El esplendor arquitectónico de una Tarija de otra época
La Tarija de antaño poseía emblemáticos edificios que formaron parte de su día a día y jugaron un rol fundamental en la identidad chapaca. Algunos de estos edificios perviven hasta ahora. Entre ellos, la Casa Dorada, el Castillo Azul, el Cementerio General, la biblioteca municipal, entre...



La Tarija de antaño poseía emblemáticos edificios que formaron parte de su día a día y jugaron un rol fundamental en la identidad chapaca. Algunos de estos edificios perviven hasta ahora. Entre ellos, la Casa Dorada, el Castillo Azul, el Cementerio General, la biblioteca municipal, entre otros.
Las oficinas públicas anteriormente funcionaban sobre todo en casas que eran alquiladas
Más aún hay muchos que con el tiempo desaparecieron tales como la cárcel, la recova y el teatro Bernardo Trigo, entre otros. En este pasaje le mostramos fotografías de algunas de estas construcciones y recuperamos recuerdos de la tradición oral y escritos de historiadores de antaño.
Según el escritor e historiador Agustín Morales hasta antes del año 1930 el más grande y lujoso edificio fue sin lugar a dudas la casa Dorada. Pero el escritor también describe los edificios públicos, así cuenta que la entonces Prefectura estaba instalada en una casa particular de un hermano de don Moisés Navajas, de la misma manera el Concejo Municipal era una casa corriente de dos pisos con balcones de madera. En la parte trasera conservaba aún un enorme canchón.
Abajo y cerca de la plaza Luis de Fuentes estaba la biblioteca que abría sus puertas en la planta baja, se dice que el encargado de la misma no permitía el ingreso de los muchachos hasta que ya tenían una edad adecuada para deletrear los tomos de la valiosa colección del “Tesoro de la juventud”.
Otro edificio que llamaba la atención en ese entonces era el del Banco Nacional con su enorme león en la parte superior del frontis. Según el autor otro edificio emblemático era el teatro “General Bernardo Trigo”, éste se levantaba majestuoso con dos enormes plantas exteriores y cuatro interiores. Fue una gran construcción de grandes proporciones, estilo romano con tres amplios portales que se abrían luego de una breve escalinata. Se dice que tenía palcos, anfiteatro, gallinero y galería.
Otra recordada construcción era la cárcel, ubicada en la parte posterior del edificio policial. Cuenta Agustín Morales que no fue más que una vieja casona con dos grandes patios, el uno con una amplia reja para varones y el otro contiguo para mujeres. En el primero había una fuente circular de agua y en el otro había frondosos y añejos árboles de olivo.
Según cuenta Margarita Romero escuchaba de su abuela que ahí en las horas de visita se armaba una gran feria, donde se podían comprar muchas cosas que no se encontraban ni en la recova; como por ejemplo ojotas a que se las hacía en el momento y sobre la medida.
El panteón era otra emblemática construcción, cuando se modernizó recién la población llegó a llamarlo Cementerio General. Se encontraba en el mismo lugar que está ahora, sólo que se trataba de construcciones antiguas. En el fondo izquierdo se levantaba una derruida capilla.
El primer mausoleo que se construyó fue el de don Moisés Navajas, en plateado y dorado como su fastuosa casa. Después se construyó el Mausoleo de la Sociedad Antoniana.
El Castillo Azul de Tarija fue una construcción que inevitablemente llama la atención hasta ahora. Cada persona que pasa frente a él tiene sus propias impresiones. Su dueño era don Moisés Navajas y al igual que la Casa Dorada cientos de historias de misterio lo rodean.
Hoy muchos de estos edificios perviven aunque han sido objeto de modificaciones, unos más que otros. Más aún continúan como muestra del esplendor arquitectónico de una Tarija de otra época
“!Qué lindas me parecían las calles de mi tierra!, en época de verano se cubrían de un verde tapiz tanto en veredas y en calzadas y aunque el empedrado era rudimentario, los edificios coloniales no hacían más que darle una gran armonía a la ciudad”, expresa en su libro Estampas de Tarija Agustín Morales.
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Las oficinas públicas anteriormente funcionaban sobre todo en casas que eran alquiladas
Más aún hay muchos que con el tiempo desaparecieron tales como la cárcel, la recova y el teatro Bernardo Trigo, entre otros. En este pasaje le mostramos fotografías de algunas de estas construcciones y recuperamos recuerdos de la tradición oral y escritos de historiadores de antaño.
Según el escritor e historiador Agustín Morales hasta antes del año 1930 el más grande y lujoso edificio fue sin lugar a dudas la casa Dorada. Pero el escritor también describe los edificios públicos, así cuenta que la entonces Prefectura estaba instalada en una casa particular de un hermano de don Moisés Navajas, de la misma manera el Concejo Municipal era una casa corriente de dos pisos con balcones de madera. En la parte trasera conservaba aún un enorme canchón.
Abajo y cerca de la plaza Luis de Fuentes estaba la biblioteca que abría sus puertas en la planta baja, se dice que el encargado de la misma no permitía el ingreso de los muchachos hasta que ya tenían una edad adecuada para deletrear los tomos de la valiosa colección del “Tesoro de la juventud”.
Otro edificio que llamaba la atención en ese entonces era el del Banco Nacional con su enorme león en la parte superior del frontis. Según el autor otro edificio emblemático era el teatro “General Bernardo Trigo”, éste se levantaba majestuoso con dos enormes plantas exteriores y cuatro interiores. Fue una gran construcción de grandes proporciones, estilo romano con tres amplios portales que se abrían luego de una breve escalinata. Se dice que tenía palcos, anfiteatro, gallinero y galería.
Otra recordada construcción era la cárcel, ubicada en la parte posterior del edificio policial. Cuenta Agustín Morales que no fue más que una vieja casona con dos grandes patios, el uno con una amplia reja para varones y el otro contiguo para mujeres. En el primero había una fuente circular de agua y en el otro había frondosos y añejos árboles de olivo.
Según cuenta Margarita Romero escuchaba de su abuela que ahí en las horas de visita se armaba una gran feria, donde se podían comprar muchas cosas que no se encontraban ni en la recova; como por ejemplo ojotas a que se las hacía en el momento y sobre la medida.
El panteón era otra emblemática construcción, cuando se modernizó recién la población llegó a llamarlo Cementerio General. Se encontraba en el mismo lugar que está ahora, sólo que se trataba de construcciones antiguas. En el fondo izquierdo se levantaba una derruida capilla.
El primer mausoleo que se construyó fue el de don Moisés Navajas, en plateado y dorado como su fastuosa casa. Después se construyó el Mausoleo de la Sociedad Antoniana.
El Castillo Azul de Tarija fue una construcción que inevitablemente llama la atención hasta ahora. Cada persona que pasa frente a él tiene sus propias impresiones. Su dueño era don Moisés Navajas y al igual que la Casa Dorada cientos de historias de misterio lo rodean.
Hoy muchos de estos edificios perviven aunque han sido objeto de modificaciones, unos más que otros. Más aún continúan como muestra del esplendor arquitectónico de una Tarija de otra época
“!Qué lindas me parecían las calles de mi tierra!, en época de verano se cubrían de un verde tapiz tanto en veredas y en calzadas y aunque el empedrado era rudimentario, los edificios coloniales no hacían más que darle una gran armonía a la ciudad”, expresa en su libro Estampas de Tarija Agustín Morales.
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