Plaga
Ya el largo sueño de la tierra Se evapora en neblina, y en la afilada ráfaga del viento , la niebla se acuchilla. Sale el sol. Sube un pájaro como una tensa aspiración de dicha; con la cruz de sus alas el día se santigua. Por el camino azul de las acequias, llega la primavera a...
Ya el largo sueño de la tierra
Se evapora en neblina,
y en la afilada ráfaga del viento ,
la niebla se acuchilla.
Sale el sol. Sube un pájaro
como una tensa aspiración de dicha;
con la cruz de sus alas
el día se santigua.
Por el camino azul de las acequias,
llega la primavera a la campiña.
Del verde pentagrama de los surcos,
asciende la callada melodía
de las huertas en flor. Tempranamente
canta el maizal el canto llano de la vida,
mientras se eleva al cielo
la cándida oración de las espigas.
¡Qué promesa de oro
para la troj desnuda! ¡ Y qué vendimia
para el lagar sediento!
Dios granará las uvas a medida
que del collar del tiempo se desgranen
las luminosas cuentas de los días ...
De improviso, en el campo
la sombra de la muerte se desliza.
Ciego se ha vuelto el sol. Y crepitantes
alas de pesadilla,
agobiando los árboles, invaden
tierra estremecida…
Después, no queda nada. Ni el aroma
de una olvidada flor entre las ruinas.
la plaga ha triturado
con sus agudas sierras la campiña.
—¿En qué rastrojo espigarán los hombres
Su doloroso pan de cada día?
Dan ganas de gritar una terrible
palabra sin orillas,
una sorda blasfemia que rebote
del fango hasta las cimas
de Dios… Pero los niños tañen
las campanas de plata de su risa...
Y, en vez de maldecir, hinco mi pena
sobre el tapiz del valle ya en cenizas.
Y alabo al cielo porque aún nos deja
esta oscilante llama de la vida.
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Se evapora en neblina,
y en la afilada ráfaga del viento ,
la niebla se acuchilla.
Sale el sol. Sube un pájaro
como una tensa aspiración de dicha;
con la cruz de sus alas
el día se santigua.
Por el camino azul de las acequias,
llega la primavera a la campiña.
Del verde pentagrama de los surcos,
asciende la callada melodía
de las huertas en flor. Tempranamente
canta el maizal el canto llano de la vida,
mientras se eleva al cielo
la cándida oración de las espigas.
¡Qué promesa de oro
para la troj desnuda! ¡ Y qué vendimia
para el lagar sediento!
Dios granará las uvas a medida
que del collar del tiempo se desgranen
las luminosas cuentas de los días ...
De improviso, en el campo
la sombra de la muerte se desliza.
Ciego se ha vuelto el sol. Y crepitantes
alas de pesadilla,
agobiando los árboles, invaden
tierra estremecida…
Después, no queda nada. Ni el aroma
de una olvidada flor entre las ruinas.
la plaga ha triturado
con sus agudas sierras la campiña.
—¿En qué rastrojo espigarán los hombres
Su doloroso pan de cada día?
Dan ganas de gritar una terrible
palabra sin orillas,
una sorda blasfemia que rebote
del fango hasta las cimas
de Dios… Pero los niños tañen
las campanas de plata de su risa...
Y, en vez de maldecir, hinco mi pena
sobre el tapiz del valle ya en cenizas.
Y alabo al cielo porque aún nos deja
esta oscilante llama de la vida.
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