¿Piropo o insulto?, acoso en las calles de Tarija
“Un día estaba volviendo a mi casa. Vi al frente y se acercaban tres tipos. Yo los vi desde lejos y ya sabía lo que iba a pasar, es como si nos diéramos cuenta antes. Yo pasé tratando de ignorarlos y un chico me dijo: Qué linda, ¿Por qué no vienes con nosotros? Y el otro le siguió...



“Un día estaba volviendo a mi casa. Vi al frente y se acercaban tres tipos. Yo los vi desde lejos y ya sabía lo que iba a pasar, es como si nos diéramos cuenta antes. Yo pasé tratando de ignorarlos y un chico me dijo: Qué linda, ¿Por qué no vienes con nosotros? Y el otro le siguió gritando que me estaba haciendo la buena. Yo no podía hacer nada porque eran tres. Tuve que seguir con la piel erizada, aguantando la respiración y no decir nada”, cuenta Milenka.
Milenka Zambrana es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Privada Domingo Savio (UPDS), tiene 19 años. Cuando aún estaba en el colegio vivió en Villazón, una ciudad del departamento de Potosí ubicada en la frontera con Argentina, que tienen alrededor de 37.113 habitantes. Años después se trasladó con toda su familia a Tarija.
Ese día eran las dos de la tarde y ella estaba en una de las calles del centro de Tarija. Los tres hombres eran mayores. A pesar que Milenka quería contestarles y defenderse, no lo hizo por el miedo que le provocaron. Además en alguna ocasión anterior cuando dijo algo, la agresión subió de tono.
Las palabras, la forma de mirar que denota deseo sexual sin el consentimiento del otro, los insultos referentes al cuerpo o a la falta de respuesta de las víctimas de acoso son algunas características de este tipo de violencia, que en la mayoría de los casos está dirigida a las mujeres. El acoso callejero es una realidad naturalizada en la mayoría de las culturas y en Tarija también.
“A veces da ganas de contestarles, pero nosotras no podemos hacer nada”, explica Milenka mientras frunce los labios y se apodera de ella un sentimiento de frustración, que es la frustración de todas las mujeres que pasaron por situaciones semejantes.
El colegio Franz Tamayo acogió a Milenka durante su periodo escolar. Un día, uno de los profesores se acercó de manera física a ella mientras rendía un examen. Su respiración, el roce de su brazo con el cuerpo de Milenka era obvio. El acoso, no solo está vinculado a desconocidos sino también a situaciones donde existe una relación de poder.
En la Encuesta de Prevalencia y características de la Violencia contra las Mujeres (EPCVcM 2016) publicada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) se constató la dimensión del problema en Bolivia.
Del total de mujeres encuestadas el 60 por ciento declaró haberse sentido agredida mediante “piropos o frases de carácter sexual que le molestaron u ofendieron”; y un 31 por ciento declaró haber sufrido “manoseos o que tocaron su cuerpo sin su consentimiento” en el ámbito público.
Si no la conoces o no te quiere responder, es acoso
El acoso callejero se produce normalmente cuando una o varias personas desconocidas abordan a una o varias personas en un espacio público. Cualquier acción o comentario irrespetuoso o vulgar dirigido a su persona por parte de extraños en lugares públicos se considera acoso callejero.
Se consideran como tales palabras o gestos, acercamientos intimidantes, fotografías sin consentimiento, agarrones, presión de genitales sobre el cuerpo, exhibicionismo con intención de llamar la atención de la persona acosada (desnudez parcial o total y masturbación pública), persecución, fotografías no consentidas de partes íntimas de las víctimas.
Con estos actos el acosador afirma su derecho a llamar la atención de la víctima, poniéndola como objeto sexual y forzándola a interactuar con el acosador.
¿Qué dicen ellos?
Cinco universitarios que cursan la materia de Redacción y Géneros Periodísticos de la carrera de Comunicación Social de la UPDS se animaron a hablar sobre el acoso callejero en Tarija. La pregunta fue si alguna vez ellos, mientras estaban con un grupo de amigos, participaron en gritarle a alguna chica un “piropo” sin que ella quiera. La respuesta fue: Obvio (risas). “Si está buena, hay que hacerlo notar”, fue una frase que saltó. Pero lo cierto es que ninguno de ellos lo hizo estando solo. El acoso callejero muchas veces forma parte de un comportamiento en manada, cuando difuminan la identidad de la víctima y no existe referencia sobre la consecuencia que recae en ella. Todos admitieron que en ese momento no piensan en si ella se siente mal o le duele. En el inconsciente colectivo se cree que si le gritas a una mujer que es hermosa o que tiene lindas piernas ella se sentirá halagada porque se supone que la respuesta a una frase que describa un aspecto positivo debería ser positiva también. Sin embargo, esto no es cierto y no es sino hasta después de hablar y debatir el tema que el otro cae en cuenta que no se trata de un piropo sino de romper la intimidad y el derecho de la víctima a no ser tratada como un objeto. “Es muy complicado el tema porque hay varias situaciones. Hay situaciones en las que las mujeres se sienten valoradas. Cuando el chico es atractivo no lo catalogan como acoso y pero hay otras que se molestan. También pasa al revés, a veces también hay grupos de mujeres que molestan y claro, es incómodo”, sostuvo uno de los estudiantes.Del diálogo al cambio
Los hombres también quieren hablar sobre acoso callejero, sobre todo las nuevas generaciones que no tienen el conflicto de dejar atrás ciertos comportamientos del “clásico macho”. La conclusión con los estudiantes fue que el acoso callejero es agresivo y que la sociedad exige cierto tipo de aceptación o valoración a través del físico. Los mensajes que se envían a través de las redes y los medios de comunicación son confusos. El sexocompulsivismo, la cosificación de las mujeres, en sí el patriarcado puso muy dentro del comportamiento un “chip” que normaliza la violencia en las calles, en especial si es sexual. Ellos dijeron que parte del problema es la falta de empatía que se tiene con las víctimas. Si no se habla al respecto no habrá forma de cambiar la violencia de género que no halaga a ninguna mujer. Es acoso cuando la otra persona no quiere. Cuando hieres, cuando incomodas. “¿No hay una ley para eso?”, fue la pregunta final. Sí la hay. El Código Penal sanciona al acoso callejero como un delito, pero no está sancionado socialmente. Milenka guarda su cuaderno en la mochila. Conecta los audífonos en su celular y le pone play a cualquier canción de su lista. Baja las gradas de la Universidad y camina por la calle rumbo a su casa. Si la música está lo suficientemente alta, al menos no escuchará a cualquier “tipo” que le grite en la calle. “¿Será que eso es suficiente?”, se pregunta. Apuntes sobre acoso sexual Su lugar En las sociedades machistas y patriarcales el acoso callejero es un instrumento poderoso de control de las mujeres; una forma de hacerlas sentir incómodas en el espacio público, y recordarnos que el hogar es su supuesto espacio “natural y seguro”. Concepto El acoso callejero es un conjunto de prácticas de connotación sexual ejercidas por una persona desconocida en espacios públicos como la calle, el transporte o espacios públicos como comercios, calle, universidad y plazas. Esto suele generar malestar en la víctima. Código penal El nuevo Código Penal sancionará a “la persona que, en lugar público, ejerza acoso callejero en contra de otra, consistente en gestos obscenos, insultos sexistas, frases, comentarios o insinuaciones alusivas al cuerpo o al acto sexual, que resulten humillantes, hostiles, obscenas u ofensivas a la víctima”.