Arduz festeja el viernes 60 años entregado a la música
Con la esperanza de ver a los primeros licenciados en música egresados del instituto musical que creó en Tarija, Fernando Arduz cumple 60 años dedicados a este arte, con la satisfacción de haber superado vicisitudes de la mano de Dios. Brindará un concierto este viernes que es un “Resumen...



Con la esperanza de ver a los primeros licenciados en música egresados del instituto musical que creó en Tarija, Fernando Arduz cumple 60 años dedicados a este arte, con la satisfacción de haber superado vicisitudes de la mano de Dios. Brindará un concierto este viernes que es un “Resumen de Vida”.
Una primera parte del programa contempla sus inicios, la época en la que gustaba de los sones españoles, el público disfrutará de “Asturias” de Isaac Albéniz, la “Gran jota aragonesa” de Francisco Tárraga y de la “Danza del molinero” de Manuel de Falla.
Una segunda parte rememorará sus años vividos en Madrid con “Mujer, niña y amiga” de Robustiano Figueroa, “por la Quebrada” de Alfredo Domínguez y “Tiempo feliz” de Toto Vaca. Concluirá su repertorio dedicado a Tarija con “Polvo en el viento” de Kerry Livgren, “Mi buen amor” de Gonzalo y Elmer Hermosa, además de “Bolivia, pueblo de Dios” de Yuri Ortuño.
El espectáculo iniciará a las 19.00 horas del viernes en el Salón Auditorio de la Casa de la Cultura.
https://youtu.be/nY_lvY4ZbPY
Regalo
“Estos 60 años son un regalo de Dios, sobre todo después de pasar situaciones en la que podría haberse terminado antes”, afirmó. Al recordar que desde hace 40 años que sufre de diabetes y que, más allá de provocarle conflictos y depresiones, siempre contó con la disciplina que le permitió enfrentar la dolencia sin problemas ni complicaciones.
“Me siento realizado con la guitarra por haber desarrollado la faceta de hacer arreglos de la música folklórica”, apuntó. Al criticar a algunos guitarristas clásicos consideran que no merece la pena hacerlo. Consideró que su tarea principal fue llevarla a salas de concierto, darle la importancia necesaria, tanto en la guitarra como en la orquesta de cuerdas que dirige.
Otro logro del cual se siente orgulloso es haber creado el Instituto de Formación Artística Orquesta Juvenil Tarija que cuenta con 34 estudiantes, proyecto que superó su expectativa por ser un inicio experimental en la enseñanza superior de la música y su meta es ver que en algún momento se logre el nivel de licenciatura en esta ciudad, aunque sólo oferten la instrucción en instrumentos de cuerda.
“En realidad la Orquesta de Cámara fue la que dio nacimiento a este instituto y el nombre original era Orquesta Juvenil de Cámara, lo de juvenil desapareció hace algunos años y ahora vuelve a retomar este nombre porque la juventud está en los estudiantes”, dijo sonriente. Al adelantar que en un par de años saldrá la primera promoción. Además, tienen programado brindar un concierto el próximo 5 de julio.
Arduz es ganador por tres veces del premio Nacional Eduardo Abaroa con arreglos para orquesta sinfónica. En 2013 lo hizo con la obra “Guadalquivir” dedicada a Tarija, en 2014 con la pieza “Vida, Pasión y Muerte de Juan Cutipa” con sones de la zona altiplánica y en 2016 con la chobena “Piama” de la región oriental.
https://youtu.be/tXvnP7u8290
El artista y sus veleidades con la música progresiva
Corría el año 1973 y Fernando Arduz, antes de conocer a su mentor Ernesto La Faye, armó un conjunto en el que uno de los integrantes cantaba imitando a Leonardo Favio y realizaron algunas presentaciones, lo que dio origen a otro grupo ya con características electrónicas.
“Nos juntamos un grupo de amigos y formamos un conjunto electrónico, al principio se llamaba “Sombras del tiempo” y luego cambiamos a “Barro” Con ellos hicimos la música que en esos tiempos se denominaba progresiva. Empezó a sonar Carlos Santana y me fascinó su música”, contó Arduz. Realizaban presentaciones, participaban de festivales locales y tuvieron la oportunidad de viajar a Villazón a un concierto en el que ganaron un segundo premio “sin tener instrumentos electrónicos propios” subraya.
Y, como continuaba sus estudios con el maestro La Faye, tampoco dejó la música moderna progresiva y lo incorporaron a un grupo denominado “Opus Dei”.
“Al ver que teníamos la inclinación por la música electrónica, el profesor nos apoyó y entre los mismos estudiantes formamos un conjunto que se llamó Albatros”. “Tocábamos temas de varios grupos de moda del momento, Deep Purple, Uriah Heep, Santana y otros”, contó. Actualmente estos ritmos se denominan genéricamente como rock.
Tiempo después, él y sus condiscípulos aprendieron a tocar flauta dulce –don Ernesto era flautista- y así nació el grupo musical “Pro-Arte” con instrumentos de viento, guitarras y percusión, interpretando exclusivamente los arreglos de música clásica y folklórica realizados por su maestro.
