América Latina tendrá más recesión, pobreza y desempleo en 2020
La economía de América Latina y el Caribe retrocederá al menos 1,8 por ciento en 2020, lo que incrementará el desempleo y puede aumentar de 185 a 220 millones el número de pobres, como consecuencia de la pandemia del coronavirus, advirtió la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia...



La economía de América Latina y el Caribe retrocederá al menos 1,8 por ciento en 2020, lo que incrementará el desempleo y puede aumentar de 185 a 220 millones el número de pobres, como consecuencia de la pandemia del coronavirus, advirtió la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena.
La región no escapará al impacto de la pandemia sobre sus mercados y sus fuentes de aprovisionamiento, de turismo y de inversiones, expuso la titular de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) en una videoconferencia el jueves 19 con la organización Diálogo Interamericano, con sede en esta capital.
Recordó que América Latina y el Caribe creció apenas 0,1 por ciento en 2019, y aspiraba un crecimiento de 1,3 por ciento en 2020 “pero, como otras regiones emergentes, se verá afectada negativamente por el bien público que la enfermedad pone en riesgo, la salud humana”, dijo Bárcena.
Ahora se estima que el producto interno bruto regional se contraerá (-1,8 por ciento), lo que llevaría a que entre sus 620 millones de habitantes el número de pobres pasaría de 185 a 220 millones, y la gente en pobreza extrema aumentaría de 67,9 a 90 millones de personas.
Ahora se estima que el producto interno bruto regional se contraerá (-1,8 por ciento), lo que llevaría a que entre sus 620 millones de habitantes el número de pobres pasaría de 185 a 220 millones, y la gente en pobreza extrema aumentaría de 67,9 a 90 millones de personas.
Igualmente escalaría el desempleo, que afecta a 25,3 millones de trabajadores en una población económicamente activa de 313 millones de personas. Adicionalmente, en la región aumenta el empleo informal y precario, uno de cuyos indicadores es el crecimiento constante del trabajo por cuenta propia.
La crisis económica asociada al coronavirus afectará a la región a través de cinco canales, según Bárcena. El primero será la merma en la actividad en los socios comerciales que reciben las exportaciones, como por ejemplo China, cuyas compras a Brasil, Chile y Perú podrían caer en 10,7 por ciento.
Un segundo canal proviene de la caída del turismo, con el Caribe como principal afectado. En esa subregión, si la demanda de servicios turísticos se cierra por un mes, la demanda se contrae ocho por ciento anual, pero la merma será de 25 por ciento si la prohibición de viajar a causa del virus alcanza los tres meses.
Un tercer canal de afectación vendría con la interrupción de las cadenas de valor, especialmente en México y Brasil, que importan partes y bienes intermedios desde China para el su sector manufacturero: repuestos, electrodomésticos y productos electrónicos y farmacéuticos.
La cuarta vía es la previsible caída de los precios de los productos básicos, sobre todo para los exportadores de materias primas desde América del Sur.
Y en quinto lugar Bárcena ubicó “la mayor aversión al riesgo de los inversionistas y el empeoramiento de las condiciones financieras globales. Parte de estos efectos ya se aprecia en la fuerte disminución de los índices bursátiles en la región”.
Bárcena reconoció que los gobiernos están tomando medidas económicas, fiscales y monetarias que implican aumentar el gasto social, bajar las tasas de interés, suspender cobros de créditos bancarios, proveer líneas de crédito para el pago de los salarios de las compañías y evitar el desabastecimiento de bienes básicos.
Recalcó además la importancia de proteger de la crisis a los grupos más vulnerables, en especial los adultos mayores, los sectores de bajos ingresos y los más pobres. “Atención especial debe darse a las mujeres, por su doble papel de trabajadoras y cuidadoras”, manifestó.
“Esta pandemia tiene el potencial de rearmar la globalización geopolítica, pero es también una oportunidad para recordar los beneficios de la acción multilateral. Necesitamos una nueva visión, repensar todo, la economía completa”, concluyó.
Pero el perjuicio no es solo económico.
La mitad de los estudiantes del mundo no asisten a la escuela
Más de 850 millones de niños, niñas y jóvenes, la mitad de la población estudiantil del mundo y en su mayoría de las regiones del Sur, permanecen alejados de escuelas y universidades a las que se prohibió el acceso en el marco de la lucha contra el coronavirus, informó este pasado miércoles 18 la Unesco.
La pandemia “impone a los países inmensos desafíos para poder proporcionar un aprendizaje ininterrumpido a todos los niños y jóvenes de manera equitativa”, declaró la directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), la francesa Audrey Azoulay.
