Produce unas 800 cajas de uva al año
El contrabando le roba a Jacinto la vida y su trabajo en Tarija
La indiferencia de las autoridades, contrabando y la falta de mercado consumen las esperanzas de este campesino que desde hace 31 años se dedica a la producción de uva en el valle central de Tarija
Don Jacinto Pérez tiene 51 años y es oriundo de Calamuchita, lugar donde asegura, quiere que lo entierren, pues casi toda su vida estuvo allí. Su economía y familia dependen de la producción de uva, sin embargo, por el contrabando y ahora la pandemia de la Covid-19, los últimos tres años de su trabajo fue a pérdida, sostiene que por falta de mercado en Tarija “la uva se la está regalando”.
La Cadena de Uvas, Vinos y Singanis de Tarija, reportó que por esa competencia desleal en 2019 se perdió 70 millones de dólares, cuantía que afecta de forma directa al bolsillo de los productores, pues lo que este negocio ilegal no conoce es la vida, fuerzas y paciencia que cada campesino pone en labrar la tierra y hacer que una planta de vid de su fruto.
Cultivar uva es uno de los procesos más largos dentro de la clasificación de las plantas frutales, pues se debe esperar al menos tres años para obtener los primeros frutos.
La plantación de uva se realiza en julio y agosto, pero antes la tierra debe prepararse con abono vegetal, “que es infaltable”, dice don Jacinto. Él tiene una hectárea de tierra, por lo cual año por medio necesita dos camionadas de ese abono, que aproximadamente le cuestan 6.000 bolivianos.
Una vez puestos los plantines en la tierra, se debe utilizar un abono químico para fortalecer el crecimiento, en su caso, dos bolsas son necesarias que alcanzan un total de 240 bolivianos.
Pero no solo un viticultor debe preocuparse por tener esa cantidad de dinero disponible, sino también por las sequías que azotan Calamuchita año tras año, donde aún el riego no es tecnificado y se realiza por gravedad tomando agua desde el río Tarija.
Los terrenos más arcillosos se deben regar cada 10 a 12 días, pero si la tierra es seca una vez por semana asegura Jacinto, quien durante 31 años de su vida se dedica a la producción de uva. La experiencia también le enseñó, por ejemplo, a poner una caña vertical como soporte a cada vid, "empostar", de esta forma la planta crecerá recta, esta última actividad le toma hasta un mes.
La Cadena de Uvas, Vinos y Singanis de Tarija reportó que solo por contrabando en 2019 se perdió 70 millones de dólares
De esta forma es que sus días desde hace años comienzan muy temprano, como a las 05.00 de la mañana, “siempre hay algo que hacer en la viña”, dice; por lo cual tras tomar una taza de té con pan a oscuras ya va caminado por su terreno, algunas veces silbando y en sus mejores días recordando canciones de su juventud.
Cada 12 días, como dice su almanaque le toca fumigar las plantas, pues esto previene que se llenen de plagas. Recuerda que antes esta actividad solía tomarle hasta una semana, pero ahora que logró comprarse mochilas fumigadoras a motor, solo le lleva dos días. El proceso debe continuar durante los años de vida de la vid.
Posterior a ello viene la época de cosecha, donde las uvas tempranas se recogen a mediados de diciembre, mientras que la moscatel es cosechada en febrero. Don Jacinto explica que a través de un tratamiento fitosanitario se logra mantener el fruto hasta abril en la planta, de modo que el mercado se encuentre “más vacio para la comercialización”.
Jacinto no recuerda muy bien el momento que decidió dedicarse al rubro, pues su padre no pudo enseñarle porque éste murió cuando solo él era un pequeño de 8 años. A los 15 años de edad migró hacia Argentina, pero volvió decepcionado ya que las exigencias en las fincas de la frontera eran demasiadas para el salario que recibía.
De eso modo, regresó a Calamuchita, sus vecinos empezaban a tener parrales y él decidió hacer lo mismo. “Gracias a Dios los primeros años era bien, se vendía, había ganancias, ahora estos últimos tres años estamos trabajando a pérdida, no hay mercado, las bodegas ya no nos reciben como antes, incluso de producciones pasadas no me pagan”.
Jacinto produce unas 800 cajas de uva al año, entre los campesinos del lugar formaron una asociación de productores y adquirieron una cámara frigorífica con recursos del Prosol, sin embargo, como los últimos años el trabajo fue "a pérdida", la mayoría accedió a préstamos para continuar produciendo, mismos que desde este mes deben pagar, pero no saben cómo.
Tiene dos hijos y aunque ellos colaboran con las tareas del campo, Jacinto se niega a que sean agricultores y sigan sus pasos, pues asegura que es "una vida muy sacrificada".
La falta de mercado para la uva, fenómenos naturales que puedan acabar en minutos con toda la producción de un año y oídos sordos de autoridades son los principales problemas que este sector enfrenta.
‘“Un poco me estoy dedicando a vender otras hortalizas, que vamos a hacer, es lo que sabemos hacer”, dice Jacinto, que durante el año entrega todas sus fuerzas en la tierra y es esa la otra cara de la moneda, la que el contrabando no conoce.
Viticultores tarijeños piden ampliar cámaras de frio
Las cámaras de frío construidas en Uriondo, principal municipio productor de uva, no resuelven los problemas de los viticultores, toda vez que solo se puede almacenar una mínima parte de la producción que tienen. Por eso piden una ampliación de este tipo de proyectos en el municipio, pero también en los departamentos consumidores de uva de Bolivia.
Las cámaras de frío tienen la capacidad de almacenar 8.000 cajas de uva de 20 kilos, por un tiempo de 120 días. Una alternativa para los viticultores que en los últimos años se vieron afectados por el contrabando, un comercio ilegal que llevó a los productores vender a 40 bolivianos la caja.