conclusiones; sus estudios contienen valiosa información relacionada en su totalidad a siete etnias que formaban la mayoría de la población étnica del sur del Chaco boliviano en las inmediaciones del rio Pilcomayo.
Tanto Erland Nordenskiold como Rafael Karsten contribuyeron enormemente al conocimiento cultural de esas siete etnias: Chiriguano, Chané, Chorote, Ashluslay, Tapiete, Mataco, y Toba, cuyo “hábitat”, tal como lo predecía Erland Nordenskiold, ha ido desapareciendo con el tiempo y otros eventos, asimilándose paulatinamente a la civilización mayoritaria.
ALBERT VOJTECH FRICH (1882- 1944)
Albert V. Frich nació en Praga en el tiempo en que Bohemia pertenecía al gran Imperio Austro-Húngaro, cuando la totalidad de la administración estatal estaba regida desde Viena, sede de la monarquía de los Habsburgos. Sin ser prominente, la familia Frich no era completamente desconocida; uno de sus tíos fue Intendente de la Colección de Historia Natural y su padre fue Alcalde de la ciudad de Praga; un tío segundo estuvo involucrado en la poco exitosa revolución nacionalista del año 1848.
Albert carecía de preparación universitaria formal. Después de un año de frecuentar estudios universitarios los interrumpió para no regresar nunca más a las aulas universitarias. El año 1900, a la edad de 18 años, partió para Brasil con la única idea de dedicarse al estudio de la Botánica, su afición principal. Durante este primer viaje a través de los ríos Mogi Guazú, Tieté y Paraná llegó a la región del Matto Grosso e hizo los primeros contactos con la etnia de los Bororos, despertando el interés por las etnias autóctonas de éstas regiones.
El año 1903, Frich regresó a Sur América y empezó a hacerse conocer, no solo como expedicionario sino también como entendido en cuestiones relacionadas a las etnias autóctonas del Brasil y Paraguay. A pedido del gobierno paraguayo tuvo éxito en levantar el mapa de la cuenca del río Pilcomayo y en dilucidar el lugar del asesinato del expedicionario vasco Pedro Enrique Manuel de Ibarreta y Uhagón, aventurero español que falleció por un golpe de macana de un indio Toba, en su balsa varada en medio de las arenas del estero Patiño, en el río Pilcomayo.
Frich se hizo todavía más famoso con la búsqueda de los rastros del artista y fotógrafo italiano Guido Boggiani, desaparecido años antes en la región habitada por la etnia chamacoco. Frich tuvo éxito en recuperar los restos mortales de Boggiani y su diario de viaje, conjuntamente con la colección de fotografías y dibujos, dispersos en las tolderías de los nativos.
Durante éstos viajes se puso en contacto, con las etnias Toba y Pilaga situadas a ambas orillas del río Pilcomayo a la altura del estero del Padre Patiño, donde se dedicó a la recolección de material etnográfico de éstas etnias.
La búsqueda de los restos de Boggiani lo llevaron a la región de la etnia Chamacoco situada al noreste del Gran Chaco, dispersa en las orillas y nacientes del río Paraguay y colindantes al noroeste con las etnias de los Ayoreos, ambas del grupo lingüístico Zamuco situados en territorio boliviano, entre los ríos Paraguay, Pilcomayo y Parapetí, delimitados, al norte, por la etnia chiquitana, al sur por la Serranía de los Zamucos y al oeste por la etnia chiriguana, extendiéndose hacia el noreste hasta la región de Roboré, que fue sede de la Tercera División del Comando Militar durante la guerra del Chaco.
Miembros de la etnia Chamacoco fueron los guías que dieron a conocer al Comando militar Paraguayo la presencia de la Laguna Chuquisaca, llamada por los paraguayos Pitiantuta, a cuyas orillas se fundó el fortín paraguayo Carlos Antonio López, en julio de 1931. El 15 de junio del año 1932 el Mayor boliviano Moscoso ocupó militarmente la laguna, día en el cual comenzó la Guerra del Chaco que significó el comienzo del ocaso de varias de las culturas autóctonas del lugar. Durante la primera expedición del Teniente Germán Busch en búsqueda de una prueba material de la existencia de la antigua Misión de San Ignacio de los Zamucos, el año 1931, estando él ausente, su tropa tuvo una escaramuza con gente aborigen del lugar, en una cañada cerca al río Timanes. La tropa disparó sobre los aborígenes , quienes trataron de defenderse con arcos y flechas. Tres aborígenes cayeron muertos, uno de ellos era una mujer con su niño; fueron las primeras víctimas de la guerra.
El tercer viaje de Frich a Sur América fue efectuado el año 1906. Tomó inclusive contacto con los indios Ranqueles, visitó la Patagonia y conoció la etnia Yagan en Tierra de Fuego. A su regreso trajo a Europa un miembro de la tribu Chamacoco, Chervuis, cuya presencia, en Praga, abrió las puertas a la curiosidad del público, en charlas y exposiciones.
Su último viaje a Sur America fue en los años 1909-1912 y estuvo dedicado a la recolección de material etnográfico de diversas etnias con la sola intención de llenar los huecos en las colecciones de los museos de Europa e incluso de los Estados Unidos.
Frich no fue un etnógrafo formal pero su obra y cometido fueron valiosos ya que complementan nuestro conocimiento sobre una gran mayoría de las culturas autóctonas en la extensa área del Gran Chaco. La lista de los objetos etnográficos recolectados y las etnias visitadas es impresionante.