En el mundo, hasta el martes 17, un total de 102 Estados establecieron cierres nacionales de todos los centros de enseñanza, y otros 11 países cierres localizados en algunas de sus regiones.
Solo en los niveles de preescolar a secundaria, en los 65 países en desarrollo de Asia, África y América Latina que han dispuesto cierres totales de sus aulas, hay inscritos más de 600 millones de alumnos.
Ente los que dispusieron cierres parciales hay naciones de gran población, como India y Brasil.
Los países se apresuran a llenar el vacío con soluciones de educación no presencial, las que van desde alternativas de alta tecnología, como clases de vídeo en tiempo real realizadas a distancia, hasta otras opciones, como la programación educativa en canales de televisión o radio.
Aun así, “las dificultades aumentan exponencialmente si se prolongan los cierres de escuelas”, dijo Stefania Giannini, subdirectora general de Educación de la Unesco, en la sede del organismo en esta capital.
“Las escuelas, por muy imperfectas que sean, desempeñan una función igualadora en la sociedad y cuando se cierran, las desigualdades se agravan”, sentenció.
La organización produjo un listado de repercusiones negativas por el cierre de las escuelas, varias de las cuales se extienden más allá del sector propiamente educativo.
Además de la interrupción del aprendizaje, está la de la nutrición, pues muchos niños y jóvenes dependen de las comidas gratuitas o con descuento que les proporcionan las escuelas para alimentarse de forma saludable.
Se puede perder la protección que las escuelas brindan en sus espacios a niños y jóvenes, y se producen lagunas en el cuidado de los niños, muchos de los cuales quedan solos cuando sus padres marchan al trabajo.
Muchos padres no están preparados para la educación a distancia y en el hogar, y los accesos a los portales de aprendizaje digital son muy desiguales. La falta de acceso a buena tecnología, o a una buena conexión a internet, obstaculizan el aprendizaje continuo, especialmente en las familias más desfavorecidas.
Si los padres faltan al trabajo para cuidar a los niños se pierden remuneraciones y productividad, al tiempo que aumentan las tasas de abandono escolar, sobre todo cuando son prolongados los cierres de las escuelas.
Finalmente, se registra aislamiento social, pues las escuelas son centros de actividad social e interacción humana. Cuando las escuelas cierran, muchos niños y jóvenes pierden el contacto social, que es esencial para el aprendizaje y el desarrollo.
Ante el “desafío sin precedentes” que representa la escala y la velocidad de los cierres de escuelas por la covid-19, “estamos intensificando la creación de una coalición para garantizar una respuesta rápida y coordinada” de manera global, dijo Azoulay.
La coalición busca juntar a entidades multilaterales con firmas como Microsoft y la asociación empresarial de operadores de telefonía móvil, para ayudar a los países a desplegar sistemas de aprendizaje a distancia.
También la Unesco estableció un grupo de trabajo para ayudar a los gobiernos en esa dirección. “Este esfuerzo es una oportunidad para repensar la educación, ampliar el aprendizaje a distancia y hacer que los sistemas educativos sean más resistentes, abiertos e innovadores”, sostuvo la titular del organismo.
ONU reclama atención para países pobres ante el coronavirus
“La pandemia del coronavirus afectará más a los más vulnerables, los países pobres y a las mujeres, se reclama solidaridad y rechazo al proteccionismo, con políticas coordinadas por parte de las economías líderes del mundo”, planteó el secretario general de la ONU, António Guterres.
Esta crisis “no tiene precedente en los 75 años de existencia de la Organización, propaga el sufrimiento humano, infecta a la economía a nivel global, los trabajadores de todo el mundo podrían perder hasta 3,4 billones de dólares en ingresos, y pone en riesgo la vida de las personas”, dijo Guterres el jueves 19.
La Organización Internacional del Trabajo, por su parte, alertó un día antes sobre la posibilidad de que se pierdan 25 millones de empleos en todo el mundo. Las mujeres, por su papel de trabajadoras y cuidadoras, y los jóvenes, son de los sectores más afectados. El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, informó el mismo jueves 19 que son ya más de 70 por ciento de los países que cuentan con un plan nacional de preparación y respuesta para la covid-19, pero alertó que solo la mitad tienen programa nacional de prevención y control de infecciones y aplican normas para enfrentarlas.
“Nuestro mundo se enfrenta a un enemigo común. Estamos en guerra con un virus. Ésta es, sobre todo, una crisis humana que llama a solidaridad, pues la gente está enferma, asustada, sufriendo, y el tejido social se está desgarrando”, afirmó Guterres.
