Ronald Millares, la estatua que respira (I)
El actor e instructor de teatro ha participado en diferentes encuentros nacionales e internacionales. En esta nota en dos partes, conoceremos su historia y visión del teatro.



Ronald Millares Charcas nació un 15 de junio en la ciudad de Tupiza, Potosí, allá donde la tierra es más colorada que la sangre. En el año 2011, recibió una beca del Ministerio de Culturas y la Organización de los Estados Iberoamericanos para especializarse en Artes Escénicas. Así, su experiencia ha crecido al punto de darle espacios como actor, trabajando con directores de la escena nacional, y presentándose en encuentros como el Festival Internacional de la Cultura de Bolivia, o distintos festivales internacionales de países como Ecuador, Brasil, Perú, Chile y Argentina.
Como director, Ronald es el creador de Itaú Teatro, un grupo con el cual trabaja el montaje y puesta en escena de diferentes obras y géneros dramáticos. También, desde el 2016, dirige el Elenco de Teatro Universitario de la UAJMS, y forma parte como gestor cultural del Tejido de Cultura Viva Comunitaria.
“Estoy convencido de que la gente necesita más de la cultura que yo de su dinero”
Ronald tiene muchas experiencias al hombro y muchas anécdotas que contar. Sin embargo, en las calles de Tarija se le conoce más por su silencio, un silencio intenso y completamente presente. Desde el 2011, el actor incursionó en el ámbito de las Estatuas Vivientes, realizando interpretaciones de diferentes personajes de la cultura y la vida cotidiana en los espacios públicos de tantas ciudades bolivianas. Podría pensarse como algo simple tomar un “disfraz” cualquiera y pararse a “hacer nada” en la calle, pero se requiere una resistencia y concentración especial para lograr un desempeño de tal calibre durante tiempos indefinidos.
Para Ronald, ha sido casi desalentadora la experiencia con el público de la calle. Se podría pensar que el arte urbano y público es un bien para todos, pero resulta que a veces el espectador es quien dará una crítica contundente y prejuiciosa. Siendo estatua, Ronald ha recibido insultos como “vago, anda a trabajar”, “este solo hace plata fácil”, “no le dejen plata, que trabaje”, “debería darte vergüenza pedir plata”, y “lo que hacen los jóvenes por no trabajar”.
Más aún, los transeúntes podían llenarle la gorra o la alcancía con piedras, tapas de botella y basuras con tal de verlo moverse, engañándolo y menospreciando su trabajo para que, después de realizarlo, se diera cuenta de que no eran monedas lo que esas personas aportaban. Por lo menos los padres que han enviado a sus hijos a patearlo para que se mueva han tenido la sinceridad de mostrarle en su concentración que no apoyaban en nada su despliegue. Y si, hubo quienes llegaron acercarse y escupirle, eructarle, bocinear y hacer de todo con tal de molestarlo.
“A pesar de todo, jamás lograron desanimarme. Todo lo contrario, sentí que esta ciudad necesitaba mucho arte, de todo tipo, y en todas partes. Estoy convencido de que la gente necesita más de la cultura que yo de su dinero”, dice el actor que recientemente ha sido convocado por la dirección de Patrimonio y Cultura de la Gobernación de Tarija para realizar un taller gratuito de producción de Estatua Viviente. Seguramente pronto veremos una tropa de estatuas vivir y respirar en las calles de Tarija, bajo el mando del actor que no claudica.