Depresión, el tabú silencioso
Según la OMS, 280 millones de personas a escala mundial sufren depresión, un trastorno más frecuente en mujeres que en hombres. De acuerdo a la UNICEF, en Bolivia 8 de cada 10 adolescentes la experimentan, pero no buscan apoyo psicológico.
¿Qué pasa cuando estás deprimido y no lo sabes? Quizá te ha sucedido que te levantas por la mañana, te duchas, desayunas, y sales al estudio o al trabajo, pero nada parece tener sentido. O tal vez has notado que, aunque estás rodeado de amigos, sientes un vacío constante que no puedes explicar. Si alguna vez has sentido una tristeza que no se va, una apatía que lo tiñe todo o un cansancio que ni el mejor descanso alivia, es posible que estés viviendo con depresión sin que lo hayas notado.
En Tarija, aunque la familia, el trabajo y las relaciones sociales son pilares importantes, a veces pesa más el “qué dirán”, por lo que hablar de depresión puede ser un tema a evitar. ¿Cuándo se ha visto un chapaco que no sea alegre? Nadie podría admitir ese fracaso, y aún si la depresión es una de las enfermedades mentales más comunes en el mundo, sigue siendo un tabú, incluso en nuestra ciudad.
¿Por qué sigue siendo un tabú?
Imagina que un amigo te cuenta que se siente deprimido. ¿Cuál sería tu primera reacción? En muchos casos, los estigmas sociales nos empujan a restarle importancia, a decir cosas como “anímate, tienes que ser fuerte”, o incluso “tienes tantas cosas buenas, no deberías sentirte así”. Esta tendencia a minimizar el sufrimiento de los demás está profundamente arraigada en nuestra cultura, donde la fortaleza emocional y la “actitud positiva” son vistas como virtudes. Hablar abiertamente de depresión puede hacer que alguien se sienta vulnerable o expuesto a críticas.
A pesar de que cada vez más personas reconocen la importancia de la salud mental, aún se cree que la depresión sólo es “estar triste” o “no saber manejar la vida”. Pero la realidad es mucho más compleja. Si no, pregúntale a un hombre, una mujer, y una persona de otro género, cómo les afecta la depresión.
¿Por qué nos afecta de manera distinta?
La depresión no tiene una sola cara. Puede aparecer de maneras que no imaginamos y manifestarse de formas muy diferentes según quién la sufra. Tal vez has pasado días en los que te cuesta levantarte de la cama, sin energía ni motivación. O quizá conoces a alguien que siempre parece irritado, alejado o sumido en un ciclo de abuso de sustancias.
Aunque la depresión puede afectar a cualquiera, independientemente del género, es importante darle una mirada a la manera en que esta enfermedad mental puede impactar en hombres, mujeres, y personas de otros géneros, sobre todo en un entorno en el que las expectativas sociales y culturales son tan fuertes.
La depresión en mujeres: una carga oculta
En todos los países latinoamericanos, por no decir en el mundo entero, las mujeres suelen cargar con expectativas que a veces parecen imposibles: ser buenas madres, ser trabajadoras eficientes, ser amigas leales y compañeras incansables. Esa gran silueta de “súpermujer” suele ser un buen escondite para la depresión.
Las mujeres son el doble de propensas a sufrir depresión que los hombres. Esto tiene mucho que ver con los cambios hormonales que experimentan a lo largo de su vida: desde la adolescencia, con el ciclo menstrual, hasta el embarazo y la menopausia. El embarazo, aunque suele ser retratado como una etapa de alegría, puede traer consigo la depresión posparto, un trastorno que muchas mujeres sufren en silencio por el miedo a ser juzgadas.
Además, las mujeres suelen rumiar más sus pensamientos, dando vueltas en los mismos problemas, lo que agrava el estado depresivo. “¿Por qué me siento así? ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Qué pensarán los demás?”. Estas preguntas, que muchas mujeres se repiten constantemente, las atrapan en un ciclo de pensamientos negativos que profundizan la depresión.