Ante la cumbre virtual de emergencia por teleconferencia, que el Grupo de los 20 (G20, las 20 mayores economías industrializadas y emergentes), convocada para la siguiente semana, el máximo funcionario de la ONU dijo que “la magnitud de la respuesta debe estar a la altura de la magnitud de la crisis”.
Guterres advirtió al G20 que “las políticas mal coordinadas corren el riesgo de encerrar, o incluso empeorar, desigualdades ya insostenibles, revirtiendo los avances en materia de desarrollo y reducción de la pobreza conseguidos con tanto esfuerzo”.
El secretario general llamó a todos los líderes mundiales a ofrecer una “respuesta conjunta y coordinada” a la crisis mediante tres áreas de acción: abordar la emergencia sanitaria, enfocarse en el impacto social y en la recuperación económica, y que una nueva etapa “sea mejor para todos que las vividas anteriormente”.
En lo inmediato, abogó por un incremento del gasto sanitario, ya que “se ha demostrado que el virus se puede contener. Si dejamos que se extienda, como un incendio forestal, especialmente en las regiones más vulnerables del mundo, matará a millones de personas”.
“Y debemos abstenernos de la tentación de recurrir al proteccionismo. Éste es el momento de desmantelar las barreras comerciales y restablecer las cadenas de suministro”, advirtió el responsable de la ONU.
A diferencia de la crisis económica de 2008, la actual “no es una crisis bancaria, de hecho, los bancos deben ser parte de la solución”, garantizando liquidez y utilizando sus capacidades para apoyar a sus clientes, añadió Guterres.
“Esta situación es esencialmente una crisis humana. Lo más importante es que debemos centrarnos en las personas: los más vulnerables, los trabajadores con bajos salarios, las pequeñas y medianas empresas. Eso significa apoyo salarial, seguros, protección social, prevención ante quiebras y ante pérdida de empleos”, destacó.
“La recuperación no debe recaer sobre las espaldas de los más pobres, y no podemos crear una legión de nuevos pobres”, insistió el titular de la ONU.
Finalmente dijo Guterres que la ONU, en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, se propone ayudar a todos los gobiernos para que las personas y la economía mundial puedan salir reforzadas de esta crisis.
“Más que nunca, necesitamos solidaridad, esperanza y voluntad política para superar esta crisis de manera conjunta”, remarcó.
La pandemia encuentra al foro mundial y a sus agencias en medio de una crisis de liquidez y merma de fondos que también tiene alcances históricos. Eso limitaría sus posibilidades de asistencia a las poblaciones y países más inermes para afrontar la llamada guerra contra covid-19 y a las dramáticas consecuencias sociales y económicas sobre las que alertó Guterres.
La región no escapará al impacto de la pandemia sobre sus mercados y sus fuentes de aprovisionamiento, de turismo y de inversiones, expuso la titular de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) en una videoconferencia el jueves 19 con la organización Diálogo Interamericano, con sede en esta capital.
Recordó que América Latina y el Caribe creció apenas 0,1 por ciento en 2019, y aspiraba un crecimiento de 1,3 por ciento en 2020 “pero, como otras regiones emergentes, se verá afectada negativamente por el bien público que la enfermedad pone en riesgo, la salud humana”, dijo Bárcena.
Ahora se estima que el producto interno bruto regional se contraerá (-1,8 por ciento), lo que llevaría a que entre sus 620 millones de habitantes el número de pobres pasaría de 185 a 220 millones, y la gente en pobreza extrema aumentaría de 67,9 a 90 millones de personas.
Ahora se estima que el producto interno bruto regional se contraerá (-1,8 por ciento), lo que llevaría a que entre sus 620 millones de habitantes el número de pobres pasaría de 185 a 220 millones, y la gente en pobreza extrema aumentaría de 67,9 a 90 millones de personas.
Igualmente escalaría el desempleo, que afecta a 25,3 millones de trabajadores en una población económicamente activa de 313 millones de personas. Adicionalmente, en la región aumenta el empleo informal y precario, uno de cuyos indicadores es el crecimiento constante del trabajo por cuenta propia.
La crisis económica asociada al coronavirus afectará a la región a través de cinco canales, según Bárcena. El primero será la merma en la actividad en los socios comerciales que reciben las exportaciones, como por ejemplo China, cuyas compras a Brasil, Chile y Perú podrían caer en 10,7 por ciento.
Un segundo canal proviene de la caída del turismo, con el Caribe como principal afectado. En esa subregión, si la demanda de servicios turísticos se cierra por un mes, la demanda se contrae ocho por ciento anual, pero la merma será de 25 por ciento si la prohibición de viajar a causa del virus alcanza los tres meses.
