Agenda verde
La OMM conmina a enfrentar los extremos climáticos en el mundo
La persistencia de un evento de La Niña –corrientes de aire que enfrían la atmósfera sobre el océano Pacífico- ha evitado que 2022 sea el año más caliente, pero su efecto de enfriamiento será de corta duración y no revertirá la tendencia de calentamiento a largo plazo causada por niveles récord



Eventos desastrosos como las inundaciones en Pakistán, la sequía prolongada en el Cuerno de África o las olas de calor en Europa, mostraron este año la urgencia de actuar para enfrentar los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos, planteó la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
A lo largo de 2022 “nos hemos enfrentado a varios desastres meteorológicos dramáticos que se cobraron demasiadas vidas y medios de subsistencia y socavaron la salud, la seguridad alimentaria, la energía y el agua y la infraestructura”, dijo Pettreri Taalas, secretario general de la OMM.
“Es necesario mejorar la preparación para tales eventos extremos y garantizar que cumplamos el objetivo de las Naciones Unidas, de Alertas Tempranas para Todos en los próximos cinco años”, dijo Taalas al presentar el reporte de cierre del año de esa agencia de la ONU en esta ciudad suiza.
La OMM destaca “la necesidad de actuar decididamente para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero –responsables del calentamiento de la atmósfera- y para implementar políticas de adaptación al cambio climático”.
El cambio climático avanza rápidamente y a partir de ahora se dejará sentir con más frecuencia si no se toman medidas para paliar el calentamiento global, dijo la OMM.
Indicó que mediciones científicas han permitido ver que los últimos ocho años serán los ocho más cálidos desde que existen los registros.
La persistencia de un evento de La Niña –corrientes de aire que enfrían la atmósfera sobre el océano Pacífico- ha evitado que 2022 sea el año más caliente, pero su efecto de enfriamiento será de corta duración y no revertirá la tendencia de calentamiento a largo plazo causada por niveles récord de gases de efecto invernadero.
Según pronósticos de la oficina meteorológica de Reino Unido, la temperatura global promedio en 2023 estaría entre 1,08 y 1,32 grados centígrados por encima de los niveles de la era preindustrial, período entre los años 1850 y 1900.
El Acuerdo de París de 2015, con casi todos los países del mundo, fijó como meta para el año 2050 que la temperatura global no exceda de 1,5 grados centígrados sobre los niveles preindustriales, y no más de dos grados antes de fin de siglo.
Taalas insistió en que se atienda la gravedad del aumento de la temperatura en el planeta, ante desastres como las inundaciones en Pakistán y la sequía prolongada en el oriental Cuerno de África “que presagia una catástrofe humanitaria”.
Según su reporte, los desastres se esparcieron por todos los continentes. Por ejemplo, India y Pakistán experimentaron un calor récord en marzo y abril, y China tuvo la ola de calor más extensa y duradera desde que comenzaron los registros nacionales, así como el segundo verano más seco registrado.
Después de la ola de calor, unas lluvias récord en julio y agosto causaron inundaciones trágicas en Pakistán, donde al menos 1.700 personas murieron, 33 millones resultaron afectadas, y casi ocho millones debieron desplazarse.
Grandes áreas de Europa vivieron episodios de calor extremo. Reino Unido tuvo un récord nacional el 19 de julio, cuando la temperatura superó los 40 grados centígrados por primera vez en su historia.
En África oriental, las lluvias han estado por debajo del promedio en cuatro temporadas consecutivas, lo que ha provocado una crisis que afecta a millones de personas, devastado la agricultura y matado al ganado, sobre todo en Etiopía, Kenia y Somalia. Por contraste, en Sudán del Sur las inundaciones han sido catastróficas.
En América del Sur hubo temperaturas récord durante dos olas de calor consecutivas a fines de noviembre y principios de diciembre en el centro y norte de Argentina, el sur de Bolivia, el centro de Chile y casi todo Paraguay y Uruguay.
Junto con la acumulación e impacto de los gases de efecto invernadero, que atrapan el calor en la atmósfera, la OMM expuso que el nivel del mar, el contenido de calor y la acidificación del océano también registran máximos históricos.
La tasa de aumento del nivel del mar se ha duplicado desde 1993, subiendo casi 10 milímetros desde enero de 2020. Sólo los últimos dos años y medio representan 10 % del aumento general desde que comenzaron las mediciones satelitales hace 29 años.
