El cuento de nunca acabar
DEDICATORIA Dedico este sueño a todos los niños que de una u otra manera, tengan limitada su existencia y pido a quien corresponda y a la sociedad entera, velar por mejores días para todos los de “alitas quebradas”, los “falta de amor”, los de “ojitos sin luz”... Con ternura. La...
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DEDICATORIA
Dedico este sueño a todos los niños que de una u otra manera, tengan limitada su existencia y pido a quien corresponda y a la sociedad entera, velar por mejores días para todos los de “alitas quebradas”, los “falta de amor”, los de “ojitos sin luz”…
Con ternura. La Autora
El arco iris dormido
En las tardes estivales don Carlos y Doña Victoria salían a dar su paseo acostumbrado, parábance de trecho en trecho a contemplar el esplendor del verano en los huertos cuajados de frutos que, expandían su fragancia de colmenar; otras veces admirados se sobrecogían ante el espectáculo maravilloso del arco iris dormido en los jardines convertido en rosas, violetas y jazmines.
Frondosos ceibales
Tomados de la mano caminaban por una lar…ga avenida de árboles gigantes y plazoletas en ambos lados del camino, donde protegidos por la sombra de frondosos ceibales, descansaban los ancianos y jugaban los niños.
Al ver llegar a la gentil pareja los pequeñuelos dejaban sus juegos y po… co a poco se acercaban a ellos.
Doña Victoria comentaba:
-¡Que árboles tan bellos! –
– Noto que cercana la Navidad están llenos de pimpollitos –
– Reventarán los gallitos el día de Navidad – contesta soñador don Carlos
– Hay muchas historias al respecto: dicen que esos gallitos son la voz del. Gallo anunciador del advenimiento del Niño Dios
Principitos de los cuentos de hadas
– ¡Cuéntenos!… ¡Cuéntenos!… – piden ávidos los pilludos acostumbrados a escuchar las historias que diariamente les regalaban los dos ancianos; quienes tomaron asiento en un banco de piedra, con los niños a su alrededor, unos hincados, otros de pie, otros en cuclillas, sobre la alfombra de felpa roja y verde que el viento travieso al pasar, arrancaba de sus racimos los tiernos gallitos aun no nacidos que, los rapazuelos ensartaban
para formar con ellos, coronas, pulseras, collares, con las que se adornaban.
Don Carlos divertido exclama:
– estos niños parecen pequeños principitos de los cuentos de hadas –
-Están preciosos enjoyados con el rubor del verano – contesta Doña Victoria llena de admiración.
Los impacientes espectadores les pedían una y otra vez implorantes: cuente… cuente…. cuente abuelito.
El abuelo con los ojos entrecerrados comienza el relato.
El cuento de nunca acabar
Este cuentito me lo contó mi nana Rumualda, cuando yo era un niño. Escuchen: Dicen que
aquella noche todo estaba en calma y todo dormía serenamente. Los
campesinos en sus hogares, las aves en sus nidos, las fieras en sus madrigueras –
Huy… huy… ¡qué miedo!
exclaman los niños apretándose unos con otros
La estrella luminosa
Como les dije – prosiguió Don Carlos – todo estaba en quietud solo rompió esa paz una estrella extraña de brillo sobre natural que rauda cruzaba el cielo y que tenía una cola lar.. .ga, larguí…sima que a su paso dejaba una estela fosforescente. Era como un enorme ojo que paseaba su mirada buscando… buscando… abrazando con su luz todo el villorrio, ¡de pronto! se paró exactamente sobre el portal de Belén y extendió sus rayos que como dedos luminosos señalaban un lugar especial-
Doña Victoria con emoción pregunta:
– ¿Nadie se dio cuenta de esa maravilla? – Él le responde divertido:
– Claro que se dio cuenta nada menos que… adivina adivinador quien se dio cuenta de este esplendor? –
– Ricardito un leñador –
Don Carlos – frió… frió… –
Brenda: – un gato –
Don Carlos – caliente… caliente…
Colette – una ovejita –
Don Carlos – caliente… caliente.
Deysi – las palomas –
Don Carlos – caliente…. caliente –
Dayita – el arco – iris –
Don Carlos – frió – frió
Carlos Alberto: – el rio –
Don Carlos: – frió… frió… –
Dagmar: – las piedras –
Don Carlos: – frió… frió…
Si nombraban personas o cosas Don Carlos les decía frió… frió… pero si nombraban aves o animales exclamaba caliente… caliente, nadie acertó entonces él calmadamente les dijo:
– ¡UN GALLO! –
– ¿Un gallo? – exclamaron extrañados los niños
– ¡un gallo! – afirmó el relator
– Un gallito fue el que primero sintió las vibraciones celestiales del fenómeno estelar.