Los síntomas en mujeres pueden ser más evidentes: tristeza persistente, fatiga, cambios en el apetito, insomnio o sueño excesivo, y muchas veces una tendencia a llorar fácilmente. Sin embargo, las mujeres tienen menos reparo en pedir ayuda y hablar sobre sus emociones, lo que aumenta las posibilidades de recibir tratamiento.
Depresión en hombres: el silencio peligroso
Si bien las mujeres tienden a expresar abiertamente su tristeza, la historia es diferente para los hombres, pues muchos crecen con la idea de que “los hombres no lloran” o que “los hombres son fuertes y aguantan todo”, y buscan ser proveedores y emocionalmente estables. Tal construcción de carácter genera un problema importante: los hombres sufren, pero no lo dicen.
La depresión en los hombres, en lugar de aparecer como tristeza, suele manifestarse como agresividad, irritabilidad o conductas autodestructivas, como el exceso de trabajo y el abuso de alcohol o drogas. A diferencia de las mujeres, muchos hombres evitan hablar de lo que sienten por miedo a parecer débiles, lo que hace que la depresión avance en silencio.
Aquí está el dato preocupante: aunque las mujeres tienen el doble de probabilidades de sufrir depresión, los hombres tienen una tasa de suicidio mucho más alta, pues llegan a ese punto crítico en parte porque nunca hablaron de su dolor, y cuando lo hacen, a menudo ya es demasiado tarde. En lugar de llorar o buscar ayuda, los hombres se retiran emocionalmente, se aíslan o canalizan su sufrimiento en conductas peligrosos.
En el mundo masculino, admitir que se está deprimido sigue siendo un tabú gigantesco. Sin embargo, romper ese silencio es crucial. Hablar de la depresión no es un signo de debilidad, sino de valentía.
La depresión en otros géneros: contra el rechazo y la disforia
Si ser hombre o mujer ya es complicado cuando hablamos de salud mental, las personas de otros géneros, no binarias y transgénero, por ejemplo, enfrentan aún más desafíos. En América Latina, donde los estigmas sociales en torno a la identidad de género aún persisten, las personas trans y no binarias lidian con una combinación brutal de discriminación, rechazo social y transfobia.
Para muchas personas no binarias y transgénero, la lucha no es sólo interna, sino también contra una sociedad que no siempre las comprende ni acepta. El malestar psicológico de no sentirse alineados con su cuerpo o con el género que se les asignó al nacer, lo que se conoce como disforia de género, puede ser devastador, y vivir en sociedades donde las personas trans y no binarias enfrentan violencia y marginación social agrava aún más esta situación.
La falta de apoyo familiar y social, junto con el acceso limitado a tratamientos médicos como la terapia hormonal o cirugías de afirmación de género, son factores que incrementan el riesgo de depresión.
El aislamiento social es un síntoma común, junto con la ansiedad intensa strauobre cómo serán percibidos o aceptados. La depresión en personas no binarias y transgénero puede manifestarse en una profunda sensación de no pertenecer a ningún lugar, lo que aumenta el riesgo de problemas graves de salud mental.
Las raíces comunes de la depresión en todos los géneros
Aunque existen claras diferencias en cómo se experimenta la depresión según el género, también hay factores universales que afectan a todos. El estrés social y económico, los desequilibrios biológicos en neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, la pérdida de seres queridos o experiencias traumáticas, son factores comunes que contribuyen a la depresión. Además, la falta de acceso a servicios de salud mental asequibles, una atención médica adecuada, y la estigmatización generalizada de la enfermedad mental agravan el problema.
Además, pueden aparecer algunos síntomas que se manifiestan de manera sutil, haciendo que sea difícil reconocer la depresión, o atribuyendo sus síntomas a otras causas como el estrés, el cansancio o las circunstancias de la vida. Entre ellos: fatiga constante y normalizada, desinterés por actividades que eran placenteras, cambios en el apetito o el sueño, dificultad para concentrarse o tomar decisiones, irritabilidad o frustración sin motivo aparente, aislamiento social y familiar, dolores físicos sin causa aparente, y sentimientos persistentes de vacío o desesperanza.
Tres pilares para tratar la depresión
Con un enfoque integral, que combine tratamiento profesional, apoyo social y cambios en el estilo de vida, es posible recuperar el bienestar.
