Andrea y Claudia Villarroel, las bondades de los aceites esenciales
Con una labor conjunta, Andrea y Claudia producen a la par que venden sus aceites esenciales.
Es combinando las habilidades de cada una que las hermandas Andrea y Claudia Villarroel Pérez mantienen en pie su emprendimiento “Villaflor”, marca bajo la cual comercializan distintos tipos de aceites esenciales. Andrea, de 28 años, es ingeniera química y se encarga de la producción, mientras que Claudia, de 35 años y abogada de profesión, se concentra en toda la parte creativa relativa al emprendimiento.
“Villaflor” nació en pandemia y, tanto como un fin comercial, Andrea y Claudia tenían la intención de ayudar a las personas con los beneficios de los aceites esenciales. El encierro por la cuarentena rígida resultaba complicado para ambas y ellas se la pasaban preguntándose qué podían hacer con su tiempo libre. En medio notaron cómo el miedo, el insomnio y el estrés afectaba de sobremanera tanto a la población en general como a ellas mismas. La respuesta llegó cuando al unísono dijeron “aceites esenciales”.
Aunque tardaron relativamente poco en llegar a esa respuesta de forma casi telepática, el proceso de experimentación y ensayos les tomó siete meses enteros. Con el apoyo incondicional de su padre adquirieron el equipo y ambientaron un laboratorio para empezar a adentrarse en el mundo de los aceites esenciales.
“Como socias nos complementamos una a la otra”.
El primer problema en el que centraron sus fuerzas fue el insomnio, ya que por el trabajo que realizaban ellas también lo sufrían. Andrea explica que el proceso consiste en extraer los principios bioactivos que tienen, por ejemplo, funciones analgésicas. Para probar la eficacia de su trabajo no les quedó otra que experimentar en sí mismas y desde la primera noche sus productos solucionaron los problemas de sueño. Eso les dijo que estaban listas para saltar al mercado.
Una de las cosas que destaca Andrea es que bautizaron su marca como “Villaflor” en honor a su apellido y por la importancia que su padre tuvo en los inicios.
Otro producto que lanzaron, y que les significó un éxito inmediato, fue el alcohol de eucalipto. Destacan que una de las bondades de este es que, a la par que desinfecta las manos, protege la piel de lo abrasivo que puede ser el alcohol desinfectante normal. En el personal médico encontraron el público ideal para este producto.
Entre su abanico de productos tienen aceites para proteger y fortalecer los sistemas inmunológico, nervioso y respiratorio.