Desnutrición y obesidad, dos caras de la mala alimentación
Cerca de 2.300 millones de personas de todas las edades tienen exceso de peso y más de 150 millones de niños padecen retraso del crecimiento, detalla un estudio que se dio a conocer este lunes. La publicación también advierte que los parásitos y la desnutrición, así como la obesidad...



Cerca de 2.300 millones de personas de todas las edades tienen exceso de peso y más de 150 millones de niños padecen retraso del crecimiento, detalla un estudio que se dio a conocer este lunes.
La publicación también advierte que los parásitos y la desnutrición, así como la obesidad pueden afectar a varias generaciones.
Francesco Branca, director del Departamento de Nutrición y Desarrollo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y principal autor del informe, alertó sobre la nueva realidad nutricional que enfrenta toda la población del planeta.
“Ya no podemos clasificar a los países como de bajos ingresos y mala nutrición o renta alta y con obesidad”, dijo.
“Todas las formas de malnutrición tienen un denominador común: sistemas alimentarios que no pueden ofrecer a todas las personas una alimentación saludable, inocua, asequible y sostenible”, agregó.
Según Branca, para cambiar este panorama se requieren medidas en todas las etapas de los sistemas alimentarios: desde la producción y el procesado, pasando por el comercio y la distribución, la fijación de precios, la comercialización y el etiquetado, hasta el consumo y los desechos de alimentos. “Todas las inversiones y políticas pertinentes deben reexaminarse radicalmente”, consideró.
Dietas sanas
El estudio recomienda dietas de alta calidad para combatir ambos problemas sanitarios.
Los componentes de una alimentación sana listados son:
-La lactancia materna durante los dos primeros años de vida- La diversidad y abundancia de frutas y hortalizas, cereales integrales, fibra, frutos secos y semillas
- El poco consumo de carne y otros productos de origen animal
- El consumir cantidades mínimas de carne procesada y de alimentos y bebidas de alto contenido calórico
- El evitar productos a los que se haya añadido azúcar, grasa saturada, grasa trans y sal
No obstante las pautas de una buena alimentación, los sistemas alimentarios de muchos países han incrementado la disponibilidad de productos ultraprocesados vinculados a un mayor aumento de peso; han disminuido la cantidad de mercados con alimentos frescos y han reducido el control de la cadena de suministro de los supermercados.
El documento advierte que la exposición a la desnutrición en los primeros años de vida, seguida por el sobrepeso a partir de la niñez, incrementa el riesgo de padecer diferentes enfermedades no transmisibles como la diabetes tipo 2, la hipertensión, los accidentes cerebrovasculares y los padecimientos cardiovasculares.
Los efectos negativos pueden, además, transmitirse de una generación a otra: por ejemplo, el efecto de la obesidad materna en la probabilidad de que el niño sea obeso puede exacerbarse si la madre estuvo subalimentada en las primeras etapas de su vida.
Planteamiento incompleto
El informe indica que históricamente, las medidas para abordar las distintas formas de malnutrición en general no han tenido en cuenta factores importantes como la nutrición en la primera infancia, la calidad de la alimentación, los factores socioeconómicos y los entornos alimentarios.
Señala asimismo que existen algunas pruebas de que los programas contra la desnutrición han incrementado involuntariamente los riesgos de obesidad y de enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación en los países de ingresos bajos y medios, en los que los entornos alimentarios cambian rápidamente.
En este sentido, subraya que si bien es fundamental mantener los programas contra la desnutrición, deben rediseñarse para que no causen daño.
Destaca que los programas contra la desnutrición prestados a través de los servicios de salud, las redes de seguridad social, los entornos educativos y los sistemas agrícolas y alimentarios ofrecen oportunidades para combatir la obesidad y las enfermedades relacionadas con la alimentación.
Ante la nueva realidad nutricional no funciona aplicar las mismas medidas de siempre, sino que se deben implementar estrategias que tengan el doble objetivo de prevenir o reducir tanto la desnutrición como la obesidad debidas a deficiencias nutricionales.