Un tercer canal de afectación vendría con la interrupción de las cadenas de valor, especialmente en México y Brasil, que importan partes y bienes intermedios desde China para el su sector manufacturero: repuestos, electrodomésticos y productos electrónicos y farmacéuticos.
La cuarta vía es la previsible caída de los precios de los productos básicos, sobre todo para los exportadores de materias primas desde América del Sur.
Y en quinto lugar Bárcena ubicó “la mayor aversión al riesgo de los inversionistas y el empeoramiento de las condiciones financieras globales. Parte de estos efectos ya se aprecia en la fuerte disminución de los índices bursátiles en la región”.
Bárcena reconoció que los gobiernos están tomando medidas económicas, fiscales y monetarias que implican aumentar el gasto social, bajar las tasas de interés, suspender cobros de créditos bancarios, proveer líneas de crédito para el pago de los salarios de las compañías y evitar el desabastecimiento de bienes básicos.
Recalcó además la importancia de proteger de la crisis a los grupos más vulnerables, en especial los adultos mayores, los sectores de bajos ingresos y los más pobres. “Atención especial debe darse a las mujeres, por su doble papel de trabajadoras y cuidadoras”, manifestó.
“Esta pandemia tiene el potencial de rearmar la globalización geopolítica, pero es también una oportunidad para recordar los beneficios de la acción multilateral. Necesitamos una nueva visión, repensar todo, la economía completa”, concluyó.
Pero el perjuicio no es solo económico.
La mitad de los estudiantes del mundo no asisten a la escuela
Más de 850 millones de niños, niñas y jóvenes, la mitad de la población estudiantil del mundo y en su mayoría de las regiones del Sur, permanecen alejados de escuelas y universidades a las que se prohibió el acceso en el marco de la lucha contra el coronavirus, informó este pasado miércoles 18 la Unesco.
La pandemia “impone a los países inmensos desafíos para poder proporcionar un aprendizaje ininterrumpido a todos los niños y jóvenes de manera equitativa”, declaró la directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), la francesa Audrey Azoulay.
En el mundo, hasta el martes 17, un total de 102 Estados establecieron cierres nacionales de todos los centros de enseñanza, y otros 11 países cierres localizados en algunas de sus regiones.
Solo en los niveles de preescolar a secundaria, en los 65 países en desarrollo de Asia, África y América Latina que han dispuesto cierres totales de sus aulas, hay inscritos más de 600 millones de alumnos.
Ente los que dispusieron cierres parciales hay naciones de gran población, como India y Brasil.
Los países se apresuran a llenar el vacío con soluciones de educación no presencial, las que van desde alternativas de alta tecnología, como clases de vídeo en tiempo real realizadas a distancia, hasta otras opciones, como la programación educativa en canales de televisión o radio.
Aun así, “las dificultades aumentan exponencialmente si se prolongan los cierres de escuelas”, dijo Stefania Giannini, subdirectora general de Educación de la Unesco, en la sede del organismo en esta capital.
“Las escuelas, por muy imperfectas que sean, desempeñan una función igualadora en la sociedad y cuando se cierran, las desigualdades se agravan”, sentenció.
La organización produjo un listado de repercusiones negativas por el cierre de las escuelas, varias de las cuales se extienden más allá del sector propiamente educativo.
Además de la interrupción del aprendizaje, está la de la nutrición, pues muchos niños y jóvenes dependen de las comidas gratuitas o con descuento que les proporcionan las escuelas para alimentarse de forma saludable.
Se puede perder la protección que las escuelas brindan en sus espacios a niños y jóvenes, y se producen lagunas en el cuidado de los niños, muchos de los cuales quedan solos cuando sus padres marchan al trabajo.
Muchos padres no están preparados para la educación a distancia y en el hogar, y los accesos a los portales de aprendizaje digital son muy desiguales. La falta de acceso a buena tecnología, o a una buena conexión a internet, obstaculizan el aprendizaje continuo, especialmente en las familias más desfavorecidas.
Si los padres faltan al trabajo para cuidar a los niños se pierden remuneraciones y productividad, al tiempo que aumentan las tasas de abandono escolar, sobre todo cuando son prolongados los cierres de las escuelas.
Finalmente, se registra aislamiento social, pues las escuelas son centros de actividad social e interacción humana. Cuando las escuelas cierran, muchos niños y jóvenes pierden el contacto social, que es esencial para el aprendizaje y el desarrollo.
Ante el “desafío sin precedentes” que representa la escala y la velocidad de los cierres de escuelas por la covid-19, “estamos intensificando la creación de una coalición para garantizar una respuesta rápida y coordinada” de manera global, dijo Azoulay.
