Luis de Fuentes y Vargas y La Fundación de Tarija
El Concurso Nacional de Ensayo Histórico-Literario "Dn. LUIS DE FUENTES Y VARGAS Y LA FUNDACIÓN DE TARIJA"



PREFACIO
El Concurso Nacional de Ensayo Histórico-Literario "Dn. LUIS DE FUENTES Y VARGAS Y LA FUNDACIÓN DE TARIJA", constituye el primer evento del Programa mencionado y fue realizado con el auspicio de la Presidencia de la República, la H. Cámara de Diputados, la Embajada del Reino de España y el Consulado del mismo, en Tarija, el Ministerio de Educación y Cultura y la Fundación para el Desarrollo de Bolivia (FUNDES- BOL), en coordinación con la H. Alcaldía Municipal, la Universidad Autónoma "Juan Misael Saracho" y la Casa de la Cultura de Tarija.
El Jurado Calificador compuesto por reconocidas personalidades de la Literatura y la historia nacional: Arq. José D. Mesa. Dr. René Arce y Dr. Carlos Ávila Claure, quienes comprendieron y valoraron la importancia del proyecto y aceptaron sin condiciones la responsabilidad encomendada. El análisis profundo de los catorce trabajos presentados dio el siguiente resultado:
Categoría mayores:
Primer lugar: Juan Carlos Terán López
Segundo lugar: Carlos Armando Humérez Ruiz
Mención honrosa: Zulema Bass Werner de Ruiz
Categoría juvenil: Ernesto Farfán Torres
Arturo Liebers Baldivieso
DIPUTADO NACIONAL POR EL
DEPARTAMENTO DE TARIJA
En el año 1574, habían pasado aproximadamente 82 años desde que Cristóbal Colón pisara por primera vez el "Nuevo Mundo". Reinaba en España el Rey Felipe II, y ocupaba la silla apostólica S.S. Gregorio XIII.
En ese año los españoles dominaban las nuevas tierras llamadas ya de "América", compartiéndolas con los portugueses. Los audaces y aventureros españoles seguían lanzándose en busca de nuevas tierras y riquezas. Eran muchos los caballeros que hacían gala de sus hazañas; así, por ejemplo, conocíase muy bien los territorios del antiguo Kollasuyo al intrépido conquistador que 14 años antes había fundado Santa Cruz de la Sierra: Don Ñuflo de Chávez.
La enorme extensión y dificultad de comunicación entre los territorios conquistados obligó a la Corona a evitar en lo posible centralizar el poder y el gobierno en un solo funcionario, para esto se crearon dos principales organizaciones: las Audiencias y los Virreinatos; estos últimos representantes del Rey en sus colonias. Los primeros Virreinatos fueron de la Nueva España o México, constituido en la destruida Tenocchitlán, y el del Perú, creado en el año 1542, con su capital Lima. Estos Virreinatos resultaron beneficiosos para la expansión conquistadora y administrativa de la Corona, por lo que posteriormente en 1711 y 1716 se crean los Virreinatos de la Nueva Granada y del Río de la Plata, con sus capitales Bogotá y Buenos Aires respectivamente.
La máxima autoridad del Virreinato del Perú desde mediados del siglo XVI, era Don Francisco de Toledo, designado Virrey por el Rey Felipe II. Toledo recorrió todo el vasto territorio de la Audiencia de Charcas instituyendo nuevas leyes, luchó también contra las tribus bárbaras que se oponían a la expansión del cristianismo y construyó muchos caminos, restableciendo otros de los Incas, para vincular a los pueblos de todo el Virreinato. Fue por todo eso admirable la obra organizadora, política y administrativa que realizó.
El vínculo administrativo de los territorios conquistados y los ocupados por los aborígenes en el sur del Virreinato del Perú fue la Real Audiencia de Charcas, creada por cédula real en 1559; sus límites alcanzaban desde el Cuzco hacia el norte, Paraguay al este, la actual provincia Del Tucumán al sur y las costas del pacífico al oeste; llamándose a todo este territorio el reino de la Nueva Toledo. La influencia de la Audiencia fue fundamental en el orden administrativo del Virreinato del Perú.
