La Caña en una guerra internacional
El capítulo de la guerra que tuvo Bolivia contra la Argentina



El capítulo de la guerra que tuvo Bolivia contra la Argentina, no ha sido un estudio de preferencia por parte de los historiadores bolivianos, es más, son contadas las personas que en Tarija, dedicadas a la historia, hayan abordado el tema. La mayor parte de ellos lo enuncian como un acto más o prefieren obviarlo y pasar a otros capítulos de nuestro pasado.
Sin embargo y gracias al trabajo y gestiones de don Wilson Mendieta Pacheco se pudieron recuperar muchos documentos que reunidos y catalogados están para todo investigador en el archivo de la Casa de la Moneda de Potosí.
Entre todos esos documentos, partes, extensos informes, mapas de las batallas, listas de soldados, listas de oficiales, procedencia de regimientos, de batallones, lista de municiones y demás, existe una carta que redactara el oficial de la guardia de caballería de Tarija Manuel Caso, que se convierte en un testimonio sincero del amor de nuestro poblador a su tierra.
De ello salió el presente ensayo.
Los días iniciales de Tarija como perteneciente a la flamante república de Bolivia fueron de mucho suspenso, mucha tensión y nerviosismo.
En realidad, habría que decir que los primeros años luego de la adhesión de Tarija a Bolivia fueron una especie de zozobra constante. Las noticias que se recibían de la capital de Bolivia, Sucre, señalaban que el tema no estaba del todo cerrado, porque la Argentina no daba su visto bueno y era porque ese país estaba en una constante revuelta de caudillos que luchaban por hacerse con el control de toda la nación o de una parte de ella.
Todo este clima vino a convertirse en una dura realidad cuando el Presidente argentino Juan Manuel de Rosas declaró la guerra a Bolivia, argumentando para ello, el tema de Tarija.
Los tarijeños de la época tenían ante sí un desafío a sus sentimientos y a su realidad, por un lado, existía una fuerte ligazón con las provincias argentinas, en especial las del norte, desde tiempos coloniales. Sentimientos familiares, comerciales, históricos pesaban sobre la emotividad de muchos tarijeños que en tiempos de la guerra de la independencia habían llevado para un mejor resguardo a sus familias a la Argentina, y –debe decirse- desde antes existía con esas poblaciones vinculaciones comerciales que se extendían en algunos casos hasta el mismo Buenos Aires.[1]
Por otro lado, estaba la decisión impuesta por las autoridades de mantener a Tarija junto a un país que se mostraba para esas fechas como modelo de América. Bolivia tenía diversos Códigos que reglamentaban ya su accionar como Estado, mientras los países vecinos eran todavía sociedades en permanente lucha intestina. Bolivia con el Presidente Santa Cruz había dado ya pasos firmes para consolidarse ante el común de las naciones del mundo. Esto aseguraba a un determinado grupo de tarijeñas certezas en lo político, en lo social, en lo económico, es decir se vislumbraba un escenario mejor que el que la Argentina presentaba.
De ahí que al principio cuando se convoca a las fuerzas nacionales, existe una especie de abulia entre los convocados a enlistarse. Tanto es esto así que el Prefecto de Tarija de entonces se ve en la necesidad de partir a San Lorenzo para agrupar un primer contingente bajo el mando del caudillo y Coronel Eustaquio Méndez, organizado este primer contingente retornan a Tarija y logran influir un poco en la población, pero todavía no lograban arrancar de su escepticismo e indiferencia al resto de los tarijeños.
Según dicen las crónicas, la llegada del Coronel Braun con la noticia que indicaba que los argentinos no venían por Tarija sino por el Chaco y por Bermejo fue el detonante que hizo que la población se movilizara. Si la noticia era falsa o cierta no detuvo la reacción de la población, esa noticia fue un catalizador que empujó a todo aquel que estaba convocado a enlistarse, sea en el batallón “Socabaya”, en los “Coraceros”, en la “Guardia Nacional” y quienes contaban con caballos en la “Caballería de Padcaya”.