En 1974, con 16 años de edad, ofreció su primer concierto como solista y que marca el punto de inicio de su vida artística. Junto a otros dos alumnos de La Faye fue en el Paraninfo Universitario donde selló su ingreso al mundo de la guitarra.
Te invitamos a leer también: Un café con Arduz…
Una primera parte del programa contempla sus inicios, la época en la que gustaba de los sones españoles, el público disfrutará de “Asturias” de Isaac Albéniz, la “Gran jota aragonesa” de Francisco Tárraga y de la “Danza del molinero” de Manuel de Falla.
Una segunda parte rememorará sus años vividos en Madrid con “Mujer, niña y amiga” de Robustiano Figueroa, “por la Quebrada” de Alfredo Domínguez y “Tiempo feliz” de Toto Vaca. Concluirá su repertorio dedicado a Tarija con “Polvo en el viento” de Kerry Livgren, “Mi buen amor” de Gonzalo y Elmer Hermosa, además de “Bolivia, pueblo de Dios” de Yuri Ortuño.
El espectáculo iniciará a las 19.00 horas del viernes en el Salón Auditorio de la Casa de la Cultura.
https://youtu.be/nY_lvY4ZbPY
Regalo
“Estos 60 años son un regalo de Dios, sobre todo después de pasar situaciones en la que podría haberse terminado antes”, afirmó. Al recordar que desde hace 40 años que sufre de diabetes y que, más allá de provocarle conflictos y depresiones, siempre contó con la disciplina que le permitió enfrentar la dolencia sin problemas ni complicaciones.
“Me siento realizado con la guitarra por haber desarrollado la faceta de hacer arreglos de la música folklórica”, apuntó. Al criticar a algunos guitarristas clásicos consideran que no merece la pena hacerlo. Consideró que su tarea principal fue llevarla a salas de concierto, darle la importancia necesaria, tanto en la guitarra como en la orquesta de cuerdas que dirige.
Otro logro del cual se siente orgulloso es haber creado el Instituto de Formación Artística Orquesta Juvenil Tarija que cuenta con 34 estudiantes, proyecto que superó su expectativa por ser un inicio experimental en la enseñanza superior de la música y su meta es ver que en algún momento se logre el nivel de licenciatura en esta ciudad, aunque sólo oferten la instrucción en instrumentos de cuerda.
“En realidad la Orquesta de Cámara fue la que dio nacimiento a este instituto y el nombre original era Orquesta Juvenil de Cámara, lo de juvenil desapareció hace algunos años y ahora vuelve a retomar este nombre porque la juventud está en los estudiantes”, dijo sonriente. Al adelantar que en un par de años saldrá la primera promoción. Además, tienen programado brindar un concierto el próximo 5 de julio.
Arduz es ganador por tres veces del premio Nacional Eduardo Abaroa con arreglos para orquesta sinfónica. En 2013 lo hizo con la obra “Guadalquivir” dedicada a Tarija, en 2014 con la pieza “Vida, Pasión y Muerte de Juan Cutipa” con sones de la zona altiplánica y en 2016 con la chobena “Piama” de la región oriental.
https://youtu.be/tXvnP7u8290
El artista y sus veleidades con la música progresiva
Corría el año 1973 y Fernando Arduz, antes de conocer a su mentor Ernesto La Faye, armó un conjunto en el que uno de los integrantes cantaba imitando a Leonardo Favio y realizaron algunas presentaciones, lo que dio origen a otro grupo ya con características electrónicas.
“Nos juntamos un grupo de amigos y formamos un conjunto electrónico, al principio se llamaba “Sombras del tiempo” y luego cambiamos a “Barro” Con ellos hicimos la música que en esos tiempos se denominaba progresiva. Empezó a sonar Carlos Santana y me fascinó su música”, contó Arduz. Realizaban presentaciones, participaban de festivales locales y tuvieron la oportunidad de viajar a Villazón a un concierto en el que ganaron un segundo premio “sin tener instrumentos electrónicos propios” subraya.
Y, como continuaba sus estudios con el maestro La Faye, tampoco dejó la música moderna progresiva y lo incorporaron a un grupo denominado “Opus Dei”.
“Al ver que teníamos la inclinación por la música electrónica, el profesor nos apoyó y entre los mismos estudiantes formamos un conjunto que se llamó Albatros”. “Tocábamos temas de varios grupos de moda del momento, Deep Purple, Uriah Heep, Santana y otros”, contó. Actualmente estos ritmos se denominan genéricamente como rock.
Tiempo después, él y sus condiscípulos aprendieron a tocar flauta dulce –don Ernesto era flautista- y así nació el grupo musical “Pro-Arte” con instrumentos de viento, guitarras y percusión, interpretando exclusivamente los arreglos de música clásica y folklórica realizados por su maestro.
En 1974, con 16 años de edad, ofreció su primer concierto como solista y que marca el punto de inicio de su vida artística. Junto a otros dos alumnos de La Faye fue en el Paraninfo Universitario donde selló su ingreso al mundo de la guitarra.
Te invitamos a leer también: Un café con Arduz…