Hasta 1534 dominaban estas tierras los Incas en el norte, los Charcas al sud este, los Chichas al sur y al extremo sur de Charcas, en el actual territorio Argentino, los Humahuacas; en el Chaco subandino los Chañes, que vinieron desde las Cuencas del Madera y el Guaporé, desprendiéndose de la rama Moxo - bauré de la familia Arawak. En el Valle Central de Tarija habitaban tribus más pequeñas como los Tomatas y Coimatas al norte, y los Churumatas al sur.
Al sur del Pilcomayo y hasta el Itiyuru y Aguaray, en la hoy Provincias de Salta, donde los sedentarios y pacíficos Chañes cultivaban el suelo, se establecieron los advenedizos Tupi-Guaraní, quienes sometieron a los Chanés haciéndolos prisioneros y esclavos.
Los Guaraníes vinieron de las llanuras del Paraguay atravesando las inmensas e inhóspitas serranías del Chaco Boreal que separaban sus tierras de origen y el Chaco Subandino, estableciéndose en él a fines del siglo XV, más o menos al mismo tiempo que las tierras americanas eran descubiertas por Colón en el año 1492.
Establecidos los Guaraníes y sometidas las mujeres Chanés, dieron origen a la raza mestiza de los feroces y guerreros Chiriguanos, que tenían organizado un despiadado ejército. Según el padre Lizárraga y los testimonios de la época, los Chiriguanos eran un pueblo cruel que cometía infinidad de exterminios, robos y sojuzgamientos a los demás pueblos vecinos y posteriormente se enfrentaron con los intrusos españoles que pretendían conquistarlos y dominarlos; la razón que los hacía actuar de ese modo, parecía por demás lógica, pues los Chiriguanos se encontraban entre las resistencias de los pueblo sojuzgados y el acoso de los Españoles al occidente y las llanuras inhóspitas del Chaco al oriente. Sin la menor posibilidad de emprender una retirada a sus tierras de origen, viéronse ante la necesidad de defenderse y luchar hasta la muerte, estableciendo una guerra sin límites contra sus agresores.
Comenzada la guerra entre los españoles y los Chiriguanos, el Virrey Toledo decidió enfrentarlos. Para entonces, en 1572, la Nación Chiriguana era poderosa, contando con más de 40.000 guerreros que, en su avance, llegaron a los llanos del oriente y a todas las estribaciones de los Andes; por eso una de esas estribaciones tomó el nombre de la Cordillera de los Chiriguanos. Vivían estos en son de guerra, eran tan hábiles que difícilmente se podía atrapar a algunos de ellos; sus armas principales solían ser el arco y la fecha, usados con destreza y fortaleza. De esta manera llegaron hasta la provincia de los Charcas, Santa Cruz de la Sierra, Condorillo, los valles de los Chichas y Tarija, obligando a las tribus que en esos lugares vivían pagar vergonzosos tributos a condición de no atacarlos, rompiendo muchas veces el trato. "Tenían por religión la venganza y llamábanla trueque hasta haberla hecho y no reposaban hasta haberla conseguido". Sintiéndose agredida la administración colonial hispana el Virrey Toledo notificó al Rey, desde La Plata, la decisión de emprender la guerra a los rebeldes, "principalmente porque obstaculizaban los caminos y en especial la comunicación con el Tucumán, el Río de La Plata y Santa Cruz de la Sierra, imposibilitando el tráfico y comercio entre dichas provincias", el Virrey concluía su carta diciendo que "no quedaba otro recurso que enfrentarlos y confinarlos a los llanos, para luego reforzar las poblaciones ya fundadas y establecer otras en los valles y cordilleras, para evitar pongan en peligro las ricas poblaciones y asientos mineros de Charcas".
El 2 de junio de 1573, el Virrey Toledo en persona salió de La Plata con un poderoso ejército en pos del rebelde enemigo; alistándose previamente soldados venidos del Cuzco, La Paz, Potosí, Villa de Oropeza, contingente de Indios Chichas reunidos para tal efecto. El gallardo ejército dividióse en dos partes, una entró con Toledo por Tomina y la otra, por los valles de Tarija con la intensión de reunirse todos en el corazón de la Cordillera de los Chiriguanos. Estas intervenciones fue quizás el más grande error de Toledo, pues no logró su cometido, sino más bien un ejército diezmado y destruido. Sin embargo, los soldados y capitanes españoles lograron despejar las entradas y salidas de los caminos de la Cordillera y tomar algunos asentamientos chiriguanos, destruyendo sus casas y sembradíos.
