Voluntarios: el secreto de Tarija contra el fuego
La rapidez con la que se apagó el incendio en Tarija bien merece un homenaje, pero la rapidez con la que se propagó también merece una reflexión en profundidad. En un contexto hipersensibilizado con el tema incendios, unas elecciones a la vuelta de la esquina y muchas ganas de acción, las...



La rapidez con la que se apagó el incendio en Tarija bien merece un homenaje, pero la rapidez con la que se propagó también merece una reflexión en profundidad. En un contexto hipersensibilizado con el tema incendios, unas elecciones a la vuelta de la esquina y muchas ganas de acción, las decisiones se tomaron consultando todas las agendas, pero afortunadamente, fue para bien.
Desde que antes del mediodía se empezara a divisar el fuego subiendo desde La Victoria en una mañana de esas soleadas pero con viento persistente que hacen muy agradable cualquier paseo pero muy complicado apagar una imprudencia, los políticos subordinaron su agenda a lo acontecido. La casualidad quiso que el presidente Evo Morales estuviera encabezando en Tarija una multitudinaria caminata, que se tuvo que acortar precisamente por la imagen que quedaba en las fotografías. Comunidad Ciudadana también anunció rápidamente que cancelaba su campaña. Otros políticos empezaron a buscar culpables antes incluso de que cayera la noche, que fue el momento en el que el susto se apoderó de la ciudad, pues las llamas bordeaban toda la cordillera hacia San Andrés, pasando por los cerros altos de Alto Senac, lo que en sí ponía el condimento necesario para desatar la histeria.
Evaluación
Alcaldía estima 225 hectáreas quemadas, sin daños materiales y sobre todo, sin heridos de consideración
Contexto y medidas
El contexto era evidentemente electoral, y contaminado luego de lo vivido en la Chiquitanía. Los estrategas y comunicadores políticos coinciden en que en aquel momento, el Gobierno no supo reaccionar ni organizar un verdadero gabinete de crisis que comunicara oportunamente las decisiones que se iban adoptando. De hecho, sin ser su competencia inicial, el Gobierno pasó a ser señalado como responsable.
Los analistas señalan que el Gobierno cometió dos errores comunicacionales fundamentales: primero, minimizar la dimensión del incendio y segundo, apostar el éxito de la misión a la contratación del Supertánker. La estrategia electoral del MAS pasa por evidenciar un gobierno fuerte que resuelve los problemas frente a la incertidumbre del resto de fuerzas opositoras, y en esa dimensión, se impuso el criterio electoral de no mostrar debilidad frente al manual de comunicación de crisis. Cuando el Supertánker entró en operaciones y los fuegos seguían y se reavivaban la imagen fue peor. Entonces se produjo la conferencia de Evo Morales en el Chapare, donde declaró pausa en la campaña, abrió las puertas a la ayuda internacional y reconoció la dimensión del incendio. Un mensaje más en línea con la coyuntura crítica que con la electoral.
Reacción acertada
En Tarija la lección se aprendió en 2017; al menos en lo que se refiere a como atender un incendio moderno en tiempos de celulares y redes sociales. Esta vez no faltó coordinación, aun con la ausencia del Gobernador, y en muy poco tiempo los bomberos estaban listos y Alcaldía y Gobernación desplegaron la logística de apoyo – carpas, unidades de emergencia, refrigerios, etc., - mientras lanzaban las campañas de recojo de material y llamados al voluntariado. Unos estaban mejor uniformados, otros peor, pero la sensación era de que todos esta vez sabían lo que tenían que hacer.
El Gobierno, esta vez con buen criterio, se jugó la baza del Supertánker, que no iba a fallar. Los que estaban en los cañones recuerdan que la precisión no era excelente, y si hubiera algún experto más accesible recordarían que el avión más grande del mundo está diseñado para los incendios más grandes del mundo… pero ayudó, y la posibilidad de que una ciudad entera como Tarija viera al gigante operando era una oportunidad que no se podía dejar escapar. Las terrazas estaban completas. Videos de todo barrio y posición llegaron hasta esta redacción.
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Los que no fallan nunca son los voluntarios. Convocados por unos o por otros, al final siempre están sin atender a esas cosas de la política. En el incendio de 2017 no estaba tan clara la función y muchos se montaron a las camionetas en plan rambo. Esta vez nadie tenía dudas, al menos de los que llegaron. El fuego no se apaga, se aplasta, con ramas, atizadores o lo que se tenga, pero también hace falta agua, mucha agua para evitar que se refresque, y cuando el fuego está en la punta del cerro y el agua abajo, la labor de centenares de jóvenes y no tan jóvenes es encomiable.
