Alejandra Espinoza y la reinvención en pandemia
Con cursos gratuitos en internet, Alejandra aprendió todo lo necesario para crear una tienda virtual.



Alejandra Espinoza Rodríguez es una mujer emprendedora de 38 años que, desde La Paz, vende sus carteras a toda Bolivia. Ella divide su vida entre dos áreas muy distintas. Por las mañanas se dedica completamente a una empresa familiar de medicamentos, mientras que, por las tardes, a Salvaje, su marca de carteras.
La idea de emprender se gestó en la cabeza de Alejandra años atrás cuando ayudaba a su mamá a buscar una ocupación. Así nació Salvaje, con carteras, bandoleras y monederos como productos. Estos estaban orientados completamente a un público extranjero, por lo que se ubicaron en una tienda colaborativa en la calle Sagarnaga de La Paz, dado el alto flujo de turistas en la zona.
Salvaje era entonces un negocio totalmente presencial y los diseños de Alejandra buscaban tener un carácter autóctono que muestre identidad boliviana en aguayo. Sin embargo, la llegada de la pandemia por covid-19 cambió casi todo en Salvaje.
“Nuestras carteras lucen el aguayo de una forma moderna”.
Los principales cambios fueron el paso a la modalidad de tienda virtual y, en consecuencia, el que Alejandra haya tomado las riendas del negocio.
Alejandra sabía que no era el momento de introducir a su madre al mundo digital y hacer que mueva las ventas por ese medio, así que decidió encargarse ella. Sin embargo, Alejandra también era algo ajena a las redes sociales. Cuenta que hasta entonces solo usaba su perfil personal de Facebook y muy poco, por lo que le significó un aprendizaje prácticamente desde cero el crear una tienda virtual.
Para “aclimatarse” a las redes sociales, tomó algunos cursos gratuitos en internet con los que aprendió a promocionar sus productos en el entorno virtual. Además, tuvo que cambiar su público objetivo, pues pasó de extranjeros y turistas a un público nacional. Ese hecho también se hizo notar en los productos ya que ahora, en lugar de usar aguayo con carácter autóctono, busca darle al aguayo un estilo moderno.
Aunque pudo adaptarse bien a las redes sociales y sigue aprendiendo, Alejandra aún siente que lo mejor para vender sus carteras es la presencialidad ya que: “Son un accesorio visual que la gente quiere probarse”. Es por ello que tiene presencia en distintas tiendas colaborativas entre Cochabamba y Santa Cruz. Pero las ventas virtuales continuarán porque son las que le significan más ventas.