David Aruquipa, un amante de la archivística
Artista, activista, administrador, gestor cultural, David Aruquipa Pérez combina todos sus oficios para impulsar el patrimonio, el arte y la cultura de Bolivia.
Nació en 1971, pero fue como si hubiera comenzado a existir recién en 1984. “Soy producto de la dictadura”, relata David Aruquipa a Pura Cepa. “Mi madre escapó a Chile y se encontró con la dictadura de Pinochet. Fuimos clandestinos durante años. Recién me registró cuando volvimos a Bolivia. Tuve mi primer carnet a los trece años”. Lo cuenta como “una historia maravillosa” de las cosas que hicieron las madres bolivianas, peruanas y migrantes para proteger a sus hijos del poder militar. “Hubo mucho despojo, ha sido muy fuerte”, comenta David. Su madre era comerciante, y murió joven, cuando él tenía quince años. Su padre desapareció en la dictadura. “No lo vi más”.
“Mi vida personal está enfocada en los archivos, siempre conectado con mi pasión que es la cultura, el arte y la memoria”
Esos trece años fuera de los archivos definieron la sensibilidad de Aruquipa. Estudió Administración de Empresas, al tiempo que ejercía su faceta activista como defensor de los derechos humanos. “Empecé a discutir conmigo mismo, ¿cómo voy a generar sobre mi carrera?”. La respuesta fue hacer maestrías en Estudios de Género y Gestión del Patrimonio Cultural para completar la figura. Y así David comenzó la misión de archivarlo todo para que ningún poder arrase con la identidad, la memoria y la cultura.
En 2006, Aruquipa se convirtió en Director General de Patrimonio Cultural en el Ministerio de Educación, luego trabajó en la campaña boliviana por el derecho a la educación de la Unesco, y ahora, con una mirada más global, es Jefe de la Unidad Nacional de Gestión Cultural de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia. “Hay que poner carne a los lineamientos, qué proyectos realizar, qué instituciones apoyan, cuántos fondos se necesitan, cuáles son los impactos, cómo transformar eso en proyectos articulados a la agenda de estado”, dice como un administrador tajante que ha aprovechado la sensibilidad de su activismo para gestionar y ordenar la política cultural teniendo siempre el patrimonio como horizonte.
En su recorrido, ha planteado programas de fomento a la producción artística y cultural, proyectos de catalogación, inventarios y expedientes para candidatear el patrimonio inmaterial boliviano, como la Gran Fiesta de los Moxos, el Pujllay y el Ayarichi, y más recientemente la Fiesta Grande de Tarija, la festividad de Alasitas y la del Señor Jesús del Gran Poder, logrando planes de gestión y salvaguarda con las comunidades.
También ha recuperado la presencia de las diversidades sexuales en la historia de Bolivia en libros como “Memorias colectivas: miradas a la historia del movimiento TLGB de Bolivia”, “La China Morena memoria histórica travesti”, “Si tú me dices ven, lo dejo todo: historias de parejas del mismo sexo en Bolivia”, y “Reflexiones sobre diversidades sexuales y de género en comunidades indígenas de Bolivia”.
Y otra cosa es hablar de la resonancia de su trabajo en el ámbito académico internacional, escribiendo artículos, dando clases, y realizando performances y exposiciones en varios países. Para David, no hay descanso. “Mi tiempo libre, no es tiempo libre. Es tiempo de placer”.