Los sueños del Guadalquivir
Estereotipos y caricaturas
Un estereotipo es como la caricatura de una persona a la que le puedes dibujar orejas, cuernos, anteojos y dientes negros, solo porque quieres
Los estereotipos y las categorías son necesarias para poder explicar el mundo en el que vivimos. La mente humana funciona así: hace generalizaciones que le permiten simplificar la complejidad. Esto facilita nuestra interacción con el mundo y evita que perdamos el tiempo preguntándonos de todo, todo el tiempo. Los estereotipos y las categorías son la forma más eficiente para caminar por caminos conocidos y cotidianos, donde no tenemos que preguntarnos por cada paso que damos.
El problema es que, si solo nos guiamos por estereotipos y categorías, perdemos la capacidad de pensar sobre el mundo que nos rodea y de conocer a las personas con las que interactuamos. Porque nada ni nadie es tan simple. Si no somos capaces de preguntarnos siempre de nuevo qué estamos haciendo y qué está pasando a nuestro alrededor, estamos condenados a equivocarnos.
Esto tiene mucho que ver con problemas sociales como el racismo, sexismo, nacionalismo, clasismo, etc. Para poder odiar es importante que dejes de ver a las personas como personas. Y para eso ninguna mejor manera que verlas como estereotipos, a los que le puedes colocar todas las características malas que quieras y quitarle todas las cosas buenas. Porque de eso se trata: de dejar de hacer el intento de ver a las personas como personas.
Para poder comenzar un dialogo entre diferentes debemos ser capaces de ver más allá de los estereotipos que como sociedad vamos creando y adjudicando. Y para eso debemos ver la humanidad de nuestro oponente
Por eso cuando hablamos de las ciencias sociales –donde el objetivo es comprender, no estereotipizar– evitamos guiarnos por estereotipos generales, y por el contrario hacemos todo lo posible por problematizar y complejizar un fenómeno o un grupo de personas para comprender lo que pasa más allá de la superficie. Mucho se nos hacen la burla de que recurrimos demasiado a la contextualización. Es decir: que todo depende del contexto. Pero eso es verdad: nada ni nadie se desarrolla en un vacío existencial, aislado del mundo que lo rodea. Eso lo hemos aprendido los científicos sociales hace tiempo, y por eso es inútil que nos quieran hacer pensar diferente. Los estereotipos no son categorías con validez científica y el contexto siempre importa.
Por eso, cuando tengas que trabajar con CATEGORIAS, asegúrate de basarte en personas y hechos reales, con todas sus ambigüedades y complejidades. Debes tener especial cuidado en no reproducir estereotipos genéricos, a riesgo de distorsionar todo tu análisis.
Los estereotipos representan un dilema metodológico específico al momento de tratar la alteridad. Cuando nos encontramos en una discusión pública sobre temas como el aborto o la nacionalidad solemos recurrir a estereotipos negativos de nuestros oponentes. Las abortistas son “monstruos” que matan niños no-natos, mientras que los pro-vida son fanáticos religiosos incapaces de empatía. Los “cambas” son oligarcas y fachos de derecha, mientras que los “collas” son indios violentos, salvajes e irracionales. Las feministas son “feminazis” y los hombres son violadores por naturaleza. Y así infinitamente, con estereotipos cada vez más burdos y ofensivos de la humanidad del oponente.
Para poder comenzar un dialogo entre diferentes debemos ser capaces de ver más allá de los estereotipos que como sociedad vamos creando y adjudicando. Y para eso debemos ver la humanidad de nuestro oponente. Esto significa en muchos casos tener un encuentro real con alguien del bando opuesto, en una situación de no-confrontación. Para eso sirven los intercambios culturales, viajar y convivir con otras gentes y otras culturas. Pero no es la única manera de superar nuestros prejuicios. La postura básica de apertura hacia los demás se suele traducir en una empatía más amplia, hacia seres que no conocemos pero que reconocemos como hermanos.
Es fácil odiar a los demás. Pareciera ser una fuerza existencial dentro de la humanidad; pero no es la única. Hay caminos alternativos. Pero los estereotipos no parecen ayudar. Si nos acostumbramos a juzgar a los demás en base a los estereotipos aprendidos es fácil caer en discursos de odio que nos llevan a una espiral descendente de odio y violencia. A mí me sirve mucho hacer uso de mi formación académica para cuestionar los estereotipos con los que me encuentro.
De hecho, he aprendido que una buena forma de identificar discursos de odio, campañas de desinformación y fake news (noticias falsas o engañosas) es prestar especial atención al uso de estereotipos negativos. Cuando escucho una historia que habla de alguien, lo primero que me pregunto es si esa imagen es la de una persona real, o si por el contrario está cargada de estereotipos engañosos.
La correlación entre una persona y su estereotipo es como el de la misma persona con una caricatura. Y como a una caricatura, uno puede rayarla y profanarla hasta lograr una burla tosca de la versión original. Eso nos crea una visión distorsionada de la realidad. Yo te deseo sinceramente que puedas vivir en un mundo habitado por personas reales y no por caricaturas.
[Este domingo se festeja la fiesta de San Isidro Labrador en Erquiz Norte. Los chunchos de Erquiz invitan a toda la población a asistir a la misa, procesión y festejos. El domingo desde las 11 am.]