Víctor Jerez, el tarijeño que dedicó medio siglo a la tapicería
A sus 13 años de edad se sentó detrás de una máquinaSinger color negro, sus pies apenas tocaban el piso y sus manos se disponían a costurarla cuerina que formaría parte de un juego de living. Ese niño era Víctor Jerez Fernández (cholo), quien decidió entrar al oficio de la tapicería...



A sus 13 años de edad se sentó detrás de una máquinaSinger color negro, sus pies apenas tocaban el piso y sus manos se disponían a costurarla cuerina que formaría parte de un juego de living. Ese niño era Víctor Jerez Fernández (cholo), quien decidió entrar al oficio de la tapicería en uno de los primeros talleres ubicados en el barrio San Roque de Tarija.
Allá por la década de los 60 no tenía bien definido qué era lo que realmente le gustaba, trabajó en carpintería, metalúrgica, colchonería y tapicería. Finalmente optó por este último oficio, ese que demanda delicadeza, creatividad y paciencia.
El Cholo Jerez no desciende de una familia ya inmersa en ese rubro, ni su padre o madre soñaba con que su hijo sea un gran tapicero, nada de eso. Él por cuenta propia decidió entrar en ese oficio, del cual no se ha retirado nunca y no piensa hacerlo hasta que Dios lo disponga.
Ahí, en su taller sobre la calle Daniel Campos, antes de llegar a la calle Cochabamba, rememora los primeros pasos que tuvo en la tapicería. Se apoya sobre su mesa de madera que encima tiene un pliegue de cuerina a medio cortar. Mira hacia el techo y recuerda a su maestro, un tal Carlos que llegó desde La Paz, olvidó cuál era su apellido, pero asegura que le da gracias por ser tan riguroso y detallista en el acabado de sus trabajos.
Los que le tienen más cariño le dicen Cholito. Es un hombre de tez blanca, delgado y con cabello color ceniza. Tiene las manos gruesas, las que han recibido más de un pinchazo de aguja y uno que otro martillazo. “Cuestiones del oficio”, dice él.
Su trabajo
Más una de persona se fue contenta por el trabajo terminado de Jerez, aunque reconoce que a veces también se retrasa en el tiempo de entrega. Sucede que el Cholo cuida hasta el más mínimo detalle, muestra de ello la clientela nunca le falta. Entre sus tareas están las de recomponer el tapiz de asientos de vehículos, cabeceras de cama o sillones sofá.
Dice que antes se usaba la paja y algodón, pero luego fue reemplazado por la esponja, material que viene en distintos tipos. Él la conoce como a la palma de su mano: habla de laprensada, la de alta densidad y la común. Como experto en el área siempre aconseja a sus clientes que es mejor pagar un poquito más y llevarse un buen mueble.
Jerez recuerda que en la década de los 90 se traía la cuerina desde Argentina, pero en la actualidad llega más desde Brasil. Para ese entonces también se usaban tachuelas, cuyo objetivo era asegurar el material en la madera, eso fue reemplazado por las grampas. “Ahora todo es más moderno y ahorra tiempo”, comenta.
Detalla que los pedidos hoy en día ya no son de acabados en cuerina, sino en telas, porque éstas son térmicas y se adaptan al frío o calor. En cambio, el otro material es caliente y la gente no lo prefiere por eso, sobre todo en tiempo de verano. Hay quienes también demandan trabajos en cuero, pero no es muy frecuente por el elevado precio.
Agrega que el cedro era una de las maderas más usadas para la base de los sillones sofá, sin embargo, como subió de precio, en la actualidad se trabaja con la madera ochoa y yesquero. Ésta última es más fácil de trabajar y permite lograr buenos acabados. Más aún, hay que saberlas diferenciar, debido a que la gente puede ser engañada y luego el material termina con polillas.
Cuenta que hasta hace un par de décadas había gente que no quería echar a perder sus muebles antiguos, por eso los mandaba a retapizar, pues de alguna manera tenían un valor sentimental, eran de los abuelos o los padres. Además, eran muebles de buen material.
Antes de finalizar la década de los 80, el Cholo decidió salirse del taller donde aprendió tapicería y otros rubros. Esto ocurrió cuando le comenzaron a encargar muebles tapizados para que los realice en su casa. Así decidió abrir su propio negocio.
Su taller es una habitación de unos cinco metros de ancho por unos seis de largo, ahí tiene diferentes tipos de esponjas, unas sobre otras. Las pilas alcanzan hasta el techo. Todo el material ocupa más de la mitad de ese espacio, pero hay un lugar en medio de ello, donde está su radio marca Silver Crown, color cris y negro, a través de ella escucha los hechos violentos que se suceden ahora en La Paz.
Al frente tiene su máquina Singer con dos rollos de hilo negro que cruzan el ojal de la aguja, está lista para coser. Es a pedal y tiene una manija al costado izquierdo. El Cholo dice que esas máquinas son eternas y no la cambia por nada, sobre todo porquetrabaja en ella hace más de 30 de años.