Más de ocho meses duró la campaña del Virrey Toledo, sin lograr "exterminar" a la peligrosa tribu; por el contrario estas acciones sólo lograron ensoberbecerlos y reunirlos nuevamente para ir en busca de venganza, atacando así reiteradas veces las fronteras de Charcas, las ciudades de Santa Cruz de la Sierra, Tucumán y otros del norte Argentino, poniendo en consecuencia en peligro a las poblaciones que se iban fundando. Mandó Toledo un informe al Rey de España en el cual relataba que las últimas intervenciones de los Chiriguanos, "no sólo ponían en peligro las poblaciones atacadas, sino todo el Perú quedaba amenazada por el feroz ejército", y terminaba el Virrey su extenso informe diciendo que: "habiendo escuchado el consejo de los mismos indios y algunos generales experimentados como el general Mosquera, decidió apresurar la fundación de varias ciudades y villas, especialmente la proyectada San Bernardo de la Frontera de Tarija".
Muy entrado el año 1573 el Virrey todavía en la ciudad de La Plata, mantenía la idea de fundar una ciudad que protegiera a las de Charcas, Potosí, Tucumán y otras como así sirviera de resguardo a los españoles que tuvieran que atravesar los caminos desde el Perú a las provincias del Río de La Plata, sin embargo no había podido encontrar Toledo al hombre que tomara bajo su responsabilidad la fundación de la nueva ciudad que, según sus propias expresiones "era la mejor entrada" para contener al indomable ejército indígena, además de ser "la tierra más fértil de todo el reino". Pasó los últimos dos meses de ese año de 1573 buscando gente para su proyecto. Habló primero con Don Lorenzo Suárez de Figueroa, quien conocía muy bien los valles de Tarija; pero éste no quizo aceptar esta encomienda diciendo que tenía mucho interés en Santa Cruz, donde esas fronteras no ofrecían tanta amenaza como las que presentarían las de la futura población; ofreció luego esta empresa al Gral. Mosquera, de quien se decía conocía más que nadie los valles tarijeños e incluso hablaba el idioma chiriguano. El general se excusó por su avanzada edad, y en cambio, recomendó al Virrey al Capitán Don Luis de Fuentes y Vargas, hombre que se distinguió como Corregidor de los Chichas y por valiente y honrado; y además disponía de recursos para realizar la fundación "a su costa y tuición".
Luis de Fuentes y Vargas era originario de España, natural de Sevilla, hijo legítimo de Don Pedro Fuentes, natural de la Rioja, y Doña Ana de Vargas, natural de Sevilla. De esta unión nació, probablemente, el 21 de junio de 1530, un niño al parecer de débil contextura pero agraciado de formas, fue bautizado con el nombre de Luis y creció en medio de familias ilustres y distinguidas. Desde muy pequeño soñó con las conquistas y viajes a nuevas tierras. Escuchaba con mucha atención los relatos de los conquistadores que regresaban airosos de sus viajes y quería ser uno de ellos. Como buen fruto de las tradicionales familias españolas llegó a ser fervoroso cristiano, fanático católico, virtuoso y honrado. Por todo ello consagró su vida al bien, el servicio del cristianismo y a la Corona Española.
