Amalia Canedo y el camino del atrevimiento
Remando en el camino de la gestión cultural y la producción de eventos, la productora ha actuado con fiereza y confianza hasta ganar la representación de Bolivia en el Festival Internacional de la Canción Punta del Este.

Amalia Teresa Canedo Navia es una mujer cochabambina que estudió la carrera de Ciencias Jurídicas y Políticas, pero su brújula siempre se ha inclinado hacia el camino del arte. A muy temprana edad comenzó a gestionar la carrera del dúo musical de su hermano, consiguiéndoles lugares para tocar. ¿Acaso ella sospechaba que tal “gauchada” la llevaría por el camino vertiginoso y alucinante de la gestión del arte y la cultura? Vaya a pensar otra vez quien diga que sus estudios nada tienen que ver con lo que ahora está haciendo con tanta profesionalidad, porque hay que saber que en Bolivia falta camino y trabajo para desenmarañar los aspectos legales de los proyectos artísticos y culturales, y el fin es que los artistas, sea cual sea su arte, no terminen enredados, y el público se sepa digno y afortunado de tener un arte propio, nacional, que crece y respira hacia donde quiera, porque quienes lo hacen ni lo abandonan por mejor suerte, ni en el hambre encuentran su muerte.
Volvamos con Amalia. Ella apoyaba a Carmen Cárdenas en la administración del colectivo de títeres Elwaky, y esa experiencia le producía una extraña fe en que era posible vivir profesionalmente del arte. Pero otras voces la llevaron hacia la carrera de Derecho, y lo demás sería un lindo recuerdo de la adolescencia. O eso creyó ella mientras seguía por el camino accidentado de la vida, que la llevaría al encuentro de “Alejandra, Mariley y Ceci, tres mujeres poderosas que soñaron que el baile y el arte debían mostrarse y llegar a más personas”. Nació el colectivo Silencio de Arte, con revista de por medio. Y la aventura no duró demasiado, pero trajo aliento suficiente para que Amalia siguiera andando.
“Aprender a trabajar en el extranjero es complejo, pero atrevido y hermoso”
Y andando ha producido mucho, un poco de todo para afinar el oficio y hacerse cada vez más experta. Teatro, danza, cine. Pero claro, su nombre ya está más que asociado a la producción de artistas musicales y festivales de toda talla. A ver, repasemos un poco: se ha hecho parte de la producción del Festijazz Internacional, del proyecto Ruta Andina, ha acompañado por largo trecho a Quimbando y al Papirri, al lado del proyecto de danza contemporánea social “Silencio” (que la ha movido mucho por tocar el tema de la violencia de género e intrafamiliar), ha agendado fechas para el baterista argentino Fernando Samalea (conocido por girar con Gustavo Cerati y grabar para Charly García).

Últimamente, firma la producción ejecutiva de “Mao Khan”, el disco de Mauricio, su hermano mayor, experiencia de la cual dice que es “de esos hitos que me ha ayudado a aprender mucho sobre paciencia y estar segura de lo que vengo haciendo”. Y quizá uno de sus trabajos más contundentes al día de hoy es la dirección del Capítulo Bolivia del Festival Internacional de la Canción Punta del Este, además de ser staff manager del mismo evento anual en Uruguay. “Cada día es un nuevo aprendizaje, y el Capitulo Bolivia me enseña mucho diariamente, así como ser parte de este Festival en Uruguay. Aprender a trabajar en el extranjero es complejo, pero atrevido y hermoso”, relata la productora.
Atrevida fue para tocar el timbre del famoso festival aquel día cuando pensó que ya había alcanzado su techo. Cuenta Amalia que encontró el festival navegando por Internet, y no dudó en consultar la forma de enviar músicos bolivianos.
“Recuerdo claramente que el director general, Heber Barrios, me dijo que para esa versión ya no había espacio, pero que podía comunicarme con él para que me explicara más. Nació una amistad por WhatsApp y fuimos conociendo nuestro trabajo. Un día me dijo que le interesaba que sea parte de su proyecto”. Con tres años trabajando para el festival como staff manager y encargada del equipo de finanzas, además de dirigir el Capítulo Bolivia, Canedo se desarrolla como persona y como profesional en el mundo que siempre soñó.
Dos roles diferentes en dos países alucinantes, sin duda una experiencia agotadora. Pero ella encuentra fortaleza en saber que está construyendo espacios de crecimiento para la juventud artista de Bolivia, al tiempo que transforma las pequeñas mañas de la disciplina y la negociación. “La dificultad, como para todos mis colegas, sigue siendo la parte presupuestaria. Las autoridades y las empresas privadas no terminan de entender que son fundamentales para que sigamos desarrollando estos proyectos. Y otro factor es el interés de los artistas, que muchas veces no quieren invertir tiempo y dinero en sacarse fotos, en entrar al estudio, e incluso en algo importante que es registrar sus canciones para protegerlas”.
“Necesitamos generar diálogo en torno a lo que realmente es industria, hablar del mercado al que apuntamos y a quiénes dirigimos nuestra producción musical”
Caminando, trabajando y atestiguando el nacimiento y el fin de una gran cantidad de proyectos musicales, Amalia ya tiene la voz para sentenciar que en Bolivia hay “un problema con la idea de industria, y no queremos entender que, para vivir de esto, debemos construir una carrera sólida. Quiere decir estudiar, invertir en producir, ensayar, tocar y trabajar con gente que nos ayude a subir un peldaño más allá de lo que quisiéramos hacer solos”. Claro, esto no se aplica a todos los artistas ni a todos los géneros. El folclor y la música tropical son el motor de la industria musical boliviana, mientras en el resto de géneros se necesita comprender la necesidad de acabar con los tributos y asumir la profesionalización. “Necesitamos generar diálogo en torno a lo que realmente es industria, hablar del mercado al que apuntamos y a quiénes dirigimos nuestra producción musical. Es un tema bastante amplio, pero es urgente empezar a debatirlo”.
Mientras tanto, Amalia sigue cada vez más enfocada en los festivales internacionales de música, y también está retomando el proyecto Ruta Andina de intercambios culturales, pues le ha permitido “tejer redes de colaboración entre músicos bolivianos y latinoamericanos, poniendo a la música como articuladora y narradora de historias”.

Anda y anda Amalia, y ¿qué hace cuando se detiene y descansa un momento? “Me encanta torturarme pensando cómo sería el mundo en situaciones adversas”, revela acerca de su gusto por las novelas distópicas. También cocina con sus hermanos, mira series con su hermana, se está en casa con la familia y los perros. Y cuando puede, viaja a lugares silenciosos donde pueda volver a escuchar su “eterna melancolía”, donde, luego de estar, trabajar y servir a tanta gente en las giras y los festivales, puede encontrar un momento “de soledad absoluta para poder recomponer esa pequeña capacidad de maravillarnos”.
¿Tienes canciones que el mundo necesita escuchar? Atrévete, habla con Amalia y anda el camino. Te dejo su número: 70764618.