La gastronomía, una estrategia popular frente a la crisis del Covid
"Cuando una puerta se cierra se abre otra” dice un viejo dicho y para Trishia y Rodrigo ésta es una forma de afrontar la cuarentena. El 22 de marzo se declaró cuarentena total para frenar los contagios de Covid-19 en Bolivia, esto significó la prohibición de lugares que aglomeren personas y...
"Cuando una puerta se cierra se abre otra” dice un viejo dicho y para Trishia y Rodrigo ésta es una forma de afrontar la cuarentena. El 22 de marzo se declaró cuarentena total para frenar los contagios de Covid-19 en Bolivia, esto significó la prohibición de lugares que aglomeren personas y ello se expresó en el cierre de su fuente de ingresos económicos.
Trishia y Rodrigo son una pareja conocida por su amabilidad y profesionalismo en la atención al público. Ellos son propietarios de un local nocturno ubicado en el barrio Juan XXIII. Iniciaron con mucha expectativa en septiembre de 2019. Por la respuesta de los amigos y de aquellos que llegaron al local, su popularidad creció rápidamente, pero se paralizó en octubre debido a los conflictos políticos y sociales.
Una vez que finalizó esta dura etapa para Bolivia, con el mismo entusiasmo de un inicio se propusieron continuar con los servicios. Así reabrieron su karaoke, sin embargo, así como todos los demás locales nocturnos del país, la declaratoria de emergencia sanitaria determinada por el Gobierno, para evitar los contagios del Covid-19, nuevamente les cerró las puertas.
Trishia y Rodrigo pensaron en lanzar un nuevo emprendimiento, esta vez gastronómico. Decidieron hacer sándwiches especiales, que los ofrecieron a la venta a los vecinos del condominio donde viven en San Luis. Los sándwiches de pastrón (o pastrami) como los de cerdo ahumado fueron un éxito.
[caption id="attachment_9218" align="alignleft" width="300"] Quiché de verduras[/caption]
Al igual que esta pareja Rosa Rivera, quien tenía una tienda de ropa de bebé cerca de la calle Domingo Paz ya no tiene ingresos y su alquiler corre, por tal motivo ha desempolvado la mejor receta de pizzas de su abuela, de tal manera que todos los días prepara 50 unidades que agota ofreciendo vía whatsapp en las casas próximas a su zona.
“Estaba pensando cómo generar dinero y entonces recordé la receta de mi abuela que le encanta a mis hijos. Fue cuando me puse manos a la obra”, dice y añade que a eso le sumó la oferta de un refresco especial al que bautizó como “Tropicana”. Se trata de una mezcla de fresas, limón y albahaca.
A estas innovadoras iniciativas culinarias se suma Pedro Manti, un argentino que vive hace dos años en Tarija y que disfruta mucho de cocinar. Antes de la cuarentena se desempeñaba como instructor en un gimnasio y su faceta de buen cocinero se la guardaba recelosamente para su casa.
Hoy ha decidido apuntar a un público vegetariano, o al menos que gusta cuidar de su salud y de lo que come, así inició un grupo de whatsapp con amistades de su trabajo. Hoy su grupo ha crecido y ofrece a diario crepes con brócoli, pastel de verduras, quiché de verduras, zapallitos rellenos, trenza de harina integral, focaccia enrollada, entre otras delicias.
“Tenía muchos amigos que iban a locales de comida vegetariana, y en su mayoría no saben cocinar este tipo de cosas, así que se me ocurrió la idea”, dice emocionado y afirma que evaluará continuar con su emprendimiento pasada la cuarentena.
Más aún, al margen de las iniciativas innovadoras, están quienes se van por lo casero, así no falta el anchi, el tojorí y el api a un solo llamado. Raquel Cuenco vive en el barrio Senac y dice que durante la cuarentena se ha dedicado a preparar estas delicias caseras, mismas que ofrece a través de su grupo barrial de whatsapp. “Todas las tardes, tipo 18.00 mando las fotitos de lo que tengo preparado a mis vecinos.