– Dicen que el gallo amodorrado desde el largo brazo del gigante árbol que lo cobijaba observaba primero con un ojo cambiando de postura y abriendo el otro ojo de rato en rato se encrespaba. Luego párose de golpe y sacudiéndose repetidas veces levanto su cabeza escudriñando una vez más el cielo azulino, se quedó pico abierto de asombro cuando la estrella comenzó a pestañar y bañándolo en su luz le trasmitió su mensaje en un lenguaje inaudible que tan solo él gallito podía entender. Con una alegría desbordante batió las alas repetidas veces y lanzo al mundo su canto de anuncio.
-¡ki… ki… ri… ki…!
-¡co… co…ro…co…!
¡CRISTO NACIÓ!
¡CRISTO NACIÓ!
Doña Victoria interrumpió curiosa:
¿Cómo un solo gallito pudo hacerse escuchar en todo el mundo?-
-Shis… – los niños impacientes ponían sus dedos en señal de silencio.
Los campos adornados de rubí
El buen abuelo inspirado le contestó:
– El canto fue rodando por laderas, montañas, selvas, mares, enredándose en los ceibales, donde con la rapidez de la luz brotaban pequeños y rojos gallitos que a su vez llevaban la buena nueva por todo el mundo coronando a su paso de rubí los campos y vergeles.
-¡fue un incendio universal!
-Qué tiempos aquellos de tanta fé – comenta la abuela
-Siga… siga abuelito… – gritan los pihuelos
-¿Donde… donde… está ahora el canto rodado? – preguntan curiosos el anciano estaba conmovido con esa comprensión extraordinaria que Dios le dio para con los niños y les dijo lleno de ternura:
También hace mucho que nosotros la buscamos –
¿Qué les parece si intentamos encontrarla? –
En busca del canto rodado
– Comienzo yo –
Don Carlos: – ki… ki… ri… kí… está en el corazón de la rosa –
Doña Victoria: – ki… ki… ri… kí… en el canto del arroyo –
Ocachín: – ki.. .ki.. .ri.. .kí… está en el alma del rio-
Mirtha: – ki… ki… ri… kí… está en las olas del mar –
Roxana: – ki.. .ki.. .ri.. .kí… en el perfume del azar –
Fernando: – ki… ki… ri… kí… está montado en el viento –
Myra: – ki.. .ki.. .ri.. .kí… del alelí en el aliento –
Liliana: – ki… ki… ri… kí… en la miel del colmenar –
Dachy: – ki.. .ki.. .ri.. .kí… en el corazón de los juguetes –
Nildita: – ki… ki… ri… kí… en el oro del trigal –
Ernesto: – ki… ki… ri… kí… el canto está aquí – dice tocándose la garganta
Waldo: – ki… ki… ri… kí… en el violín de los grillos –
Alejandro: – ki… ki… ri… kí… en los caballitos de mar –
Abuelo: – ki… ki… ri… kí…
Este es el cuento
Cuento recuento
Que está en la
Flor del azar.
Este es el cuento
Cuento recuento
Que vive En el ceibal.
Este es el cuento
Cuento recuento
De nunca acabar.
Y…. ahora todos a jugar.
Los dos ancianos se quedan quietecitos soñando con un mundo mejor para los niños, y de pronto… rompiendo la beatitud en la que estaban inmersos, los pequeños que siguen en busca del canto rodado gritan cerca de sus oídos
¡ki…ki…ri…kí…!-
Ellos contestan a dúo
-¡CRISTO NACIO! –
-¡CRISTO NACIO! –
El canto rodado esta en la voz de los niños
La cara de Doña Victoria está radiante
¿sabes? pienso que el anuncio de la buena nueva se renueva en cada amanecer. El anuncio ya no rebota en los mares, selvas y montañas, está prendido en la voz de los niños la que se mete en nuestros corazones como el rayo de la estrella lejana.
Los cuenta cuentos de plazas y caminos
Don Carlos está satisfecho y dice lleno de optimismo:
Desde mañana seguiremos siendo los cuenta cuentos de plazas y caminos, creo que les gustó la historia a los pequeños. Míralos como se divierten –
Los niños danzaban en ronda redonda marcando con palmadas el ritmo de la retajilla que a gritos la repetían
-¡ki… ki… ri… kí… !-
-Este es el cuento
Cuento recuento
De nunca acabar
-¡ki… ki… ri… kí… ! –
-¡ki… ki… ri… ko… !-
-¡CRISTO NACIÓ! –
OBERTURA
Rebosante de ternura en cada página de este relato NILDA CASTRILLO DE VARAS se sumerge emotiva en el mundo maravilloso del cuento. Cada uno de los personajes vibran en torno al gallito pregonero del nacimiento del divino infante de Belén.
Viajamos junto a ella a un pasado que se proyecta a un presente en las voces infantiles colgadas de la estrella navideña en el villancico de paz y unidad.
Prof. FERNANDO VARAS CASTRILLO
Primavera 2011