Del “desgaste” de Arce y la pausa de Mesa a los nervios de Evo
Los tres meses de asedio a la economía boliviana apenas han reflejado una ligera caída en la aprobación del Presidente, que sale beneficiado de la pugna con un Morales cada vez más cerrado en sí mismo
Semana de transición y no por ello, con menos claves políticas. La tensión se corta con cuchillo en todos los frentes abiertos y tal vez solo el presidente Luis Arce haya tenido un respiro por la bajada de la intensidad en el asedio contra el dólar. Mientras, Carlos Mesa busca fuerzas donde no las hay para anunciar su candidatura, o declinarla; Evo Morales ha quedado desencajado tras la regañina de algunos pesos pesados del Grupo de Puebla, el lobby izquierdista continental; Luis Fernando Camacho se ha quedado con el amargo sabor de la intrascendencia tras el enésimo pisoteo al ordenamiento jurídico prohibiendo su traslado a Santa Cruz y gobernadores y alcaldes se mantienen en su pose de perfil con el único objetivo de no meterse en líos con la que está cayendo.
El humor general lo marca el proceso de la elección judicial. Las comisiones han avanzado con el calendario eliminando a muchos postulantes que ni siquiera habían presentado bien su documentación y resolviendo algunos asuntos más complejos. Todo parece una bomba de tiempo que estallará cuando el ministro de Justicia Iván Lima, que anda observando los días, así lo determine. En el MAS de Evo sospechan que el gobierno no quiere elecciones pronto y que alguien pretende sincronizar la elección judicial con las primarias abiertas, incluso por el tema de ahorro. En esas ha quedado encerrado Andrónico Rodríguez, el presidente del Senado y evista de cuna, tal vez contra su voluntad: esta semana golpeó la mesa asegurando que a él nadie le pasa libretos (en alusión a que no es títere de Evo), pero lo cierto es que firmó un acuerdo con una agenda legislativa bastante concreta a cambio de obtener la Presidencia del Senado, y la obtuvo, por lo que le toca cumplir. Por partes.
Arce y la gestión
Queda un año y medio para la elección y Luis Arce está perfilado candidato, aunque de su boca aún no ha salido esa intención y no ha sido nominado por los suyos. A estas alturas no queda rastro del candidato afable de 2020 que contaba con el respaldo de los viejos del lugar y se la pasaba tocando la guitarra de mercado en mercado y que no tuvo que hacer prácticamente nada para recuperar el poder para el MAS después de una gestión tormentosa de Jeanine Áñez.
Pronto retornarán los asesores comunicacionales de alto nivel especialistas en elecciones, pero de momento se sostiene. Esta semana una encuesta de Diagnosis publicada por Brújula Digital señalaba que la aprobación del presidente ha caído del 42% al 38% desde enero, lo que sin duda es un mínimo margen después de una intensa campaña contra la estabilidad económica que Arce y su gabinete han soportado estoicamente e incluso han contrarrestado con medidas certeras como la emisión de bonos en dólares, el acuerdo para importar desde China en bolivianos o las viejas demandas liberales de austeridad y liberalización de exportaciones.
Es verdad que Arce ha podido perder estos días esa aura de infalibilidad que le rodeaba en su pasada campaña y que se había construido durante la gestión al lado de Morales, pero todavía los demás deben demostrar que son sus análisis los ciertos, pues hay quien habla de descalabro desde hace 20 años y nada.
A Arce le empieza a sumar también el resultado del pulso de Morales, a quien su posición de víctima permanente no le está favoreciendo en este duelo. Su equipo de colaboradores es cada vez más raquítico y apenas quedan miembros de su anterior círculo rojo que den la cara; los líderes del Grupo de Puebla le han pedido asumir su nuevo rol de ex y las organizaciones sociales también, algunas incluso con modos expeditos como las Bartolinas de Chuquisaca que le acabaron obligando a abandonar el local del Congreso.
Lima y las opciones de Andrónico
Por el momento la política de hechos consumados desde el poder orgánico institucional le está funcionando al Gobierno de Arce: el TCP le ha dicho a Evo Morales que no puede ser candidato y el Tribunal Supremo Electoral no quiere reconocer su Congreso y probablemente, acabe aceptando lo que le proponen desde el ala arcista, que además maneja los tiempos de la elección judicial y de las primarias.
Esta estrategia tiene un problema, que es pecar por exceso de soberbia o ego, y no sería la primera vez que el ministro de Justicia, Iván Lima, acostumbrado a estos pleitos y coordinador general de la estrategia leguleyera, cae en esos pecados,
Al frente queda Andrónico, desmarcándose de Evo y sin querer cumplir con Mesa. Quizá demasiado difícil para llegar a buen puerto, quizá lo precisamente necesario.
Los tiempos y cálculos políticos de Mesa
Los que lo conocen de cerca no ven nada anormal, pues el expresidente Carlos Mesa está acostumbrado a marcarse sus propios tiempos en política, no precisamente con el propósito de sacar ventaja por audaz sino más bien, tener todas las seguridades amarradas para dar los pasos. En esas, no parece que Mesa se vaya a dejar llevar por las ansiedades de los más jóvenes, que quieren lanzarse al ruedo enarbolando banderas “radicales” que se construyen en oposición a otros, incluyendo a los del mismo espectro opositor.
Claro que incluso de su pequeño círculo de colaboradores salen nombres y filtraciones a modo de globo sonda, como el nombre de Cecilia Requena o el de Rodrigo Paz, que él mismo va colocando en tertulias y debates. CC quiere primarias en julio de 2025 para empalmar directo con la campaña. Otros sin embargo prefieren resolverlo antes.