“Sin una transformación profunda de los sistemas alimentarios, los costos económicos, sociales y medioambientales de la inacción entorpecerá el crecimiento y el desarrollo de las personas y las sociedades durante décadas”, concluyó el doctor Branca.
En Bolivia crece la mala alimentación
Las tasas de desnutrición y mortalidad en menores de cinco años registraron una reducción significativa según dos estudios realizados por separado por el Ministerio de Salud y por el Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IFPRI). Para los profesionales del Colegio Departamental de Nutrición y del Centro de Recuperación Nutricional, se requieren campañas de formación para padres y el aumento de ítems en los hospitales para consolidar estos avances.
Según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (EDSA 2016), en Bolivia la desnutrición crónica en niños menores de cinco años se redujo del 32,3% en 2008 al 16% en 2016. A su vez, la tasa de mortalidad en menores de 5 años disminuyó del 8% en 2000 al 3,8% en 2015, según el IFPRI.
Sin embargo, los datos de la encuesta nacional revelan que la tasa de nutrición aguda (por la falta de nutrientes) registró un leve incremento del 1,4% en 2008 al 1,9% en 2016, a la vez que la obesidad subió dos puntos, lo que significa que un 20% de menores de cinco años tiene sobrepeso.
Apuntes sobre la temática
Malnutrición
El consumo no adecuado de alimentos lleva a las personas a un estado de malnutrición, la cual tiene consecuencias negativas significativas no solo en las tasas de morbilidad y mortalidad, sino también en el desarrollo físico y mental de las personas, en el rendimiento académico, en la inclusión social y laboral y en la productividad general de un país.
Comida chatarra
Bolivia ha registrado un aumento de casi 200% durante los últimos 15 años en el consumo de la llamada comida chatarra, con graves riesgos a la salud, pese a las campañas para una alimentación sana y una ley que promueve buenos hábitos de nutrición.
Los males
La obesidad, la diabetes e hipertensión arterial registraron tasas de crecimiento del 68%, 95% y 120%, respectivamente. Se estima que 214.817 personas se vieron afectadas por la diabetes tipo II, con un costo per cápita de Bs. 22.284, que en el global significó aproximadamente Bs 4.784 millones.
La publicación también advierte que los parásitos y la desnutrición, así como la obesidad pueden afectar a varias generaciones.
Francesco Branca, director del Departamento de Nutrición y Desarrollo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y principal autor del informe, alertó sobre la nueva realidad nutricional que enfrenta toda la población del planeta.
“Ya no podemos clasificar a los países como de bajos ingresos y mala nutrición o renta alta y con obesidad”, dijo.
“Todas las formas de malnutrición tienen un denominador común: sistemas alimentarios que no pueden ofrecer a todas las personas una alimentación saludable, inocua, asequible y sostenible”, agregó.
Según Branca, para cambiar este panorama se requieren medidas en todas las etapas de los sistemas alimentarios: desde la producción y el procesado, pasando por el comercio y la distribución, la fijación de precios, la comercialización y el etiquetado, hasta el consumo y los desechos de alimentos. “Todas las inversiones y políticas pertinentes deben reexaminarse radicalmente”, consideró.
Dietas sanas
El estudio recomienda dietas de alta calidad para combatir ambos problemas sanitarios.
Los componentes de una alimentación sana listados son:
-La lactancia materna durante los dos primeros años de vida- La diversidad y abundancia de frutas y hortalizas, cereales integrales, fibra, frutos secos y semillas
- El poco consumo de carne y otros productos de origen animal
- El consumir cantidades mínimas de carne procesada y de alimentos y bebidas de alto contenido calórico
- El evitar productos a los que se haya añadido azúcar, grasa saturada, grasa trans y sal
No obstante las pautas de una buena alimentación, los sistemas alimentarios de muchos países han incrementado la disponibilidad de productos ultraprocesados vinculados a un mayor aumento de peso; han disminuido la cantidad de mercados con alimentos frescos y han reducido el control de la cadena de suministro de los supermercados.
