Miguelín el Pato Aventurero
La laguna es muy pequeña, pensaba Miguelín



La laguna es muy pequeña, pensaba Miguelín, nadie sabía de otros lugares, sus padres jamás historia alguna le contaron. Lo único que sabía que era un pato más y que cuando fuese adulto a la cena de algún hombre podía ir a parar.
Se lamentaba de su situación, de no poder volar. Nunca le habían enseñado y ya era tarde para hacerlo.
Sus pequeñas y débiles alas su cuerpo no podían sostener, a menudo a otros patos salvajes, solía ver pasar y una desilusión deprimente le invadía ¿Adónde puedo ir? ¿Qué puedo hacer?
Se preguntaba
De pronto, fijo la mirada en el horizonte y una idea nació, si no podía volar, caminar podía con ese pensamiento en la cabeza, esa noche la más larga le pareció.
A la mañana siguiente, más temprano que nunca, su casa abandonó.
Hacia donde, no lo sabía, pero había que averiguarlo; jugando y comiendo se fue alejando en ningún momento pensó en perderse, confiaba en su juventud.
Pasaron los días y el pequeño Miguelín muestras de cansancio tenía.
El débil murmullo de un reluciente arroyuelo lo hizo detenerse y sin escudriñar al agua se lanzó.
Ahora si sentía nostalgia por sus hermanos nadó mucho hasta cansarse y cuando ya se acercaba la noche una pequeña casita divisó y como estaba entumecido y extenuado profundamente dormido allí se quedó.
En esa casita un zorro vivía, al descubrir al indefenso intruso el sueño le interrumpió.
¡Dios mío! Donde vine a caer-— pensó Miguelín y por más que forcejeaba para escapar más daño le hacían optó por quedarse quieto, temblando de miedo
Y el zorro algo tenía que hacer, así que a un barranco lo llevó
Ahora si estaba preso, su libertad se había terminado la tierra que cubría el barranco era muy alta y no podía volar.
Una tarde, cuando lloraba su desventura, un hueco descubrió y sin pensarlo más, en veloz carrera emprendió la huida
Exhausto, una laguna encontró, en ella muchos patos chapoteaban sin cesar.
Comenzó a sentir sosiego, al sentirse en compañía y a ellos se unió.
Pasaron los días a su familia encontró.
Algo de su aventura a sus hermanos les solía contar siempre terminaba diciendo, de la casa en que nacieron nunca se alejen y, más vale lo bueno conocido que lo malo por conocer.