Poca asistencia en reunión por legalización del aborto
Como muestra de apoyo a la lucha de los colectivos argentinos que piden la despenalización del aborto en el país vecino, la agrupación feminista “Mochas Copleras” de Tarija, una de las pocas que es visible en cuanto a la temática, se reunió ayer en la puerta del consulado argentino para...



Como muestra de apoyo a la lucha de los colectivos argentinos que piden la despenalización del aborto en el país vecino, la agrupación feminista “Mochas Copleras” de Tarija, una de las pocas que es visible en cuanto a la temática, se reunió ayer en la puerta del consulado argentino para manifestar pacíficamente su postura.
Sin embargo, no resultó una sorpresa, la protesta no tuvo numerosa asistencia. “Es un tema muy polémico -dijo una activista que prefirió mantener su nombre en el anonimato- y resulta que plantear una postura desde las redes sociales es muy diferente que asistir a las manifestaciones. No todas nos vamos a animar a ir. Algunas por miedo a que la familia nos cuestione porque inmediatamente surge la pregunta ¿entonces has abortado?, otras porque significaría pelearnos con cada persona que argumenta que las mujeres merecen sufrir por tomar la decisión de no querer tener un hijo en ese momento de nuestras vidas”.
La vocera de ese colectivo feminista, Cintia Mamani Rodríguez, explicó que la no visibilización de las personas que están a favor de la despenalización del aborto en Tarija se “da por el temor que sienten al ser estigmatizadas”. Recordó que según los números que dio el Hospital Regional San Juan de Dios (HRSJD) cada año asisten de 800 a 1.200 mujeres con abortos inconclusos, sin contar con todas aquellas que no asisten a ninguna clínica o asisten a otros centros médicos.
“La gente se niega a mirar la realidad del número de muertes de mujeres por abortos clandestinos, inseguros e insalubres. Esas mismas personas se atreven a tomar una postura clara sobre la despenalización del aborto y son las que apuntan, las que juzgan y muchas veces crean estigmas en las personas que si se atreven a tener una postura clara”, explicó Mamani.
La despenalización del aborto es un tema concurrente en América Latina en los últimos tiempos, en donde países como Argentina y Chile han iniciado un debate dentro de los parlamentos y a través de la sociedad civil. Desde el 2010 hasta el 2014, según un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel mundial se produjeron 25 millones de abortos peligrosos de los cuales el 95 por ciento se realizaron en América Latina, África y Asia. En Bolivia, de acuerdo al Estudio Nacional de Mortalidad Materna del 2011 publicado por el Ministerio de Salud, el aborto es la tercera causa de muerte materna. No existen cifras que determinen cuántos abortos se realizan al año por la clandestinidad pero se estima que sobrepasan estas cifras.
El debate político y social sobre la inclusión de una normativa que amplié las circunstancias para legalizar el aborto dentro del nuevo Código Penal derivó en una secuencia de manifestaciones de dos bandos polarizados: los llamados pro-vida, que están en contra de la despenalización y apelan a la religión para su argumento, y las organizaciones, en su mayoría lideradas por mujeres, que están a favor. Para hablar de aborto, se debe tomar en cuenta las causas y las consecuencias. El discurso que maneja el primer grupo, habla sobre el desinterés de la población por utilizar anticonceptivos a pesar de su accesibilidad y por ende como consecuencia, las mujeres se embarazan y abortan.
Sin embargo, a pesar de los intentos de las políticas estatales por introducir al pensum académico de los colegios la educación sexual y presentar normativas que permitan el acceso gratuito a métodos anticonceptivos en las postas de salud, varios estudios entre ellos del Fondo de Población de las Naciones Unidas(FPNU) determinaron que en América Latina y el Caribe, el 65 por ciento de las mujeres entre 15 a 49 años desean evitar un embarazo, pero 24 millones de mujeres tienen una necesidad insatisfecha de métodos anticonceptivos modernos y 18 millones no utilizan ningún método. La pregunta es ¿por qué a pesar de tener acceso a métodos anticonceptivos, la población decide no utilizarlos?
Sin embargo, no resultó una sorpresa, la protesta no tuvo numerosa asistencia. “Es un tema muy polémico -dijo una activista que prefirió mantener su nombre en el anonimato- y resulta que plantear una postura desde las redes sociales es muy diferente que asistir a las manifestaciones. No todas nos vamos a animar a ir. Algunas por miedo a que la familia nos cuestione porque inmediatamente surge la pregunta ¿entonces has abortado?, otras porque significaría pelearnos con cada persona que argumenta que las mujeres merecen sufrir por tomar la decisión de no querer tener un hijo en ese momento de nuestras vidas”.
La vocera de ese colectivo feminista, Cintia Mamani Rodríguez, explicó que la no visibilización de las personas que están a favor de la despenalización del aborto en Tarija se “da por el temor que sienten al ser estigmatizadas”. Recordó que según los números que dio el Hospital Regional San Juan de Dios (HRSJD) cada año asisten de 800 a 1.200 mujeres con abortos inconclusos, sin contar con todas aquellas que no asisten a ninguna clínica o asisten a otros centros médicos.
“La gente se niega a mirar la realidad del número de muertes de mujeres por abortos clandestinos, inseguros e insalubres. Esas mismas personas se atreven a tomar una postura clara sobre la despenalización del aborto y son las que apuntan, las que juzgan y muchas veces crean estigmas en las personas que si se atreven a tener una postura clara”, explicó Mamani.
La despenalización del aborto es un tema concurrente en América Latina en los últimos tiempos, en donde países como Argentina y Chile han iniciado un debate dentro de los parlamentos y a través de la sociedad civil. Desde el 2010 hasta el 2014, según un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel mundial se produjeron 25 millones de abortos peligrosos de los cuales el 95 por ciento se realizaron en América Latina, África y Asia. En Bolivia, de acuerdo al Estudio Nacional de Mortalidad Materna del 2011 publicado por el Ministerio de Salud, el aborto es la tercera causa de muerte materna. No existen cifras que determinen cuántos abortos se realizan al año por la clandestinidad pero se estima que sobrepasan estas cifras.
El debate político y social sobre la inclusión de una normativa que amplié las circunstancias para legalizar el aborto dentro del nuevo Código Penal derivó en una secuencia de manifestaciones de dos bandos polarizados: los llamados pro-vida, que están en contra de la despenalización y apelan a la religión para su argumento, y las organizaciones, en su mayoría lideradas por mujeres, que están a favor. Para hablar de aborto, se debe tomar en cuenta las causas y las consecuencias. El discurso que maneja el primer grupo, habla sobre el desinterés de la población por utilizar anticonceptivos a pesar de su accesibilidad y por ende como consecuencia, las mujeres se embarazan y abortan.
Sin embargo, a pesar de los intentos de las políticas estatales por introducir al pensum académico de los colegios la educación sexual y presentar normativas que permitan el acceso gratuito a métodos anticonceptivos en las postas de salud, varios estudios entre ellos del Fondo de Población de las Naciones Unidas(FPNU) determinaron que en América Latina y el Caribe, el 65 por ciento de las mujeres entre 15 a 49 años desean evitar un embarazo, pero 24 millones de mujeres tienen una necesidad insatisfecha de métodos anticonceptivos modernos y 18 millones no utilizan ningún método. La pregunta es ¿por qué a pesar de tener acceso a métodos anticonceptivos, la población decide no utilizarlos?