Los sueños del Guadalquivir
Como hombre
La VIOLACIÓN SEXUAL es un acto de violencia casi exclusivamente masculina sobre el cuerpo femenino, y del masculino sobre el masculino; es un ejercicio de poder que tiene profundos efectos a nivel social
Ningún hombre tiene el derecho de hablar de la violación femenina sin colocar el cuerpo en juego. Mis últimos dos artículos sobre la sexualidad prohibida y la violencia sexualizada de la fiesta de Comadres y del carnaval en general en Tarija trajeron el punto a colación.
Desde que comenzó todo esto (digamos unas tres o cuatro semanas) tuve acceso a diferentes puntos de vista. Y se me ocurre que se puede clasificar diferentes estrategias de tratar con el tema de la prevención de las violaciones femeninas en carnaval y cualquier otro contexto festivo de vulnerabilidad. Podríamos hablar de estrategias de las mujeres para las mujeres, de los hombres para con las mujeres y de los hombres entre hombres.
Para comenzar tenemos la iniciativa “las comadres salimos juntas y volvemos a casa juntas”. Alba Gareca me señaló claramente que esta es una iniciativa de las #Ciberwarmis. Revisando su página de Facebook pude reconocer una estrategia de cuidado concreta, de mujeres para mujeres. Las comadres se cuidan entre ellas. Si salen juntas se quedan juntas. No se abandona a ninguna comadre borracha. Y te aseguras de que todas las mujeres, tus comadres, vuelvan seguras a casa. Es decir: no das espacio a la carretilla.
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Existe un factor menor articulado en la estrategia antes mencionada de las #Ciberwarmis: el respeto de la privacidad de las demás comadres (“no publiques fotos o videos de la fiesta sin autorización de tus amigas”) y la preparación personal ante la crisis (ten tu celular cargado y listo, avisa dónde estás, no descuides tu bebida por si la drogan, y si ves algún acto de acoso o de violencia sexual, interviene). Yo veo dos constantes en esta perspectiva. Primero, que no dependen de los hombres para nada. Y segundo, que tiene mucho énfasis en el círculo cerrado.
Una segunda perspectiva la encontré en el muro de mi amigo Alan. En el meme en cuestión se ve a un muchacho lamentándose de que no se animó a tener sexo con su amiga, aunque ella “quería hacerlo”. A lo que su amigo le responde: “No te avergüences. No abusaste de una niña alcoholizada”. [Silencio respetuoso]. No sé cómo expresar el mar de emociones masculinas que me despierta este meme. Para comenzar, creo que le da en el clavo. Trata la inseguridad masculina del deseo, del miedo, de la responsabilidad y del respeto. Aun cuando nadie te ve, aun cuando nadie te puede decir nada y aun cuando “ella lo quiere”.
Alan comenta en el texto al meme: “Es de hombres llevarla hasta su casa y cuidar de ella si se puede y jamás dejar que suceda algo más mientras el alcohol esté de por medio”. Tomando en cuenta de que es conocido por su ironía sarcástica y que más de una vez se hizo la burla del concepto de igualdad entre hombres y mujeres, respeto profundamente que haya sacado este meme. Es algo que toca de manera profunda nuestra percepción como hombres. Necesitamos más de eso.
Mi amiga Lula me dice que “¿Será que los tarijeños estamos tan traumados que el disfrute sexual se manifiesta a través del pretexto de soltar al diablo? […] Creo que se debería hacer un estudio de la inseguridad en cuanto a nuestra sexualidad”.
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Recuerdo una vez, en el colegio, donde uno de mis mejores amigos se puso en estado de shock mientras veía los calzones en las piernas abiertas de una chica mayor, durante el recreo. Me lo señaló con un codazo, sin poder retirar la mirada. Yo lo vi y le dije: “Déjala. Mientras no te lo muestre a propósito no vale la pena”. Esta imagen siempre vuelve a mi memoria. Como hombre creo sinceramente que no sirve dejar a los varones fuera de la ecuación. Las ansias y los deseos sexualizados son hechos mentales reales. Esa mirada de deseo prohibido, no permitido y no consensuado es normal. Mientras no aprendan(mos) que hay otras formas diferentes de enfrentar el tema, siempre habrá hombres que vean a una mujer borracha como una oportunidad sexual que tal vez nunca se repita. Eso es lo peligroso. Negar las complejidades emocionales del mundo masculino y no buscar maneras de sanar nuestras propias heridas es una forma muy peligrosa de miopía.
Y entonces está ese meme que dice “hablar de carretillas es de machos violadores”. Yo tengo algunos grupos donde somos puro hombres y puedo decir con total confianza que los changos son unos huasos. Cuando pensé en el meme de los “machos violadores” me di cuenta de que no podría en buena conciencia compartirlo en el grupo. Alguna vez estuve en la campaña de cero-tolerancia al racismo (era en Alemania, y se refería principalmente a los nazis) e hice mucho daño atacando a mis amigos por sus publicaciones anti-collas. Algunos de ellos todavía lo recuerdan con dolor en su rostro. Lo que es yo, me prometí nunca cometer el mismo error. Así que no, no les voy a tirar en la cara el meme de la carretilla por muy huasos que sean. Además: ¿para qué? Se van a reír en mi cara y me van a trolear al mejor modo de compadres y comadres. No sirve. No funciona. Mi (nuestra) masculinidad nos hace enemigos del mundo femenino, lejanos y ajenos. Pero mi conocimiento es un conocimiento situado, masculino. Quiero creer que eso no es insalvable.