1. Terapia psicológica: aprender a pensar de nuevo
Uno de los tratamientos más efectivos es la psicoterapia. Aunque algunos la ven como la opción de “los que están muy mal”, es una herramienta poderosa. En especial, la terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser sumamente útil, pues ayuda a identificar patrones de pensamiento negativos, y enseña a reemplazarlos por otros más realistas y positivos.
Y para quienes enfrentan conflictos interpersonales o dificultades en sus relaciones, la terapia interpersonal puede ayudar a resolver problemas que agravan la depresión, mientras que la terapia basada en la atención plena enseña a estar presente y a evitar la rumiación de pensamientos negativos.
2. Tratamiento farmacológico: un impulso necesario
Cuando la depresión es más severa, los antidepresivos pueden ser necesarios para equilibrar los neurotransmisores en el cerebro, como la serotonina y la dopamina, ayudando a estabilizar el estado de ánimo y permitiendo que las personas se sientan lo suficientemente fuertes como para trabajar en los problemas subyacentes con terapia psicológica.
Es esencial que el tratamiento farmacológico sea monitoreado por un profesional encargado de ajustar la dosis y el tipo de medicamento adecuado para cada persona. Para algunos, puede ser una solución temporal; para otros, puede ser necesario a largo plazo, pero siempre en combinación con otras formas de tratamiento.
3. Cambios en el estilo de vida: pequeñas acciones, grandes resultados
Hay poder en cambiar el estilo de vida. Piénsalo: si tus hábitos te hicieron llegar al estado en el que te encuentras, cambiarlos te hará salir de ahí. El ejercicio, por ejemplo, tiene un impacto increíblemente positivo en el estado de ánimo para alguien que no acostumbra moverse demasiado. Tan sólo 30 minutos de actividad física al día pueden reducir significativamente los síntomas de la depresión. Una simple caminata puede marcar la diferencia.
Suma una buena rutina de sueño, como apagar los dispositivos, ponerte pijama, lavarte los dientes e ir a dormir a una buena hora. Aliméntate de manera saludable siguiendo una dieta adecuada a tu cuerpo. Para esto, la medicina Ayurveda suele ser una gran ayuda. Practica técnicas de relajación, como la meditación o el yoga, que reducirán tu estrés y mejorarán tu bienestar emocional.
¿Cómo podemos romper el ciclo?
Cualquiera sea tu género, la depresión no discrimina. Plantea una batalla difícil, pero no imposible. Lo primero y más importante es hablar, pues el silencio es el mejor aliado de la depresión. Buscar ayuda, ya sea a través de terapia, amigos cercanos o grupos de apoyo, es el primer paso para sanar.
Para las mujeres, se necesita un mayor apoyo social y emocional, especialmente durante los momentos de cambio hormonal significativo, como el embarazo o la menopausia. La terapia y las redes de apoyo son fundamentales.
Para los hombres, es importante cambiar la narrativa cultural que dice que “ser fuerte” significa no mostrar emociones. Normalizar la búsqueda de ayuda, crear espacios donde puedan hablar de sus emociones sin el temor a ser juzgados, y hablar abiertamente sobre lo que sienten, puede salvar vidas.
Para las personas no binarias y transgénero, es vital que tengan acceso inclusivo y compasivo a la atención médica, y que las familias y comunidades apoyen sus identidades de género. El apoyo social y la aceptación son elementos clave en la lucha contra la depresión en estos grupos.
Un futuro sin tabúes
La depresión es un enemigo silencioso, pero no invencible. En Tarija todavía tenemos un largo camino por recorrer para eliminar los estigmas que rodean la salud mental. Es importante hablar abiertamente sobre la depresión, pues romper el silencio es el primer paso hacia una sociedad más saludable y compasiva que trabaje unida y en consenso por su desarrollo.
Nadie debería sufrir en silencio. La depresión se puede tratar y superar, pero sólo si nos unimos como sociedad para apoyar a quienes más lo necesitan, sin importar su género o identidad. La solución empieza con la empatía y la comprensión.