Los sueños del Guadalquivir
Roba, pero hace
Una amiga me comentó respecto a la autonomía española, su país de origen: “A que me roben los de allá, mejor que me roben los de acá. Pero la verdad prefiero que nadie me robe”
Recuerdo que hace algunos años atrás, en una de las tantas elecciones que tuvimos, mi amigo Franco Sampietro (el gran enemigo que molesta y asusta a tantos tarijeños, y que es admirado y respetado por tantos otros, incluyéndome a mí) escribió para reclamar que había tantos corruptos corriendo como políticos y de la tolerancia de los tarijeños hacia la corrupción. Esto último lo ejemplificó con un dicho tradicional aquí en Tarija: “Roba, pero hace”.
Yo lo comprendo: no deberíamos aguantar ningún político que haga de la corrupción su medio de vida. Pero, la verdad, las cosas no funcionan así. Conozco de un montón de gente que arruinó su futuro profesional por denunciar la corrupción, ¿y todo para qué? Para nada. A los corruptos no les pasó nada, pagaron su coima al poder judicial y siguieron robando como si nada, ahora con la certeza de ser intocables.
El sistema está podrido. Roba desde el más grande hasta el más pequeño. Desde la coima que cobras hasta la coima que pagas, todo es corrupción. Al político de turno, al juez, al policía, al profe, al seguridad de la fiesta, todo es corrupción. No nos hagamos los locos, todos hemos sentido la corrupción rozarnos la piel, incluso si no la hemos agarrado con las dos manos y no se haya convertido en nuestro medio de vida.
¿Qué vas a hacer entonces? Porque Franco tiene razón: no deberíamos aceptarlo. El que le roba al Estado le roba a la gente. Los intereses políticos y económicos en juego son demasiado fuertes y la gente que está en eso puede ser muy peligrosa. Si no te callan la boca a las buenas te la tapan a la mala. No sirve de nada ignorar lo evidente: si están ahí es porque saben cómo robar y a quien sobarle la coima para que no los molesten. Es deprimente darte cuenta de la magnitud de la corrupción.
El sistema está podrido. Roba desde el más grande hasta el más pequeño. Desde la coima que cobras hasta la coima que pagas, todo es corrupción. Al político de turno, al juez, al policía, al profe, al seguridad de la fiesta, todo es corrupción
Mi padre me enseñó a ser correcto y a no aceptar la corrupción bajo ninguna circunstancia. Y así le fue: terminó en la cárcel y desempleado. Así que, aunque no quiera, también me enseñó a no ser ingenuo. Al que cree que el mundo es de los justos y que los malos siempre pierden, a ese, mi amigo, se lo comen vivito antes de que dé vuelta la esquina. Es simple cuestión de sobrevivencia: tienes que ser más zorro que los zorros y tienes que ganarles en su propio juego.
Pero aprendí, y aprendí bien, a no ser corrupto y a hacer de la honestidad mi bandera de batalla. No tienes que darte por vencido. Porque lo primero que te rompen es el alma. Soy totalmente consciente de que lo digo desde una situación de privilegio absoluto: yo nunca he tenido que vivir las situaciones que han vivido otras personas. Pero no puedes rendirte: debes creer que lo correcto es lo correcto.
Debes asegurar tu propia sobrevivencia material fuera del circuito de la corrupción y debes garantizar el bienestar económico de tu familia. Eso te permite no depender de los corruptos de turno, y eso es lo mejor que puedes hacer. Te da una tranquilidad inmensa. A los demás les va igual. Debes trabajar por el bienestar del común. Para que te vaya bien también les debe ir bien a los demás, y debes apoyarlo. Porque mientras más gente sea la que pueda sobrevivir fuera de los círculos de la corrupción, mejor.
También debes aprender que, aunque te hayas manchado, todavía puedes mejorar la situación en general. Aunque hayas tenido que pagar el precio de ser funcionario o autoridad, aunque debas mil favores políticos que debes pagar y tengas que bajar la cabeza, no tienes por qué seguir arrastrando la mugre. Debes asegurarte de no convertirte tú mismo en un vector de corrupción. Haz un buen trabajo, porque para eso te pagan. No robes. Y protegé a la gente que está a tu cargo para que no tengan que pagar el precio que tu tuviste que pagar.
Asegúrate de que tu diario vivir sea limpio. No toleres dentro de ti la semilla de la corrupción. Lo demás viene solo. Aunque no puedas cambiar lo de arriba, cambiá para abajo. Y cuando tengas la posibilidad de voltear a un corrupto, no pierdas la oportunidad. Agarrá la onda y voltéalo de un ondazo. No seas zonzo, cuídate la espalda, pero tampoco te dejes. Es sumamente importante que mantengas la fe en un mundo mejor.
A nivel académico esto significa primero, que la corrupción es un fenómeno social susceptible a ser estudiado e investigado. Y segundo, que dadas las condiciones sociales en las que nos movemos, cualquier academia científica local que se precie de autonomía intelectual DEBE desarrollarse fuera de la estructura política que articula el circuito de la corrupción. Un campo independiente, pero por lo mismo vulnerable. Debemos generar nuestra propia base económica y debemos arreglárnoslas con lo que haya. Debemos también desarrollar una práctica y una moral que nos sustente y nos proteja, contraria al ejercicio de la corrupción, que es un monstruo grande y pisa fuerte.