La colaboración ahora se realiza a través de comida seca
La pandemia redujo alcance de los comedores populares en Tarija
Son tiempos difíciles, ahora se brinda alimentación mediante ollas comunes en los barrios y albergues municipales a personas que están sin trabajo, enferma o en situación de calle



La irrupción de la pandemia del coronavirus obligó a la población a cambiar de hábitos de manera abrupta. En los comedores populares no fue la excepción. De brindar todos los días comida recién preparada y caliente en lugares específicos a niños y adultos en situación de pobreza, ahora las instituciones y comunidades religiosas se vieron obligadas a ofrecerles ración seca de forma directa.
San Roque
El sacerdote Carmelita del templo de San Roque, Milton Murillo Ortiz, contó que el comedor popular inicialmente atendía solo a niños, pero ahora ayudan también a sus familias.
Durante la cuarentena, los Carmelitas visitaron los dos comedores que se encuentran a su cargo, ubicados en el barrio Lourdes, además de las congregaciones religiosas "Niño de Jesús" y “Virgen del Carmen".
Por el coronavirus, sus costumbres cambiaron, pero no el sentido de la labor que realizan. Ya no cocinan en una fogata, entre un círculo de amigos, ahora ofrecen comida seca a quienes más lo necesitan. Sus comedores están financiados por el Servicio Departamental de Gestión Social (Sedeges), y por feligreses que donan los alimentos.
“Se ha ampliado la cantidad de personas a quienes se atiende, porque día a día tocan las puertas aquellos que necesitan ayuda, se visita a las familias, quienes reciben bolsitas de comida seca y medicamentos. Ya no se cocina para ellos, pero sí se continúa apoyando a los familiares de los niños a los que se atendía”, explicó.
Se les brinda, dijo Murillo, leche, arroz, fideo, azúcar, enlatados, pan, incluso pañales y ropa. También apoyan al Hogar de Ancianos “Santa Teresa de Jornet”, realizan ollas comunes, aunque esta actividad no es continua, se lo hace en la Parada al Norte, final avenida La Paz y Alto Catedral.
“Era un comedor de lunes a viernes, el comedor tiene 50 años, se daba a familias, preferentemente a niños, porque muchos de ellos viven sin papás o con la abuelita, el tío, incluso solos, por eso se les daba preferencia, incluso a ancianos”, sostuvo el sacerdote.
Entre tanto, los religiosos del Convento de San Francisco también solían brindar alimentación a personas adultas en situación de calle y parroquianos, pero tuvieron que suspender la ayuda a causa de que se suspendieron las celebraciones religiosas, actividades en las que podían recaudar algún dinero para destinarlo a la comida de los menesterosos.
Pero al haberse paralizado estas actividades, y otras que suponían congregación de personas, ya no tienen ingresos para poder ayudar a la gente que acudía por un plato de comida.
Barrios priorizan a niños y mujeres
La directora del Servicio Departamental de Gestión Social (Sedeges), Mery Polo, explicó que se tiene un convenio con la Iglesia Católica para llegar a niños y niñas de los diferentes barrios de la ciudad a través de los comedores populares.
“Es una de las formas en las cuales cooperamos, no solo ahora en la pandemia, sino desde gestiones anteriores, para que estos niños no sufran de la falta de alimentación. Para este objetivo se cuenta con los comedores en el barrio Avaro, en San Roque y otros dos en la zona de Lourdes”, indicó.
Explicó que al mediodía se les brinda alimentación elaborada por religiosos y voluntarios, se coordina con los dirigentes de los barrios para ver quiénes serán los beneficiaros, pero tampoco se les cierra la puerta a las personas indigentes. Por lo general cada comedor atiende a un promedio de 60 infantes y adolescentes.
A su turno, la directora de Seguridad Ciudadana del Gobierno Municipal, Susana Pantoja, explicó que ya no trabajan bajo la forma de comedor popular, sino que se atiende a las personas en situación de calle a través de los albergues municipales, donde se les brinda la alimentación necesaria.
Por otra parte, trabajan con un bus solidario que visita ciertas zonas para llevar alimento seco y se elaboran ollas comunes en varios barrios de la ciudad. “Se apoya a personas en tránsito, mujeres con niños desalojadas de su vivienda, personas que pasan por situaciones particulares y a las que no quieren ir a los albergues, se les dota de comida seca”, apuntó.