El joven Luis de Fuentes y Vargas se puso al servicio de la administración y del ejército de las "Indias" por influencia de su tío Alonso y de su amigo Don Juan Tarifa, -quien era nieto de Francisco Tarifa-, para luego enbarcarse al "Gran Perú" en el año 1554, a medio viaje, hizo escala en Panamá, donde prestó servicios en el ejército por casi dos años. En el año 1556 prosiguió viaje al Callao y Lima donde se asentó desde noviembre de ese año. Posteriormente se dirigió a La Paz y La Plata, alistándose en las unidades militares al servicio del Virreinato del Perú, al mando del Conde de Nieva, Don Diego Acevedo y Zúñiga. En los años 1557 y 1558, Fuentes comenzó a destacarse como excelente oficial de los ejércitos de su Majestad, ya que había cubierto con éxito varias misiones que le encomendaron. De esta manera se delegó a Fuentes la difícil tarea de hacer la guerra a los indios Chichas hasta someterlos: Sin embargo, Fuentes y Vargas prefirió a la guerra la persuasión, los métodos pacíficos y la defensa de aquellos indios ante los avances de los Chiriguanos. En una ocasión libró a los Chichas de un descomunal asalto por parte de los descendientes Guaraníes. Por estas y muchas otras acciones le fue dado el cargo de "Corregidor de los Chichas", quedando como Gobernador de la provincia del mismo nombre, en la que descubrió prometedoras minas cerca de Tupiza, ciudad que fundó y donde se afincó durante muchos años explotando vetas preciosas de minerales. Muchos son los pueblos que se conoce fueron fundados por este insigne caballero; entre los que más se destacan están: Calcha, Santiago de Cotagaita, posteriormente erigió Tomina, Villa Lagunillas, Pompeya y Pilaya. Fundó y Pobló también los valles de Apacheta, Suipacha, Cinti y Tarabuco.
Fuentes levantó en la provincia de Los Chichas numerosas iglesias y conventos, trayendo por su cuenta religiosos que le ayudaron en la cristianización de los "infieles".
En estos lugares y en dichas actividades se encontraba Luis de Fuentes cuando el Virrey Toledo se propuso convocar a los caballeros que irían a fundar la Villa de San Bernardo de la Frontera de Tarija. Es así que llamó el Virrey, además de Fuentes a Femando Zárate, Gabriel Paniagua de Loaiza, Francisco de Cavalles, Diego Pantoja y a varios más. Pero a la llegada de los convocados, el Virrey Toledo no había decidido quién sería el comandante de la misión, sino, hasta que llegó el hombre que reunía las mejores condiciones, con las mejores recomendaciones de los oidores de la Real Audiencia, de venerables sacerdotes, y de otros importantes funcionarios: el Capitán Don Luis de Fuentes y Vargas.
Llegó este insigne caballero ante la presencia del Virrey y los primeros días de enero del año 1574, siendo recibido solemnemente por el propio Toledo en la ciudad de La Plata. Quedó el Virrey maravillado por su personalidad, sus grandes cualidades de militar y gobernante, y por sus notables conocimientos históricos, literarios y jurídicos. Luego de escuchar Fuentes y Vargas, los planes del Virrey aceptó el ofrecimiento de comandar la misión que fundaría la Villa y pidió se le concedieran entre otras cosas, el hábito de Santiago, el ascenso a general y ser investido de la autoridad suficiente, solicitó también que una vez vencido el peligro chiriguano y fundada la Villa, se le dieran el gobierno de las tierras de Tucumán, Jujuy, Tarija, Los Chichas y los abandonados Llanos de Manso; argumentando reunir así estos territorios en una gran provincia más grande y rica que la provincia de los Charcas, asegurando de esta manera la definitiva comunicación entre el Perú y las provincias del Río de La Plata. Sus peticiones de gobierno llegaban, en consecuencia desde la provincia de los Charcas, por el occidente y por el otro lado, las tierras comprendidas entre los ríos Parapetí, Paraguay y Bermejo.
Fuentes, finalmente pidió ser nombrado "Corregidor y Justicia mayor" de la nueva Villa de San Bernardo de la Frontera de Tarija. A cambio de sus ambiciosas peticiones, Fuentes prometía fundar la Villa de Tarija, otras que convengan a su distrito, explorar, reconocer y conquistar nuevas tierras para la Corona. Comprometiéndose a llevar 80 soldados españoles, cientos de indios amigos contratados por su cuenta, además de armas, pertrechos bélicos, materiales de labranza y semillas para asentar la futura población; se encargaría asimismo de llevar sacerdotes para la cristianización, erigir iglesias para la conversión de los "infieles", y naturalmente, de acuerdo a las leyes de la Corona, se comprometía a dar buen trato a los nativos, fomentar la agricultura, la ganadería, adquiriendo todo lo necesario " a su costa y minción y sólo con el deseo de servir a S. M. y a la cristiandad".