Es necesario explicar, para que se comprenda mejor, el porqué de la reacción de la sociedad ante esa noticia, la mayoría de la población asentada en la ciudad de Tarija provenía en términos generales de sus provincias, así estaban los ganaderos de Chiquiacá, Tariquía, Itaú, Chimeo y Toldos que extendían sus ganados por todo el Chaco, cruzando varias veces el Pilcomayo, el río Grande de Tarija y al sur el Bermejo. Luego estaban los agricultores cuyas tierras de “sembrar” (“fanegadas” y “ollas”) estaban en todo el valle central, en buena parte de los valles de Salinas, los valles de Cinti y del San Juan. Finalmente estaban los comerciantes que recorrían toda esta geografía y más allá en su permanente comercio. El resto de la población asentada en la ciudad eran funcionarios públicos, contados militares, algunos maestros particulares y religiosos. Todos ellos tenían una poderosa vinculación con la tierra, sea en el Chaco, en el Bermejo o en el río Grande de Tarija, por lo mismo sintieron que la noticia llegada era como el anuncio de una desgracia para ellos, sus familias y descendientes.
Para el momento en que se daba toda esta movilización, en Tarija estaban presentes los hermanos Francisco, Valentín y Juan Echavarria, provenientes de Toldos, devotos de la festividad de La Cruz, en la Angostura, habían aprovechado su presencia en la fiesta para llegar hasta Tarija y completar algunas diligencias de la propiedad que hace un año habían comprado y donde vivían. De los tres hermanos, el menor Juan era promesante de La Santa Cruz a ello sumaba su destreza en la interpretación de La Caña. Al saber los tres hermanos la situación con la Argentina y al estar los tres “montados” y con cabalgadura de repuesto en “La Banda”, decidieron marchar al Valle de la Concepción y ahí formar junto a la Caballería de Padcaya.
Los dos meses de mayo y junio del año 1838 fueron de tremendas inseguridades en la población tarijeña. Las fuerzas argentinas habían ingresado a Tarija por el lado de Caraparí. Las fuerzas tarijeñas comandadas inicialmente por el General Burdett O’connor les hacían una guerra de desgaste lo que sumado a la indiferencia de la población por donde pasaban los argentinos, les llevó a un estado de desmoralización y desesperación por encontrar alimento para ellos y sus caballos.
El 20 de junio del mismo año la Caballería de Padcaya se estaciona en La Merced, desde ahí vigilan el constante retroceso de las fuerzas argentinas, esa noche reciben instrucciones para proseguir en su alcance, pero ya no a caballo, esto debido a las empinadas y pedregosas colinas. Al amanecer del 24 de junio las fuerzas tarijeñas y aquellas del ejército boliviano presentes recibieron los primeros proyectiles de los soldados argentinos y como si una fuerza monolítica habría sido respondió con coraje logrando la histórica victoria de Cuyambuyo.
Aquí el ensayo debe hacer un alto para transcribir un fragmento de la carta a la que hicimos referencia al principio, “… cuando lo vieron trepar sin cuidado de los proyectiles enemigos, me refieren que todos creyeron que era una lanza, … pero en medio del fragor del combate y ya casi alcanzada por él la parte superior de la cuesta “Espinillo”, lo vimos entonar con toda su fuerza, y todavía con más desprecio a los fuegos enemigos, su instrumento. Esa Caña, tan nuestra, hoy tan lejana... ¡Qué espectáculo fue aquello! Tú lo recuerdas porque estabas con los Granaderos, que fueron entre los primeros en coronar la cuesta y vencer a los argentinos…”[2]
La historia que siempre se elabora con pequeños aportes que las demás ramas de la ciencia le pueden proporcionar, sopesará este pequeño escrito y verá si le sirve a su mejor composición.
[1] El Archivo de la Nación Argentina atesora en su sección: Mercantil, Comercio y Tratados por lo menos 50 volúmenes que registra el comercio entre el puerto de Buenos Aires con Potosí, Charcas y Tarija.
[2] Carta de Manuel Caso al Dr. Aniceto Arce. Tacna 12 de junio de 1854. (Archivo Casa de la Moneda, Potosí)