Valeria Arias, la única fotógrafa paceña de Uyuni (I)
Entrevista especial a la fotógrafa Valeria Arias Jaldín, “oveja aurinegra” y participante boliviana del proyecto fotográfico latinoamericano “Cuerpas reales, hinchas reales”.
Pura Cepa (PC). ¿Cómo inicia tu camino en la fotografía?
Valeria Arias (VA). Gracias a la majestuosidad del Salar. Estudié Turismo e Historia. Trabajo como guía de turismo en el Salar de Uyuni. Nací en La Paz bajo el sol de Libra hace 36 años. Pero soy de Uyuni porque todos escogen otra ciudad, y Uyuni es la mía.
PC. ¿Cuáles son los temas que te mueven a disparar?
VA. Un día le prometí a mi abuela Marina llevarla al Salar. Fallé. Con 93 años, ya no podrá. Por eso quise llevarle un pedazo del Salar hasta La Paz y ahora estoy con mi primera exposición fotográfica individual denominada “Lo que habita el desierto”, un tributo visual al Salar de Uyuni. Me encantaría llevar la exposición a Tarija. Mi principal intención es llevar el desierto de arena y sal a quienes no pueden llegar a él. Me especializo en fotografía paisajista y gracias al proyecto “Cuerpas” estoy coqueteando con la fotografía documental. Tengo en mente otros proyectos, todos vinculados con la región de los Lípez.
PC. ¿Cómo te vinculaste al proyecto “Cuerpas reales, hinchas reales”?
VA. Gracias a un grupo de Fotógrafas de Bolivia en WhatsApp. Vi la convocatoria y dudé muchísimo porque sufro aún del síndrome del impostor. Nunca había experimentado la fotografía documental, fue un salto de fe. Pudo más la garra atigrada.
“Un día le prometí a mi abuela Marina llevarla al Salar. Fallé. Con 93 años, ya no podrá. Por eso quise llevarle un pedazo del Salar hasta La Paz”
PC. ¿De dónde nace tu pasión aurinegra?
VA. Mi familia es bolivarista en casi toda su integridad. Pero son falsos hinchas, no van a la cancha. A los 17 años, me descubrí escondiendo mi chalina, luego mi polera para escapar a la curva sur del Siles. Fui una estronguista de closet por un corto tiempo. Mi ex me transmitió su pasión. Me contagió su amor por el fútbol y por los colores aurinegros. Es sin lugar a dudas el mejor regalo que me dejó esa relación. Ahora todos saben de mi pasión y por eso me autodenomino una “oveja aurinegra”. No sufro de antibolivarismo, felizmente. Es como el yin y yang. Somos opuestos complementarios.
PC. ¿En qué posición juegas y cómo te gusta festejar los goles?
VA. En mi época de niñez y adolescencia, lastimosamente, no se nos permitía a las mujeres jugar al fútbol. Es algo que me hubiera encantado hacer. Me enorgullece ahora ver a mujeres desde niñas con la opción de elegir. Yo no tuve elección, era algo determinado por los roles de género y por lo tanto impensable. Pero me encantan los abrazos de gol. Son de mis abrazos favoritos.