Quedó el Virrey un tanto sorprendido por las peticiones del rico hidalgo, que de simple Capitán y Corregidor de los Chichas quería el grado de General, el hábito de Santiago y la Gobernación de una gran provincia. Mas, Toledo, teniendo en cuenta la experiencia de las fracasadas misiones que no llegaron a cumplirse, quiso primero verificar ciertas pruebas para conceder tanto; sin herir las pretensiones del Capitán, con lenguaje sincero le propuso que si cumplía lo que éste prometía dentro de los seis primeros años, muy bien le daría lo solicitado y además sería recompensado por S. M.
Aceptada la propuesta por Fuentes, el Virrey Francisco de Toledo, expidió, el 22 de enero de 1574, la "Provisión Real", redactada por Álvaro Ruíz de Navarro, que entre otras cosas decía:
"Don Francisco de Toledo, mayordomo de Su Majestad, Virrey del Perú, por cuanto llegado a las Provincias de los Charcas, ha constatado los daños, muertes y robos que los indios chiriguanos han hecho en las fronteras y ha tratado por los medios de paz de sujetarlos y para defensa de los españoles vasallos, ha resuelto se hagan algunas poblaciones en aquellas fronteras y la primera que se haga sea en el valle de Tarija, por ser de tanta importancia y reparo para los efectos susodichos ... y porque habiendo tratado con Don Luis de Fuentes lo tocante a la dicha fundación, se la he cometido y se llame Villa de San Bernardo de la Frontera…"
Provisto de sus capitulaciones, Fuentes ese mismo día comenzó con la morosa tarea de contratar españoles e indios amigos, reunir elementos militares y agrícolas para emprender el peligroso viaje a los valles de Tarixa. Por experiencia sabía que en las fundaciones era necesario seleccionar bien a los que serían los futuros pobladores de las villas, pues de esto dependía gran parte de la empresa. Le tomó dos meses realizar los preparativos, aspecto que comunicó al Virrey.
Llegó el 16 de marzo de ese mismo año de 1574. Todo estaba preparado, soldados, armas, municiones, caballos y otros objetos necesarios para emprender la peligrosa misión, sin imaginarse siquiera que el destino de muchos de los voluntarios españoles sería segado por la furia de los bárbaros salvajes. Esa misma mañana se dirigieron a la iglesia mayor de La Plata a escuchar la Santa Misa y la bendición.
Se encontraba Fuentes a la derecha del Altar Mayor frente a sus cincuenta caballeros y soldados, y más de un centenar de indios que permanecieron humildemente hincados. Luis de Fuentes vestía un lujoso uniforme de Capitán con espuelas doradas de caballero y una flamante espada que el día antes le regalara el propio Virrey. Acompañaban a estos en el Santo Oficio miembros del Cabildo, Oidores de la Audiencia, dignidades eclesiásticas y altos funcionarios civiles, políticos y militares. En el púlpito el R. P. Estrada, amigo del Capitán, rindió homenaje al Virrey en un magnífico sermón y trazó la biografía laudatoria de Luis de Fuentes, como así también de los demás caballeros que lo acompañaban. Luego Toledo mandó leer por el escribano público la "Real Provisión". Pasada la ceremonia, el Comandante de la expedición mostró una imagen de San Bernardo "... que se abocó como su protector, patrono y abogado...", ante la imagen juró cumplir fielmente con sus capitulaciones. Después enseño las cosas que llevaba para el culto en las iglesias y para los sacerdotes.
Se realizó el recuento de la gente, comprobándose que eran cincuenta hombres españoles, algunos con sus mujeres e hijos, e indios de servicio. Se comprobó que los gastos a cuenta de Fuentes llegaban a 170.000 pesos; demostrando de esta manera que el Comandante cumplió más que en menos lo acordado, por lo que el Virrey hizo leer la Orden donde se lo nombraba Corregidor y Justicia mayor de la villa de Tarija por el tiempo de seis años.
Cumplió los requisitos, procedió Toledo a despedir la gallarda hueste, dirigiendo sinceras palabras tanto al intrépido jefe de la expedición como a los demás expedicionarios.