El documento advierte que la exposición a la desnutrición en los primeros años de vida, seguida por el sobrepeso a partir de la niñez, incrementa el riesgo de padecer diferentes enfermedades no transmisibles como la diabetes tipo 2, la hipertensión, los accidentes cerebrovasculares y los padecimientos cardiovasculares.
Los efectos negativos pueden, además, transmitirse de una generación a otra: por ejemplo, el efecto de la obesidad materna en la probabilidad de que el niño sea obeso puede exacerbarse si la madre estuvo subalimentada en las primeras etapas de su vida.
Planteamiento incompleto
El informe indica que históricamente, las medidas para abordar las distintas formas de malnutrición en general no han tenido en cuenta factores importantes como la nutrición en la primera infancia, la calidad de la alimentación, los factores socioeconómicos y los entornos alimentarios.
Señala asimismo que existen algunas pruebas de que los programas contra la desnutrición han incrementado involuntariamente los riesgos de obesidad y de enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación en los países de ingresos bajos y medios, en los que los entornos alimentarios cambian rápidamente.
En este sentido, subraya que si bien es fundamental mantener los programas contra la desnutrición, deben rediseñarse para que no causen daño.
Destaca que los programas contra la desnutrición prestados a través de los servicios de salud, las redes de seguridad social, los entornos educativos y los sistemas agrícolas y alimentarios ofrecen oportunidades para combatir la obesidad y las enfermedades relacionadas con la alimentación.
Ante la nueva realidad nutricional no funciona aplicar las mismas medidas de siempre, sino que se deben implementar estrategias que tengan el doble objetivo de prevenir o reducir tanto la desnutrición como la obesidad debidas a deficiencias nutricionales.
“Sin una transformación profunda de los sistemas alimentarios, los costos económicos, sociales y medioambientales de la inacción entorpecerá el crecimiento y el desarrollo de las personas y las sociedades durante décadas”, concluyó el doctor Branca.
En Bolivia crece la mala alimentación
Las tasas de desnutrición y mortalidad en menores de cinco años registraron una reducción significativa según dos estudios realizados por separado por el Ministerio de Salud y por el Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IFPRI). Para los profesionales del Colegio Departamental de Nutrición y del Centro de Recuperación Nutricional, se requieren campañas de formación para padres y el aumento de ítems en los hospitales para consolidar estos avances.
Según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (EDSA 2016), en Bolivia la desnutrición crónica en niños menores de cinco años se redujo del 32,3% en 2008 al 16% en 2016. A su vez, la tasa de mortalidad en menores de 5 años disminuyó del 8% en 2000 al 3,8% en 2015, según el IFPRI.
Sin embargo, los datos de la encuesta nacional revelan que la tasa de nutrición aguda (por la falta de nutrientes) registró un leve incremento del 1,4% en 2008 al 1,9% en 2016, a la vez que la obesidad subió dos puntos, lo que significa que un 20% de menores de cinco años tiene sobrepeso.
Apuntes sobre la temática
Malnutrición
El consumo no adecuado de alimentos lleva a las personas a un estado de malnutrición, la cual tiene consecuencias negativas significativas no solo en las tasas de morbilidad y mortalidad, sino también en el desarrollo físico y mental de las personas, en el rendimiento académico, en la inclusión social y laboral y en la productividad general de un país.
Comida chatarra
Bolivia ha registrado un aumento de casi 200% durante los últimos 15 años en el consumo de la llamada comida chatarra, con graves riesgos a la salud, pese a las campañas para una alimentación sana y una ley que promueve buenos hábitos de nutrición.
Los males
La obesidad, la diabetes e hipertensión arterial registraron tasas de crecimiento del 68%, 95% y 120%, respectivamente. Se estima que 214.817 personas se vieron afectadas por la diabetes tipo II, con un costo per cápita de Bs. 22.284, que en el global significó aproximadamente Bs 4.784 millones.