Crónica política de la semana
De la encrucijada de Arce a la ola libertaria “a la boliviana”
Mientras la violencia se “normaliza” y los escándalos acorralan al gobierno de Luis Arce la oposición no logra ordenar sus prioridades ni aunar un proyecto: Evo Morales sigue siendo el principal crítico
Semana de extrema violencia política. Y de despiste. También de cuentas raras en Tarija donde la susceptibilidad está a flor de pie tras el vuelco en la Asamblea Legislativa Departamental. La velocidad a la que se consumen los temas en la política nacional augura un mal desenlace si este se precipita en términos de acumulación. En Tarija lo contrario. El vacío. Por partes.
No es porque sean mujeres, pero que los grupos movilizados siempre de parte aún camuflados en “autoconvocados” acaben dando golpizas a autoridades - concejala en caso de Cochabamba y asambleísta en el caso de Santa Cruz – supone traspasar la enésima línea roja en esto de la polarización y el populismo.
En ambos casos han sido grupos afines al ejecutivo los que han golpeado a sus críticas: los del alcalde cochabambino Manfred Reyes Villa a la concejal Claudia Flores, disidente de su misma bancada, y en Santa Cruz, los del gobernador Luis Fernando Camacho de Creemos a la asambleísta del MAS Muriel Flores. Discutir las razones de unos y otros están de más.
En Tarija la sangre no ha llegado al río, pero la molestia en la Gobernación por haber perdido la Asamblea sigue vigente. El presidente Alan Barca, expulsado de Unidos, trata de dar sus explicaciones sobre la decisión adoptada en el marco de las necesidades de las provincias e intenta desmarcarse del Movimiento Al Socialismo (MAS). Las hostilidades aún no han iniciado.
La agenda nacional
En apenas cuatro semanas hemos pasado de salvar in extremis al Banco Central con la Ley del Oro al narcovuelo de BoA pasando por el contubernio del exministro de Medio Ambiente, Santos Cruz, encarcelado ahora por flagrante corrupción y por la turbulenta muerte del interventor del ex banco Fassil, Carlos Colodro, precipitado al vacío un sábado cualquiera desde sus oficinas de Equipetrol, el centro financiero cruceño.
Los analistas advierten que en todos los casos el gran perjudicado está siendo el gobierno de Luis Arce, al que una buena parte de la población lo ve como el responsable de una supuesta hecatombe económica que ha afectado al dólar y ve complicidad con el ministro Santos, quien solo fue apartado mucho después de que saltara el escándalo; además, se les adjudica responsabilidad sobre el hecho de que 500 kilos de cocaína puedan abordar en un vuelo comercial de BoA sin que nadie se de cuenta hasta su llegada a España, y han quedado atrapados dentro de la extraña postverdad con la que se explica la catástrofe del Fassil y que dice que es el gobierno quien intenta ocultar algo de lo que sucedió con el banco cruceño.
Ninguno de estos asuntos tiene pruebas de que el gobierno tiene una vinculación directa con los hechos, pero las respuestas de Arce y su equipo, a la defensiva, han aumentado las sospechas y reacciones. La oposición trata de rentabilizar electoralmente estos temas, pero quien ejerce de ariete y presumiblemente será el más beneficiado es precisamente el exresidente Evo Morales, que ha minado con agudeza las principales fortalezas que auparon a Arce hasta la presidencia: cuestiona su solvencia en la gestión económica y sus “manos limpias” respecto a la corrupción y el narcotráfico. Suficiente para ser apartado de la carrera para la reelección dentro del propio Movimiento Al Socialismo (MAS).
Las cuentas de la oposición
El paso del tiempo y la acumulación de sucesos desgastantes para el gobierno no está propiciando la generación de una alternativa de oposición. Al contrario, los analistas advierten que puede suceder algo similar a las elecciones de 2019, cuando la debilidad de Morales quedó en evidencia tras perder el referéndum de 2016 y muchos “líderes” de la oposición creyeron que podían ser la alternativa suficiente para entrar en la segunda vuelta.
Las dos fuerzas representadas en la Asamblea tienen intereses distintos. De un lado, Creemos, que ya se había dividido antes del ingreso en prisión de Luis Fernando Camacho, ha dejado de tener un criterio de acción, que originalmente tenía que ver con aumentar el autogobierno de Santa Cruz; por el lado de Comunidad Ciudadana de Carlos Mesa, que aún no ha confirmado si volverá a ser candidato, parece más concentrado en la negociación subterránea de las elecciones judiciales, donde cree que se puede hacer una diferencia sustancial para reequilibrar la balanza del poder en el país.
Mientras, por fuera se mantiene Samuel Doria Medina, crítico pero con perfil de Estado en esta nueva etapa política marcada por el populismo conservador a nivel continental, y también Jorge Tuto Quiroga, que administra cuidadosamente sus apariciones para seguir siendo la gran baza liberal en el país, donde viene creciendo un lobby libertario endógeno al calor de los éxitos de Javier Milei en Argentina y que con seguridad querrán tener protagonismo discursivo en 2025.
La reaparición fallida de García Linera
Después de muchos meses de silencio, el ex vicepresidente Álvaro García Linera, mano derecha de Evo Morales durante todo su gobierno, reapareció en enero para pedir a su exsocio que depusiera críticas contra el presidente Luis Arce advirtiendo de nefastas consecuencias electorales, algo que enfureció al evismo y el propio Morales dijo sentirse traicionado.
Seis meses después García Linera vuelve a hacer ronda de entrevistas para cuestionar a Arce y su pericia al frente del gobierno justo cuando este atraviesa su peor momento y se multiplican las críticas en su contra. El evismo, sin embargo, no lo ha recibido con