A un costado tiene un armario con herramientas, entre ellas hay llaves de todo tipo, su amoladora y taladro. La regla y la tijera están sobre su mesa junto al rollo de cuerina, que dejó a medio cortar. Frente a la puerta hay unos sillones volcados que esperan ser tapizados.
Etapa de futbolero
La tertulia sobre fútbol está garantizada donde el Cholo, se emociona y se retrotrae en el tiempo, a sus 65 años continúa practicando ese deporte, que es otra de las cosas que le apasiona. “Sueña, desayuna, almuerza y cena fútbol”, tiene hasta fotos en blanco y negro con reconocidos jugadores de la Selección Boliviana y la liga profesional.
Desde niño empezó sus prácticas en la cancha de la Bombonera, donde actualmente queda el coliseo San Roque. Ahí se formó junto a otros jugadores, debutó en equipos de la A y B, jugó durante 12 años para la selección de Deportivo “ALA” de la Fuerza Aérea Boliviana en Tarija.
Mientras la conversación sigue,el Cholo no duda en desempolvar una caja de zapatillas, que en su interior tienen una variedad de fotografías y rectores de diario. Habla de jugadores como Chichi Romero y Erwin Sánchez, junto a una “camada” de jugadores que escribieron sus nombres en la historia del fútbol boliviano. Si alguien duda de ello, tiene las imágenes para comprobarlo.
Al margen de la tapicería y el futbol, el Cholo Jerez es devoto, cree mucho en el patrono San Roque, es más, tiene una fotografía enmarcada del Santo que cuelga en su pared. Dice que cuando era niño quería ser chuncho promesante, pero al final no lo logró. También cree en la virgen de Chaguaya y de Urkupiña.
El reloj marca las doce del mediodía de un miércoles de primavera, es también cuando desenfunda su máquina de costurar. Al día siguiente tiene que entregar un sillón tapizado y el tiempo es justo para cumplir con ese pedido.
El taller de tapicería de don Víctor Jerez
Máquina de costurar
La máquina Singer que Víctor Jerez tiene en su taller data de hace más de 30 años. Sabe que hay más modernas, pero no quiere cambiarla porque está acostumbrado a su primera herramienta, que le acompañó por más de la mitad de años que lleva en el oficio de la tapicería. La cuida como una reliquia.
Radio en el taller
Víctor Jerez también tiene una radio Silver Crown en su taller de tapicería, fue una de las primeras que adquirió en su juventud. Primero la tenía en su domicilio, luego de comprar otro equipo más grande, la trasladó a su taller. Ahora es su compañera, le alegra el día con las canciones que ponen las emisoras de radio.
El taller
Su taller queda sobre la calle Daniel Campos antes de llegar a la Cochabamba, es una habitación de unos cinco metros de ancho por unos seis de largo, ahí tiene diferentes tipos de esponjas sobrepuestas unas sobre otras hasta alcanzar el techo con plafón blanco. Todo el material ocupa más de la mitad de ese espacio
Allá por la década de los 60 no tenía bien definido qué era lo que realmente le gustaba, trabajó en carpintería, metalúrgica, colchonería y tapicería. Finalmente optó por este último oficio, ese que demanda delicadeza, creatividad y paciencia.
El Cholo Jerez no desciende de una familia ya inmersa en ese rubro, ni su padre o madre soñaba con que su hijo sea un gran tapicero, nada de eso. Él por cuenta propia decidió entrar en ese oficio, del cual no se ha retirado nunca y no piensa hacerlo hasta que Dios lo disponga.
Ahí, en su taller sobre la calle Daniel Campos, antes de llegar a la calle Cochabamba, rememora los primeros pasos que tuvo en la tapicería. Se apoya sobre su mesa de madera que encima tiene un pliegue de cuerina a medio cortar. Mira hacia el techo y recuerda a su maestro, un tal Carlos que llegó desde La Paz, olvidó cuál era su apellido, pero asegura que le da gracias por ser tan riguroso y detallista en el acabado de sus trabajos.
Los que le tienen más cariño le dicen Cholito. Es un hombre de tez blanca, delgado y con cabello color ceniza. Tiene las manos gruesas, las que han recibido más de un pinchazo de aguja y uno que otro martillazo. “Cuestiones del oficio”, dice él.
Su trabajo
Más una de persona se fue contenta por el trabajo terminado de Jerez, aunque reconoce que a veces también se retrasa en el tiempo de entrega. Sucede que el Cholo cuida hasta el más mínimo detalle, muestra de ello la clientela nunca le falta. Entre sus tareas están las de recomponer el tapiz de asientos de vehículos, cabeceras de cama o sillones sofá.
Dice que antes se usaba la paja y algodón, pero luego fue reemplazado por la esponja, material que viene en distintos tipos. Él la conoce como a la palma de su mano: habla de laprensada, la de alta densidad y la común. Como experto en el área siempre aconseja a sus clientes que es mejor pagar un poquito más y llevarse un buen mueble.