Al medio día comenzó a alejarse la abigarrada tropa de la tranquila ciudad de La Plata; iba ésta al mando del Capitán Blas Carmeño, y Don Luis en blanco rocín acompañado de sus dilectos amigos, don Antonio Esquete y Gutiérrez de Velásquez. A distancia venían valientes mujeres y entre ellas, se podía distinguir a Doña Ana de Gutiérrez, uno de sus hermanos e indios amigos, detrás de éstos venía, arreada por negros, una tropa de caballos, yeguas, ganado vacuno, caprino y ovejuno, además de varias mulas de carga.
Habiendo avanzado hasta la Villa Imperial de Potosí, hombres y bestias permanecieron unos días ahí, mientras Fuentes hizo arreglos en sus minas y casas; proveyéndose también de nuevos elementos y recursos. Dejaron Potosí para bajar en línea recta hasta la capital de los Chichas, donde permanecieron una semana, empleada íntegramente en refrescar la tropa y reunir más indios, pues eran muchos los Chichas que querían seguir al lado de su "padre y protector".
Por fin, en los primeros días del mes de abril del año de 1574, la valiente hueste de fundadores hizo una estación en las serranías de Iscayachi. En la mañana del 15 de abril, antes de salir de Iscayachi, Fuentes como buen estratega y militar hizo tomar todas las precauciones para iniciar el peligroso descenso que los llevaría a los primeros valles; mandó primero una partición de 30 soldados españoles acompañados de unos cuantos indios al mando del Capitán Blas Carmeño, mientras el resto de la tropa seguía a pocas leguas. Llegaron todos al pie de la cuesta de La Calama, donde aún se podía ver las ruinas de las primeras fundaciones que hicieron, primero, el General Núñez del Prado, y posteriormente Don Juan Ortiz de Zárate.
Pasado unos días, descendió la tropa al Valle de los Tomatas con el propósito de reconocer la tierra y buscar sitio propicio para la fundación de la Villa. Fueron unos cuantos españoles a investigar los alrededores y regresaron contándole al Capitán que habían encontrado un lugar más cálido, que además estaba regado por las aguas de un hermoso río; decidió Don Luis trasladar su gente hasta las riberas del río de La Calama, donde determinó la fundación.
Más tarde estableció un fuerte donde podía refugiarse de los posibles ataques Chiriguanos. Confiados por la construcción de la defensa, comenzaron a salir en busca de nuevas tierras donde poder levantar pequeñas poblaciones. Se decidió echar los cimientos de la nueva población en un lugar próximo al mencionado fuerte, en las ciénegas de Tarija - Cancha o, posteriormente, Tarija la Vieja.
Viendo Don Luis que este era un lugar estratégico para establecer, decidió trasladar toda la gente.
Luego de unos meses de permanencia en las tierras de Tarija-Cancha, encontraron a unos kilómetros unas altas lomas, que serían muy apropiadas para vigilar los movimientos de los bárbaros; entonces nuevamente decidieron trasladarse, dejando abandonada la primera fundación que dos meses antes habían construido. Esas lomas fueron habitadas durante mucho tiempo por los españoles y ahí erigieron la primera iglesia, en agradecimiento al Santo que milagrosamente los había librado de perecer muchas veces en manos de los nativos, por eso nombraron a dichas colinas "Lomas de San Juan".
Posteriormente bajaron a orillas de un río que se encontraba muy próxima a las lomas donde ellos estaban, y Fuentes y Vargas bautizó a este río con el nombre de "Guadalquivir", al igual que el Sevillano río del mismo nombre. Más al sur de este río, sobre la ribera izquierda extendíase una pequeña y llana meseta. Parecióle a Luis de Fuentes la parte más cómoda del valle y mandó desembarazarla de la arboleda y maleza que lo cubrían. Con las formalidades correspondientes tiró las primeras líneas de la Villa de San Bernardo de la Frontera. Era el 4 de julio de 1574.
A poco del día de la fundación de la Villa, proveyó el Virrey el nombramiento de Alcaldes ordinarios, Regidores, Procurador y Mayordomo al Cabildo de la nueva ciudad, facultando asimismo para elegir sus Alcaldes en los años sucesivos y al Justicia Mayor de confirmarlos.
Tres meses después se dirigió el Cabildo de San Bernardo de la Frontera a la ciudad de La Plata para informar los detalles de la fundación. En ese documento se decía que se realizó en un hermoso sitio, cerca de un río que corría por medio del pueblo, y dos acequias abundantes con abundante agua, que la tierra era muy fértil, el valle extenso, existía mucha caza y bastante ganado cimarrón.
