Un salto de conciencia con Rosmery Condori
La productora agroecológica comparte la perspectiva de la reconexión.



“Mis hermanas, hace 8 años, no me entendían cuando hablaba como te estoy hablando. ‘¡Estás loca vos, qué andas con tus macanas!’, me decían. Antes insistía más que ahora, pero hoy ellas me hablan, me callo y las escucho”. Para Rosmery Condori, responsable junto a su familia de la producción agroecológica de la huerta “La Abrita”, hay cosas en el mundo que están cambiando, pero también hay “gente que no se da cuenta de lo que está pasando, gente que todavía piensa que es dueña de su vida, que tiene un cuerpo. Es prestado, es un estuche para ahora nomás”.
En un mundo en el que a cada segundo se hallan nuevas necesidades, donde todo puede ser un producto comercializable, donde ser es tener y si no tienes no eres, Condori ha encontrado sentido en la tierra. “Yo me he reencontrado en ‘La Abrita’, ahí he podido reconocer que vengo de los ancestros, y que no somos agradecidos con la vida. ¿Qué significa decir ‘yo sufro, por qué me ha tocado este destino, podría haber sido como aquel, pero tengo que trabajar’? Eso es un problema grave, porque no estás aceptándote tal como eres”, revela Rosmery.
“Cuando apaguemos nuestros enojos, se va a apagar el fuego. Tenemos que mirar que lo que hay afuera hay adentro”
Para ella, la incapacidad para aceptarse es una dolencia que se refleja en el cuerpo. “La gente que tiene reumatismo, que le duelen las articulaciones, no se acepta, no acepta su vida como es, y no quiere hacer nada para cambiarla. Ahí empiezan los problemas de los dientes”, dice Rosmery, que ve en el cuidado de la boca un signo claro del estado espiritual de una persona. Por la boca entra el alimento, y es importante masticarlo bien. “Si no tienes bien los dientes, tienes enfermedades de todo, tienes más trabajo por hacer”.
Llegar a esa conciencia implica atravesar distintas experiencias como la de la mente colectiva. “No sé si has tenido la experiencia de ir a una marcha”, pregunta Rosmery, para quien el pensamiento es energía que se transmite. “Yo soy muy sensible, sentí una energía poderosísima, que te chupa, quieres golpear al policía, al otro, quieres defender. Crees que tienes la verdad y la razón, y no el otro. Ahí se pierde la conciencia. Y todos somos así, no hay uno que no le guste”, relata Condori.
El vaivén entre la individualidad y la colectividad hace que las cosas expresen lo que somos. Rosmery ve claramente que sucesos como los incendios reflejan el estado emocional de la comunidad. “Cuando apaguemos nuestros enojos, se va a apagar el fuego. Tenemos que mirar que lo que hay afuera hay adentro”, intuye y ve en las nuevas generaciones un pensamiento distinto. “La gente que viene se ha desligado hasta de la tierra. No tiene fronteras, son habitantes del planeta, estén donde estén. Creo que vamos hacia el despertar de la conciencia”.