Jerez recuerda que en la década de los 90 se traía la cuerina desde Argentina, pero en la actualidad llega más desde Brasil. Para ese entonces también se usaban tachuelas, cuyo objetivo era asegurar el material en la madera, eso fue reemplazado por las grampas. “Ahora todo es más moderno y ahorra tiempo”, comenta.
Detalla que los pedidos hoy en día ya no son de acabados en cuerina, sino en telas, porque éstas son térmicas y se adaptan al frío o calor. En cambio, el otro material es caliente y la gente no lo prefiere por eso, sobre todo en tiempo de verano. Hay quienes también demandan trabajos en cuero, pero no es muy frecuente por el elevado precio.
Agrega que el cedro era una de las maderas más usadas para la base de los sillones sofá, sin embargo, como subió de precio, en la actualidad se trabaja con la madera ochoa y yesquero. Ésta última es más fácil de trabajar y permite lograr buenos acabados. Más aún, hay que saberlas diferenciar, debido a que la gente puede ser engañada y luego el material termina con polillas.
Cuenta que hasta hace un par de décadas había gente que no quería echar a perder sus muebles antiguos, por eso los mandaba a retapizar, pues de alguna manera tenían un valor sentimental, eran de los abuelos o los padres. Además, eran muebles de buen material.
Antes de finalizar la década de los 80, el Cholo decidió salirse del taller donde aprendió tapicería y otros rubros. Esto ocurrió cuando le comenzaron a encargar muebles tapizados para que los realice en su casa. Así decidió abrir su propio negocio.
Su taller es una habitación de unos cinco metros de ancho por unos seis de largo, ahí tiene diferentes tipos de esponjas, unas sobre otras. Las pilas alcanzan hasta el techo. Todo el material ocupa más de la mitad de ese espacio, pero hay un lugar en medio de ello, donde está su radio marca Silver Crown, color cris y negro, a través de ella escucha los hechos violentos que se suceden ahora en La Paz.
Al frente tiene su máquina Singer con dos rollos de hilo negro que cruzan el ojal de la aguja, está lista para coser. Es a pedal y tiene una manija al costado izquierdo. El Cholo dice que esas máquinas son eternas y no la cambia por nada, sobre todo porquetrabaja en ella hace más de 30 de años.
A un costado tiene un armario con herramientas, entre ellas hay llaves de todo tipo, su amoladora y taladro. La regla y la tijera están sobre su mesa junto al rollo de cuerina, que dejó a medio cortar. Frente a la puerta hay unos sillones volcados que esperan ser tapizados.
Etapa de futbolero
La tertulia sobre fútbol está garantizada donde el Cholo, se emociona y se retrotrae en el tiempo, a sus 65 años continúa practicando ese deporte, que es otra de las cosas que le apasiona. “Sueña, desayuna, almuerza y cena fútbol”, tiene hasta fotos en blanco y negro con reconocidos jugadores de la Selección Boliviana y la liga profesional.
Desde niño empezó sus prácticas en la cancha de la Bombonera, donde actualmente queda el coliseo San Roque. Ahí se formó junto a otros jugadores, debutó en equipos de la A y B, jugó durante 12 años para la selección de Deportivo “ALA” de la Fuerza Aérea Boliviana en Tarija.
Mientras la conversación sigue,el Cholo no duda en desempolvar una caja de zapatillas, que en su interior tienen una variedad de fotografías y rectores de diario. Habla de jugadores como Chichi Romero y Erwin Sánchez, junto a una “camada” de jugadores que escribieron sus nombres en la historia del fútbol boliviano. Si alguien duda de ello, tiene las imágenes para comprobarlo.
Al margen de la tapicería y el futbol, el Cholo Jerez es devoto, cree mucho en el patrono San Roque, es más, tiene una fotografía enmarcada del Santo que cuelga en su pared. Dice que cuando era niño quería ser chuncho promesante, pero al final no lo logró. También cree en la virgen de Chaguaya y de Urkupiña.
El reloj marca las doce del mediodía de un miércoles de primavera, es también cuando desenfunda su máquina de costurar. Al día siguiente tiene que entregar un sillón tapizado y el tiempo es justo para cumplir con ese pedido.
El taller de tapicería de don Víctor Jerez
Máquina de costurar
La máquina Singer que Víctor Jerez tiene en su taller data de hace más de 30 años. Sabe que hay más modernas, pero no quiere cambiarla porque está acostumbrado a su primera herramienta, que le acompañó por más de la mitad de años que lleva en el oficio de la tapicería. La cuida como una reliquia.
Radio en el taller
Víctor Jerez también tiene una radio Silver Crown en su taller de tapicería, fue una de las primeras que adquirió en su juventud. Primero la tenía en su domicilio, luego de comprar otro equipo más grande, la trasladó a su taller. Ahora es su compañera, le alegra el día con las canciones que ponen las emisoras de radio.
El taller
Su taller queda sobre la calle Daniel Campos antes de llegar a la Cochabamba, es una habitación de unos cinco metros de ancho por unos seis de largo, ahí tiene diferentes tipos de esponjas sobrepuestas unas sobre otras hasta alcanzar el techo con plafón blanco. Todo el material ocupa más de la mitad de ese espacio