Miguel y la viacrucis de su familia tras una golpiza
José Miguel Martínez (33) salió la noche del lunes 3 de marzo con sus amigos sin pensar que horas después ingresaría en estado de coma a causa de una golpiza propinada por dos sujetos, que al parecer son integrantes del grupo denominado “Los Sapos”. Menos se imaginó que iba a permanecer...



José Miguel Martínez (33) salió la noche del lunes 3 de marzo con sus amigos sin pensar que horas después ingresaría en estado de coma a causa de una golpiza propinada por dos sujetos, que al parecer son integrantes del grupo denominado “Los Sapos”. Menos se imaginó que iba a permanecer en terapia intensiva durante varios días y que su familia iba a pasar por un viacrucis debido a esto, buscando justicia.
Esa noche Miguel llegó con sus amigos al local denominado Mundo Marino, ubicado en el barrio Lourdes, un negocio que visto desde afuera parece una casa particular. Es allí donde él se puso a beber con unos amigos y mientras eso sucedía, fue atacado por otros sujetos que estaban en el lugar. Sus “amigos” al ver que era agredido y quedó en el suelo, optaron por alejarse, en lugar de defenderlo.
Minutos después de lo sucedido, efectivos policiales llegaron al lugar junto a la ambulancia que trasladó a Miguel al Hospital San Juan de Dios, donde permaneció en coma y con diagnóstico reservado durante varios días por la gravedad de sus lesiones. Presentaba hundimiento de su cráneo, por los golpes recibidos.
En un inicio, los amigos de Miguel figuraron como los principales testigos del hecho. Sin embargo, dos de ellos cambiaron su declaración inicial. Primero dijeron haber visto cómo “Los Sapos” golpearon y patearon a Miguel. Pero, antes de la audiencia cautelar, presentaron una nueva versión indicando no haber visto nada. ¿Qué los llevó a dar ese cambio en sus declaraciones?, se pregunta la familia y abogado de Miguel.
Cuando se registró el hecho y al llegar la Policía, solo se pudo capturar a uno de los sujetos, R.C. (según sus iniciales), quien en la audiencia cautelar del 7 de marzo, fue beneficiado con el cambio de declaración de los testigos y la autoridad judicial le otorgó la detención domiciliaria, dictamen que fue apelado sin mejores resultados pues la medida fue ratificada el 18 de marzo.
“Nosotros hemos impetrado que se realice una detención en Morros Blancos, virtud a que existen más que suficientes elementos indiciarios que demuestran obstaculización. Se han cambiado dos testimonios”, declaró el abogado de la víctima, Carlos Oblitas, al mismo tiempo que señaló que otro de los presuntos responsables aún no fue cautelado, por lo que pidió acciones inmediatas al Ministerio Público.
Y mientras todo este caso se desarrollaba en los estrados judiciales, Miguel luchaba en el hospital, primero logrando salir de la unidad de terapia intensiva, y ahora que se recupera en casa, debe pelear por volver a la normalidad, puesto que los golpes le dejaron secuelas cognitivas, por lo que debe estar bajo supervisión durante todo el día. Debido a sus lesiones, no puede participar de un careo para identificar a sus agresores.
Pero la lucha en este caso no es solo de Miguel y su abogado, sino que su familia también sufre por lo ocurrido y así lo expresa Cristina Gutiérrez, madre de la víctima, quien declaró que hasta ahora ya gastaron 5 mil bolivianos sólo en medicamentos, pero eso es lo de menos, puesto que su refirió que su hijo se “pierde”, se quiere salir de la casa, “ya no es el mismo”.
Cristina y su familia sólo piden justicia, esperan que el que le causó este daño a su hijo pague su culpa en la cárcel y para ello, sólo les queda esperar los siguientes tres meses, mientras se realiza la investigación para que la Fiscalía se pronuncie sobre el caso.
Esa noche Miguel llegó con sus amigos al local denominado Mundo Marino, ubicado en el barrio Lourdes, un negocio que visto desde afuera parece una casa particular. Es allí donde él se puso a beber con unos amigos y mientras eso sucedía, fue atacado por otros sujetos que estaban en el lugar. Sus “amigos” al ver que era agredido y quedó en el suelo, optaron por alejarse, en lugar de defenderlo.
Minutos después de lo sucedido, efectivos policiales llegaron al lugar junto a la ambulancia que trasladó a Miguel al Hospital San Juan de Dios, donde permaneció en coma y con diagnóstico reservado durante varios días por la gravedad de sus lesiones. Presentaba hundimiento de su cráneo, por los golpes recibidos.
En un inicio, los amigos de Miguel figuraron como los principales testigos del hecho. Sin embargo, dos de ellos cambiaron su declaración inicial. Primero dijeron haber visto cómo “Los Sapos” golpearon y patearon a Miguel. Pero, antes de la audiencia cautelar, presentaron una nueva versión indicando no haber visto nada. ¿Qué los llevó a dar ese cambio en sus declaraciones?, se pregunta la familia y abogado de Miguel.
Cuando se registró el hecho y al llegar la Policía, solo se pudo capturar a uno de los sujetos, R.C. (según sus iniciales), quien en la audiencia cautelar del 7 de marzo, fue beneficiado con el cambio de declaración de los testigos y la autoridad judicial le otorgó la detención domiciliaria, dictamen que fue apelado sin mejores resultados pues la medida fue ratificada el 18 de marzo.
“Nosotros hemos impetrado que se realice una detención en Morros Blancos, virtud a que existen más que suficientes elementos indiciarios que demuestran obstaculización. Se han cambiado dos testimonios”, declaró el abogado de la víctima, Carlos Oblitas, al mismo tiempo que señaló que otro de los presuntos responsables aún no fue cautelado, por lo que pidió acciones inmediatas al Ministerio Público.
Y mientras todo este caso se desarrollaba en los estrados judiciales, Miguel luchaba en el hospital, primero logrando salir de la unidad de terapia intensiva, y ahora que se recupera en casa, debe pelear por volver a la normalidad, puesto que los golpes le dejaron secuelas cognitivas, por lo que debe estar bajo supervisión durante todo el día. Debido a sus lesiones, no puede participar de un careo para identificar a sus agresores.
Pero la lucha en este caso no es solo de Miguel y su abogado, sino que su familia también sufre por lo ocurrido y así lo expresa Cristina Gutiérrez, madre de la víctima, quien declaró que hasta ahora ya gastaron 5 mil bolivianos sólo en medicamentos, pero eso es lo de menos, puesto que su refirió que su hijo se “pierde”, se quiere salir de la casa, “ya no es el mismo”.
Cristina y su familia sólo piden justicia, esperan que el que le causó este daño a su hijo pague su culpa en la cárcel y para ello, sólo les queda esperar los siguientes tres meses, mientras se realiza la investigación para que la Fiscalía se pronuncie sobre el caso.