Todo el mundo quiere un pedazo de la Torri
Todo el mundo quiere un pedazo, pero sus más de 800 obras de collage analógico y digital aún no alcanzan.
Para bien o para mal, todos quieren un pedazo. Paola luchó toda su vida por mantenerse intacta en una sociedad que no supo aceptar su potencia y complejidad. Hoy, simplemente es “La Loca Torri”, una artista collagista, una lesbiana feminista. “Sé que tengo una dualidad entre lo oscuro, lo claro, la niña, la adulta, lo femenino, lo masculino. La dualidad es importante para definirme, pero siento que por ser una persona pública hay preconceptos y se piensan muchas cosas que no soy yo. El tiempo dirá”.
Todo el mundo quiere un pedazo de la Torri y podrán acusarla de hacer pedazos su vida y la de quien sea, pero ella al menos tiene la valentía de crear su propia belleza con esos pedazos, remontándose cada vez más hacia el centro de su propia experiencia humana, siempre acompañada de las personas que sienten, entienden, atestiguan y son un fragmento más de la gran composición que ensambla cada día con sus manos.
“Todos los días junto pedazos y hago un pequeño collage para que mi creatividad esté activa. Me ha funcionado un montón”, así mantiene la creatividad en forma, pues “hay que ejercitarla, todos somos creativos, pero si no la trabajas se te puede ir”. La Torri ya tiene 10 años de músculo collagista y no planea parar. Visiona un colectivo de collage boliviano y una escuela dedicada al collage como arte más que como técnica.
Todo el mundo quiere un pedazo, y la Torri se quedó con las revistas del abuelo Carlos. Su influencia no fue inmediata, pero hoy le parece innegable. De pequeña, ella lo miraba hacer tapas para sus discos en una técnica similar al collage. Y las revistas “son muy importantes para mí. El papel tiene una edad. Mi abuelo tenía su apellido escrito en todas ellas, con su letra perfecta de arquitecto. Torri, de ahí sale mi marca”.
Todos quieren un pedazo, pero no se puede tener todo sin dar algo a cambio. Paola da su amor al collage, y su obra es una misión especial de la que nacen luchas y sanaciones. Puesto al servicio de activismo feminista lésbico, su arte ha dado cara al orgullo de muchas personas. Y a través de talleres, la Torri ha repartido herramientas para que la gente pueda “cortar para sanar” sus emociones. “El reconocimiento en lo que hacemos es importante, en todas las partes de nuestra vida. Ser famoso o no, da igual”.
Queda un último pedazo. Desde Cochabamba, la Torri mira Tarija con otros ojos. “En un lugar como Tarija, ser libre como he sido es un orgullo. Veo nuevas generaciones que vienen con más libertad, más información. Abrí una puerta, pero claramente fue con la ayuda de mucha gente”.