Los sueños de San Roque
La fiesta de Guadalupe en Rancho Norte
Un pedazo de la cultura chaqueña se encuentra en la fiesta de Guadalupe en la provincia Méndez, con sus chiriguanos, matacos, cuñas, diablos y negras zanqueras



Hoy 8 de septiembre se festeja la fiesta de la virgen de Guadalupe en la comunidad de El Rancho Norte, camino a San Lorenzo, a la altura del cruce al norte. Germán Albornoz me ha invitado a ir. Su familia pasa la fiesta. Desde hace años ya me viene pidiendo que escriba su historia. Alguna vez fui y es una fiesta hermosa. Pero nunca logré profundizar tanto como para escribir su historia. Es una deuda pendiente.
La fiesta de Guadalupe en Rancho Norte se caracteriza por la presencia de los promesantes chiriguanos, con sus bandoleras, sus churitos, sus lanzas y sus plumas. En el rostro llevan pintura de guerra, los brazos y las piernas con puntos que representan la enfermedad de la viruela. “Chiriguano” es el nombre de origen incaico que se utilizó durante la época colonial para referirse a los pueblos de origen guaraní que habitaron el Chaco tarijeño y la Cordillera cruceña, y contra quienes se enfrentó Luis de Fuentes y Vargas para la fundación de Tarija y toda la administración española y el gobierno boliviano hasta bien entrada la era republicana. Ahora “chiriguano” se refiere a los bailarines rituales que acompañan a la Virgen, aquí en El Rancho, en Padcaya, en Entre Ríos o en Caraparí.
Don Paulino Figueroa me cuenta que hace tiempo (¿cuánto?) había prisioneros chiriguanos que vivían en la zona. Según la historia que me contó esos chiriguanos sufrieron especialmente de la enfermedad de la viruela. Supuestamente el origen del culto de Guadalupe en el Rancho Norte tiene se debe a esta enfermedad entre los chiriguanos de la zona. Yo no he investigado lo suficiente como para afirmar si este relato corresponde a algún hecho histórico real.
Estos chiriguanos de Guadalupe andan a pie, es decir no usan caballo. Corren, saltan y gritan, haciendo una representación de los chiriguanos “originales” y su naturaleza salvaje. Esta es una visión bien colonial, pero es lo que hay.
Los matacos son promesantes cubiertos con grandes capas de sacha, una planta que cae en forma de barbas grises de los arboles en las quebradas de las montañas de Sama. Los matacos son el nombre colonial para el pueblo Weenhayek, a orillas del Pilcomayo. Esta capa de sacha debería servir como armadura de guerra, facilitando su camuflaje en sus ataques sorpresa. No sé cuánto de real o de inventado tenga esta costumbre, pero es una forma tradicional de representarlos en las diferentes fiestas de Guadalupe en el Chaco tarijeño que conozco.
Hay otras figuras menores que acompañan a matacos y chiriguanos como figuras individuales. Estas figuras incluyen algunos brujos, una negra zanquera con su pollera y una caldera vieja en la mano y dos diablos que mantienen el orden. No tienen mucha estandarización en su vestimenta, tienen mucho espacio para la improvisación y para la identificación de personajes. Eso se nota en los penachos y turbantes de plumas de los chiriguanos. En algunos casos reproducen la forma básica del turbante del chuncho chapaco, pero con plumas de caranchos y de torcazas; otras veces son representaciones pseudo históricas de penachos de plumas en la frente o en la nuca; y a veces incluso tocados de plumas de indio apache.
Hay una importante participación femenina. Las cuñas son promesantes mujeres con vestidos coloridos conocidos como tipoy, con los pómulos pintados de rojo, el cabello suelto y vinchas con una flor en el cabello. Las cuñas representan a la mujer chiriguana, y efectivamente el nombre significa “mujer” en el idioma guaraní. Esta es la forma real de representar a la mujer guaraní, y es la vestimenta tradicional que utilizan para bailar el arete y el pin pin en sus días de fiesta. Las cuñas de Guadalupe en El Rancho son casi media centena de mujeres promesantes.
Esta representación colonial de los chiriguanos está acompañada por la música de la caña, el instrumento musical de la época. La caña es una trompeta vegetal de cuatro metros de largo, con una corincha o corneta de cuero de cola de vaca en su extremo superior. El origen de la caña se encuentra en el territorio compartido de los chapacos y los chichas, los cuales comparten un pasado común en el territorio de la actual Tarija y sur de Potosí como parte de la antigua Nación Chichas. Esta presencia tradicional chapaca se ve fortalecida por los campesinos chapacos que acompañan la procesión. Es una interesante mezcla cultural. Además de la música de la caña hay tambores, pitos y el sonido de los churitos.
La misa va a ser a las 09.00 de la mañana, seguida por una larga procesión hasta la casa de la familia Albornoz donde se guarda a la Virgen. Uno de los espacios centrales de todo el festejo es la cancha en medio de la comunidad, donde después de la procesión y las celebraciones rituales se realiza la fiesta campesina característica de la tierra chapaca. Y quien sabe, tal vez nos veamos allá.