La coalición busca juntar a entidades multilaterales con firmas como Microsoft y la asociación empresarial de operadores de telefonía móvil, para ayudar a los países a desplegar sistemas de aprendizaje a distancia.
También la Unesco estableció un grupo de trabajo para ayudar a los gobiernos en esa dirección. “Este esfuerzo es una oportunidad para repensar la educación, ampliar el aprendizaje a distancia y hacer que los sistemas educativos sean más resistentes, abiertos e innovadores”, sostuvo la titular del organismo.
ONU reclama atención para países pobres ante el coronavirus
“La pandemia del coronavirus afectará más a los más vulnerables, los países pobres y a las mujeres, se reclama solidaridad y rechazo al proteccionismo, con políticas coordinadas por parte de las economías líderes del mundo”, planteó el secretario general de la ONU, António Guterres.
Esta crisis “no tiene precedente en los 75 años de existencia de la Organización, propaga el sufrimiento humano, infecta a la economía a nivel global, los trabajadores de todo el mundo podrían perder hasta 3,4 billones de dólares en ingresos, y pone en riesgo la vida de las personas”, dijo Guterres el jueves 19.
La Organización Internacional del Trabajo, por su parte, alertó un día antes sobre la posibilidad de que se pierdan 25 millones de empleos en todo el mundo. Las mujeres, por su papel de trabajadoras y cuidadoras, y los jóvenes, son de los sectores más afectados. El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, informó el mismo jueves 19 que son ya más de 70 por ciento de los países que cuentan con un plan nacional de preparación y respuesta para la covid-19, pero alertó que solo la mitad tienen programa nacional de prevención y control de infecciones y aplican normas para enfrentarlas.
“Nuestro mundo se enfrenta a un enemigo común. Estamos en guerra con un virus. Ésta es, sobre todo, una crisis humana que llama a solidaridad, pues la gente está enferma, asustada, sufriendo, y el tejido social se está desgarrando”, afirmó Guterres.
Ante la cumbre virtual de emergencia por teleconferencia, que el Grupo de los 20 (G20, las 20 mayores economías industrializadas y emergentes), convocada para la siguiente semana, el máximo funcionario de la ONU dijo que “la magnitud de la respuesta debe estar a la altura de la magnitud de la crisis”.
Guterres advirtió al G20 que “las políticas mal coordinadas corren el riesgo de encerrar, o incluso empeorar, desigualdades ya insostenibles, revirtiendo los avances en materia de desarrollo y reducción de la pobreza conseguidos con tanto esfuerzo”.
El secretario general llamó a todos los líderes mundiales a ofrecer una “respuesta conjunta y coordinada” a la crisis mediante tres áreas de acción: abordar la emergencia sanitaria, enfocarse en el impacto social y en la recuperación económica, y que una nueva etapa “sea mejor para todos que las vividas anteriormente”.
En lo inmediato, abogó por un incremento del gasto sanitario, ya que “se ha demostrado que el virus se puede contener. Si dejamos que se extienda, como un incendio forestal, especialmente en las regiones más vulnerables del mundo, matará a millones de personas”.
“Y debemos abstenernos de la tentación de recurrir al proteccionismo. Éste es el momento de desmantelar las barreras comerciales y restablecer las cadenas de suministro”, advirtió el responsable de la ONU.
A diferencia de la crisis económica de 2008, la actual “no es una crisis bancaria, de hecho, los bancos deben ser parte de la solución”, garantizando liquidez y utilizando sus capacidades para apoyar a sus clientes, añadió Guterres.
“Esta situación es esencialmente una crisis humana. Lo más importante es que debemos centrarnos en las personas: los más vulnerables, los trabajadores con bajos salarios, las pequeñas y medianas empresas. Eso significa apoyo salarial, seguros, protección social, prevención ante quiebras y ante pérdida de empleos”, destacó.
“La recuperación no debe recaer sobre las espaldas de los más pobres, y no podemos crear una legión de nuevos pobres”, insistió el titular de la ONU.
Finalmente dijo Guterres que la ONU, en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, se propone ayudar a todos los gobiernos para que las personas y la economía mundial puedan salir reforzadas de esta crisis.
“Más que nunca, necesitamos solidaridad, esperanza y voluntad política para superar esta crisis de manera conjunta”, remarcó.
La pandemia encuentra al foro mundial y a sus agencias en medio de una crisis de liquidez y merma de fondos que también tiene alcances históricos. Eso limitaría sus posibilidades de asistencia a las poblaciones y países más inermes para afrontar la llamada guerra contra covid-19 y a las dramáticas consecuencias sociales y económicas sobre las que alertó Guterres.