#comunicarmasalladelamuralla
Comunicación, derechos humanos, y redes sociales: ¿son compatibles?
Frente a la hegemonía discursiva de los poderes establecidos, las prácticas libres y soberanas en plataformas digitales permiten sostener los núcleos culturales.
En Latinoamérica, hay dos casos emblemáticos en los que las comunidades ciudadanas y los pueblos originarios han hecho frente a las lógicas aplastantes de las corporaciones y los poderes gubernamentales para defender los derechos humanos y la libertad de la comunicación.
El Salvado y Guatemala tienen mucho que enseñarnos en esta tercera entrega de la relatoría de las jornadas de reflexión “Comunicar más allá de la muralla”.
¿Son compatibles las lógicas de las actuales plataformas mercantiles con la democracia y los Derechos Humanos?
En el caso de El Salvador, una investigación ha propuesto una “metautopía” en la que, a través del ridículo, la risa, el humor popular, la memoria profunda y el ataque de procesos culturales, se haga frente a la desinformación, las noticias falsas, la manipulación, la acción de bots y trolls, la remilitarización, la hegemonía discursiva, la masiva propaganda gubernamental y la instalación de narrativas desde el poder establecido.
Algo similar sucede en Guatemala, donde prevalece la perspectiva de los pueblos originarios que, frente a la violencia racista, la criminalización, la persecución, el consumo mercantil y la colonización lingüística ejercida por grupos hegemónicos, buscan alternativas a través de la formación en Derechos Humanos, la instalación de radios comunitarias como espacios de resistencia, el fortalecimiento de la identidad cultural produciendo en idioma nativo, y superando brechas e impedimentos con el uso político de las plataformas digitales.
De estas experiencias se extrae que las plataformas digitales mercantilizadas se oponen al ejercicio pleno de los Derechos Humanos cuando concentran poder y amenazan la soberanía, practican un secuestro cognitivo y emocional, fomentan conductas irreflexivas, vigilan, intermedian activamente en relación a su contenido, manipulan el concepto de libertad de expresión y los comportamientos, simplifican excesivamente los discursos, e imponen nuevos modelos de comunicación y nuevos problemas, como el conocimiento prefabricado que deviene de la inteligencia artificial, y el uso de métodos de censura cada vez más sofisticados.
Ante estas situaciones, ¿qué estamos haciendo y qué falta hacer frente a las lógicas de las plataformas corporativas no compatibles con la democracia y los Derechos Humanos? Los asistentes de la tercera jornada nos recomiendan una lucha multidimensional:
- Alfabetización digital popular, no institucional, con incidencia en los programas de formación de los distintos niveles educativos.
- Asumir, desde las políticas públicas, una dimensión regulatoria que incluya la responsabilidad frente a comportamientos dañinos, discursos de odio, etc., la exigencia de transparencia en el modelo de negocios, la transparencia algorítmica, la posibilidad de refutar sanciones, la operación con respeto a la democracia y la pluralidad, para limitar el uso de los vacíos legales existentes.
- Esclarecimiento social y mayor incidencia en los escenarios públicos, debatiendo el significado de la libertad de expresión, y creando conciencia crítica en las familias, las escuelas comunidades, barrios, y el sector público.
- Mantener la lucha por la democratización de medios convencionales, evitando la polarización extrema y difundiendo también sobre las plataformas libres y sus beneficios.
- Asumir la realidad de uso actual de plataformas corporativas como parte de nuestro presente, teniendo en cuenta la dialéctica que nos permita relativizar su presencia y necesidad.