Como es invierno entonces hago este tipo de cosas. Se vende muy bien gracias a Dios, porque mi puesto de vajilla en el mercado Campesino lo tengo cerrado”, asegura.
Estas son algunas de las iniciativas por las que ha optado la población tarijeña en un intento de sobrevivir a la crisis económica sin realizar sus actividades tradicionales. La gastronomía se ha consolidado como una de las opciones preferidas.
Trishia y Rodrigo son una pareja conocida por su amabilidad y profesionalismo en la atención al público. Ellos son propietarios de un local nocturno ubicado en el barrio Juan XXIII. Iniciaron con mucha expectativa en septiembre de 2019. Por la respuesta de los amigos y de aquellos que llegaron al local, su popularidad creció rápidamente, pero se paralizó en octubre debido a los conflictos políticos y sociales.
Una vez que finalizó esta dura etapa para Bolivia, con el mismo entusiasmo de un inicio se propusieron continuar con los servicios. Así reabrieron su karaoke, sin embargo, así como todos los demás locales nocturnos del país, la declaratoria de emergencia sanitaria determinada por el Gobierno, para evitar los contagios del Covid-19, nuevamente les cerró las puertas.
Trishia y Rodrigo pensaron en lanzar un nuevo emprendimiento, esta vez gastronómico. Decidieron hacer sándwiches especiales, que los ofrecieron a la venta a los vecinos del condominio donde viven en San Luis. Los sándwiches de pastrón (o pastrami) como los de cerdo ahumado fueron un éxito.
[caption id="attachment_9218" align="alignleft" width="300"] Quiché de verduras[/caption]
Al igual que esta pareja Rosa Rivera, quien tenía una tienda de ropa de bebé cerca de la calle Domingo Paz ya no tiene ingresos y su alquiler corre, por tal motivo ha desempolvado la mejor receta de pizzas de su abuela, de tal manera que todos los días prepara 50 unidades que agota ofreciendo vía whatsapp en las casas próximas a su zona.
“Estaba pensando cómo generar dinero y entonces recordé la receta de mi abuela que le encanta a mis hijos. Fue cuando me puse manos a la obra”, dice y añade que a eso le sumó la oferta de un refresco especial al que bautizó como “Tropicana”. Se trata de una mezcla de fresas, limón y albahaca.
A estas innovadoras iniciativas culinarias se suma Pedro Manti, un argentino que vive hace dos años en Tarija y que disfruta mucho de cocinar. Antes de la cuarentena se desempeñaba como instructor en un gimnasio y su faceta de buen cocinero se la guardaba recelosamente para su casa.
Hoy ha decidido apuntar a un público vegetariano, o al menos que gusta cuidar de su salud y de lo que come, así inició un grupo de whatsapp con amistades de su trabajo. Hoy su grupo ha crecido y ofrece a diario crepes con brócoli, pastel de verduras, quiché de verduras, zapallitos rellenos, trenza de harina integral, focaccia enrollada, entre otras delicias.
“Tenía muchos amigos que iban a locales de comida vegetariana, y en su mayoría no saben cocinar este tipo de cosas, así que se me ocurrió la idea”, dice emocionado y afirma que evaluará continuar con su emprendimiento pasada la cuarentena.
Más aún, al margen de las iniciativas innovadoras, están quienes se van por lo casero, así no falta el anchi, el tojorí y el api a un solo llamado. Raquel Cuenco vive en el barrio Senac y dice que durante la cuarentena se ha dedicado a preparar estas delicias caseras, mismas que ofrece a través de su grupo barrial de whatsapp. “Todas las tardes, tipo 18.00 mando las fotitos de lo que tengo preparado a mis vecinos.
Como es invierno entonces hago este tipo de cosas. Se vende muy bien gracias a Dios, porque mi puesto de vajilla en el mercado Campesino lo tengo cerrado”, asegura.
Estas son algunas de las iniciativas por las que ha optado la población tarijeña en un intento de sobrevivir a la crisis económica sin realizar sus actividades tradicionales. La gastronomía se ha consolidado como una de las opciones preferidas.