En día y medio se apagó un incendio con los esfuerzos de todos. Hubo un esfuerzo de coordinación. Hubo 225 hectáreas quemadas, sin daños materiales y sobre todo, sin heridos de consideración. Y hay un imputado metido a Morros Blancos por quemar basura. Y un cruce duro entre el alcalde y el viceministro de Educación, Eduardo Cortés, por las responsabilidades derivadas. Lo cierto es que desde hace años se viene advirtiendo que las propiedades, las urbanizaciones, las casas, le van ganando terreno a la montaña. Y el hombre es precisamente el mayor depredador de la naturaleza. La reacción está testeada, toca ahora la prevención.
Desde que antes del mediodía se empezara a divisar el fuego subiendo desde La Victoria en una mañana de esas soleadas pero con viento persistente que hacen muy agradable cualquier paseo pero muy complicado apagar una imprudencia, los políticos subordinaron su agenda a lo acontecido. La casualidad quiso que el presidente Evo Morales estuviera encabezando en Tarija una multitudinaria caminata, que se tuvo que acortar precisamente por la imagen que quedaba en las fotografías. Comunidad Ciudadana también anunció rápidamente que cancelaba su campaña. Otros políticos empezaron a buscar culpables antes incluso de que cayera la noche, que fue el momento en el que el susto se apoderó de la ciudad, pues las llamas bordeaban toda la cordillera hacia San Andrés, pasando por los cerros altos de Alto Senac, lo que en sí ponía el condimento necesario para desatar la histeria.
Evaluación
Alcaldía estima 225 hectáreas quemadas, sin daños materiales y sobre todo, sin heridos de consideración
Contexto y medidas
El contexto era evidentemente electoral, y contaminado luego de lo vivido en la Chiquitanía. Los estrategas y comunicadores políticos coinciden en que en aquel momento, el Gobierno no supo reaccionar ni organizar un verdadero gabinete de crisis que comunicara oportunamente las decisiones que se iban adoptando. De hecho, sin ser su competencia inicial, el Gobierno pasó a ser señalado como responsable.
Los analistas señalan que el Gobierno cometió dos errores comunicacionales fundamentales: primero, minimizar la dimensión del incendio y segundo, apostar el éxito de la misión a la contratación del Supertánker. La estrategia electoral del MAS pasa por evidenciar un gobierno fuerte que resuelve los problemas frente a la incertidumbre del resto de fuerzas opositoras, y en esa dimensión, se impuso el criterio electoral de no mostrar debilidad frente al manual de comunicación de crisis. Cuando el Supertánker entró en operaciones y los fuegos seguían y se reavivaban la imagen fue peor. Entonces se produjo la conferencia de Evo Morales en el Chapare, donde declaró pausa en la campaña, abrió las puertas a la ayuda internacional y reconoció la dimensión del incendio. Un mensaje más en línea con la coyuntura crítica que con la electoral.
Reacción acertada
En Tarija la lección se aprendió en 2017; al menos en lo que se refiere a como atender un incendio moderno en tiempos de celulares y redes sociales. Esta vez no faltó coordinación, aun con la ausencia del Gobernador, y en muy poco tiempo los bomberos estaban listos y Alcaldía y Gobernación desplegaron la logística de apoyo – carpas, unidades de emergencia, refrigerios, etc., - mientras lanzaban las campañas de recojo de material y llamados al voluntariado. Unos estaban mejor uniformados, otros peor, pero la sensación era de que todos esta vez sabían lo que tenían que hacer.
El Gobierno, esta vez con buen criterio, se jugó la baza del Supertánker, que no iba a fallar. Los que estaban en los cañones recuerdan que la precisión no era excelente, y si hubiera algún experto más accesible recordarían que el avión más grande del mundo está diseñado para los incendios más grandes del mundo… pero ayudó, y la posibilidad de que una ciudad entera como Tarija viera al gigante operando era una oportunidad que no se podía dejar escapar. Las terrazas estaban completas. Videos de todo barrio y posición llegaron hasta esta redacción.
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Los que no fallan nunca son los voluntarios. Convocados por unos o por otros, al final siempre están sin atender a esas cosas de la política. En el incendio de 2017 no estaba tan clara la función y muchos se montaron a las camionetas en plan rambo. Esta vez nadie tenía dudas, al menos de los que llegaron. El fuego no se apaga, se aplasta, con ramas, atizadores o lo que se tenga, pero también hace falta agua, mucha agua para evitar que se refresque, y cuando el fuego está en la punta del cerro y el agua abajo, la labor de centenares de jóvenes y no tan jóvenes es encomiable.
En día y medio se apagó un incendio con los esfuerzos de todos. Hubo un esfuerzo de coordinación. Hubo 225 hectáreas quemadas, sin daños materiales y sobre todo, sin heridos de consideración. Y hay un imputado metido a Morros Blancos por quemar basura. Y un cruce duro entre el alcalde y el viceministro de Educación, Eduardo Cortés, por las responsabilidades derivadas. Lo cierto es que desde hace años se viene advirtiendo que las propiedades, las urbanizaciones, las casas, le van ganando terreno a la montaña. Y el hombre es precisamente el mayor depredador de la naturaleza. La reacción está testeada, toca ahora la prevención.