Crónica política de la semana
De las apuestas de Arce al plan Demócrata de resucitar
El prorroguismo judicial señala a Arce como principal beneficiario de un supuesto afán por despejar la candidatura en el MAS, aunque el presidente apuesta por recuperar la credibilidad económica
Semana de golpe de autoridad de Luis Arce en Bolivia. O al menos eso parece haber pretendido en una secuencia difícilmente intercambiable. Primero, el TSE insta al MAS a repetir su Congreso, ya sin género de dudas ni matizaciones tras las aclaraciones del Constitucional; después, el mismo Tribunal Constitucional decide prorrogarse en el poder junto a todos los altos magistrados elegidos en un ya muy lejano 2017; después, Conferencia de Prensa extensa de Luis Arce ante un nutrido grupo de periodistas que es noticia porque no acostumbra a responder preguntas pero también por lo estratégico de sus respuestas; a lo último, inauguración de la planta de carbonato de litio.
Arce sabe que tiene una sola oportunidad de salvar su gestión, condición indispensable para volver a ser candidato en el que cada vez menos lejano 2025. Eso pasa por recuperar lo que era su virtud y que se ha convertido en pesadilla: la solvencia económica.
En la conferencia de prensa Arce insistió en los conceptos económicos no solo en los que hablan de desempleo, crecimiento o inflación, en los que sigue ganando en comparación dentro del continente por las particularidades del modelo y de la sociedad boliviana. El presidente insistió en que la emergencia popular por la falta de dólares sentida en el primer semestre fue el resultado de una operación especulativa y en esas, ha quedado empeñada su palabra.
Juega con ventaja, pero no sin riesgo: La Reserva Federal de los Estados Unidos ha decidido frenar las subidas de los tipos de interés e incluso ha dejado caer que puede bajarlo levemente en 2024 porque se supone ha logrado su objetivo: contener la escalada inflacionaria post pandémica, lo que se supone liberará recursos también en Bolivia, que es de los países que acaban pagando este tipo de operaciones por su endeudamiento. A la ecuación se suma también la incorporación de la producción del carbonato de litio, un negocio que los más optimistas sitúan en los 600 millones de dólares anuales, pero que a precios actuales y si se llegara a producir las 15.000 toneladas previstas en 2024 rondaría la mitad. Además, ha empezado a poner coto a las SAFI y otras iniciativas financieras que mantienen inversiones AAA en el extranjero de baja rentabilidad normalmente con recursos que salen de los ahorros de los trabajadores: reajustar los márgenes y obligar a recolocar los dólares en el país no le ha hecho mucha gracia a la corriente más liberal de la oposición.
A Luis Arce le han dolido especialmente los menosprecios sobre su papel en la gestión económica 2006 – 2019 donde sus adversarios lo han catalogado de “cajero”. En su defensa no lo niega pero dice dos verdades que son una: pincharon en la política hidrocarburífera – que no dependía de Economía – no solo porque no repusieron reservas, sino porque se gastó la plata sin industrializar el país. Las iniciativas actuales, salvo la del litio, son relativamente simbólicas pero si ese eslogan de la “industrialización con sustitución de importaciones” se materializa en un corto plazo ahorrará dólares y generará puestos de trabajo más estables.
La carrera
El problema para Arce es que le pisa el tiempo electoral, y en esas, no parece haber encontrado demasiados remilgos para abordar el asunto de la elección judicial. La posición de “no es mi problema” junto a los argumentos de sus colaboradores y satélites sobre la auto prórroga del poder judicial lo señala como principal beneficiario de lo que sería una hipotética batalla por la legitimidad de la candidatura del MAS.
En los mentideros legislativos aseguran que nadie se ha querido jugar el control sobre los tribunales en una elección abierta donde se debían haber pactado las candidaturas a tres bandas: arcistas, evistas y oposición, dando una posibilidad más que factible de que el oficialismo perdiera su “influencia”. Otros lo simplifican aún más.
Como tras cada golpe, se espera el contragolpe. Y los daños colaterales. La oposición y el evismo auparon a Andrónico Rodríguez a la presidencia del Senado a cambio de una agenda legislativa en la que se incluía la aprobación de un mecanismo que, a falta de la elección, garantizara un cambio en los Tribunales… pero esto ni siquiera se ha intentado. Comunidad Ciudadana seguramente planteará alguna Ley Corta, pero para el evismo, el niño prodigio del Chapare ha fracasado en el voto de confianza dado ante las sospechas de colaborar con Arce.
El fin de año puede acabar en traca.
La insistencia de los Demócratas en resucitar
Mientras el oficialismo sigue en su grieta, la oposición no acaba de dar pasos adelante. Nadie quiere ser el primero: Carlos Mesa no confirma intenciones de repostular; Samuel Doria Medina se dedica a lo empresarial pese a la evidente intención política de sus acciones y las “nuevas” corrientes liberal – libertarias han puesto voluntad, pero no acaban de encontrar músculo. Ninguno quiere anticiparse, pero tampoco quedar atrás.
El único que sigue ofreciendo con insistencia su sigla es el partido Demócratas de Rubén Costas – y Óscar Ortiz y Jeanine Áñez – que consciente de sus errores estratégicos de 2019, 2020 y 2021, que prácticamente lo han llevado a la desaparición institucional, pretende volver a la primera línea soportando la alianza opositora… De momento nadie compra