Comenzó entonces a crecer la Villa en un ambiente de mutua comprensión y tranquilidad entre sus pobladores. Se realizaron las primeras construcciones, entre las que figuraban la de la Iglesia Mayor, dedicada a la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora por el Capitán y Justicia Mayor de la Villa. A dirigirla vino de la ciudad de La Plata, del convento Dominicano, el Vicario Fray Francisco Sedeño, quien fue nombrado Capellán.
En el primer tiempo la suerte de la Villa no fue muy prometedora, pues transcurrió entre las feroces luchas contra los salvajes chiriguanos y las privaciones de los españoles que les llevó incluso hasta la miseria, haciendo que muchos desertaran, volviendo a Potosí y Charcas. Quedaron solo veintitrés españoles y algunos indios, diez arcabuces y nueve espadas como armas. Su alimentación consistía en un poco de maíz suministrado por los nativos. Esto los obligó a mandar una carta al Virrey, el 28 de diciembre del mismo año 1574, que en sus últimas líneas decía: "Suplicamos a V. E. nos dé licencia para ir a buscar nuestras vidas y no estemos aquí perdidos". Sintiendo lástima Toledo de las necesidades de los colonos tarijeños les envió recursos y ordenó les mandaran indios para que ayuden en la construcción de sus viviendas; remitióles también municiones que no tenían. A los desertores les ordenó volvieran, bajo pena de perder sus tierras y otros castigos.
Se cumplieron las órdenes del Virrey, con lo que los colonos pudieron continuar la lucha contra los chiriguanos, apoyados por los Tomatas que se convirtieron en sus aliados. La nueva ciudad era atacada permanentemente por los salvajes y la defensa era cada vez más efectiva. Se cuenta que en ausencia del Capitán Fuentes la ciudad fue sitiada y, luego de un día de encarnizadas batallas, los españoles al mando del Capitán Blas Carmeño lograron poner en retirada al enemigo. En otra oportunidad los colonos tarijeños emboscaron a los chiriguanos en un lugar llamada hoy la Matara, causándolos numerosas bajas. Este triunfo hizo que los Tomatas, quienes participaron decididamente en la batalla, iniciaran la constitución de una iglesia en recuerdo al Santo que los protegió: San Lorenzo.
Así mejoraba la suerte de la nueva ciudad y la defensa contra los chiriguanos, Luis de Fuentes enfrentó otras dificultados Algunos españoles entraron en rebeldía y violencia por sus ambiciones. Acusaron desagradecidamente a Fuentes de varios cargos; lo que provocó se le instauraran un "Juicio de Residencia”, que le ocasionó al Capitán la suspensión del ejercicio de sus cargos. Don Luis desilusionado regresó a La Plata. En su ausencia las insidias y maldades se duplicaron reinando el caos en la Villa. Por todo ello la Real Audiencia llamó y pidió a Fuentes regrese a Tarija, invocándole el afecto al pueblo de su creación. Aceptó el Capitán el pedido y así regresó para restablecer la tranquilidad nuevamente en la ciudad. Sin embargo transcurridos dos años, fue acusado nuevamente de varios cargos, los que se resumían en haber dado más tierras a los últimos pobladores que llegaron con él a su regreso, sus ausencias reiteradas a La Plata y preferencias a sus amigos. Partió a defenderse de tales acusaciones a esa ciudad y presentó como descargo un expediente de sus servicios en el Perú con los reconocimientos de los mismos. Antes de conocer el resultado del juicio y el reconocimiento de sus servicios y todavía ansiando retomar a su amada Villa de San Bernardo de Tarija, murió el 3 de agosto de 1598, en la casa de su heredero universal, Don Juan Pórcel de Padilla. Fue enterrado en la ciudad de La Plata.
Con la muerte del valiente Capitán, que ofrendó su vida a la defensa del Virreinato, la creación de nuevas ciudades y la expansión del cristianismo, se cerraba una parte de nuestra historia y se abría otra. Se cumplió en gran parte el propósito de dominar a los chiriguanos, pero quedó la empresa de engrandecer una región: TARIJA