Además, los glaciares de los Alpes presentaron un derretimiento sin precedentes. La capa de hielo de Groenlandia perdió masa por vigésimo sexto año consecutivo y, por primera vez, llovió en lugar de nevar en su cumbre.
El Ártico también es cada vez más cálido, húmedo y tormentoso.
Ante ese panorama, la OMM anunció que trabajar en los sistemas de alertas tempranas y por la resiliencia ante impactos del cambio climático serán sus prioridades en 2023.
La sequía en Bolivia alerta a los productores
Con el primer episodio triple de La Niña en marcha durante este siglo –y la probabilidad de que se mantenga hasta principios del año entrante según la OMM– el panorama de la sequía y sus efectos en el sur de Sudamérica se agudiza, y requiere de medidas informadas por parte de las instituciones científicas y los gobiernos nacionales. El déficit de precipitaciones que afecta a Bolivia, según el Sistema de Información sobe Sequías para el Sur de Sudamérica, comenzó en 2019 y continúa a la fecha, poniendo en jaque tanto a los productores locales como a los municipios, que ven afectado el suministro de agua y advierten una posible crisis energética con la disminución del caudal de agua en las represas hidroeléctricas.
El Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) es la entidad rectora de la actividad meteorológica, hidrológica y afines, y entre sus competencias está la de proporcionar información precisa y de calidad para el monitoreo, pronóstico y posterior mitigación de fenómenos como el de la sequía.
“Estamos desde hace bastante tiempo ya con las condiciones de La Niña, y es claro que esto nos está generando un gran déficit de precipitaciones en gran parte del país”, afirma el meteorólogo Willy Rocha Quispe, jefe de la Unidad de Climatología del Senamhi.
“Desde hace cuatro años prácticamente en lo que es la región de la Chiquitanía, parte del Chaco y la parte oriental de Bolivia se han estado registrando condiciones deficitarias continuas. Esto se ha agravado en el último tiempo”, observa el meteorólogo.
En materia de productos de monitoreo y predicción, Rocha comenta que desde el Senamhi cuentan con “una herramienta que denominamos monitor de sequías, con la que hacemos el seguimiento de este fenómeno. En los últimos meses este producto nos ha mostrado condiciones bastante severas, y en la actualidad el último reporte que ha salido muestra que la sequía se ha intensificado”.
La pérdida de miles de hectáreas de cultivos, principalmente de maíz, por la falta de lluvias, y la muerte de ganado bovino y lechero son algunas de las consecuencias que preocupan a la población, mientras se comienza hablar de la posibilidad del racionamiento del agua potable en departamentos como La Paz.
“El tema de la sequía está incrementando su importancia en la agenda pública en Bolivia. Ahora mismo las autoridades se encuentran bastante preocupadas y están realizando las gestiones para garantizar el suministro de agua a la población en los siguientes meses”, asegura Rocha. Y agrega que “cuestiones como el tema del agua para consumo de las ciudades ponen de relieve para el ciudadano común lo preocupante de la situación. Este es el escenario de los últimos meses”.
Kenny Álvaro Quisbert Mendoza, ingeniero agrónomo y Observador Meteorológico en el área de Pronóstico del Senamhi, afirma que no solo el sector oriental del país está afectado, “sino que la sequía que golpea con mayor importancia al altiplano, porque ahí se basa la producción de cultivos y también algunos tipos de ganado lechero. Las familias que viven allí basan su economía en estas actividades, y al no haber lluvias disminuye y se pone en riesgo su entrada económica. El sector que sufre con mayor intensidad esta escasez de lluvias es sin dudas las familias productoras del Chaco y el altiplano”. En ese sentido, desde el sector agrícola local ya estiman una baja en la producción de cultivos como el maíz y el sorgo, que afectará principalmente en las cadenas avícolas, porcina, lechera y ganadera.
“El déficit hídrico es bastante notorio en todo lo que es el altiplano, que abarca tres departamentos principalmente: La Paz, Oruro y Potosí”, reafirma Marco Antonio Limachi, ingeniero civil, que se desempeña en la Unidad de Estudios Hidrológicos del Servicio.
“Desde la unidad en la que trabajo estamos estudiando precisamente lo que es el altiplano sur y norte, que está asociado directamente al lago Titicaca. Lo que hacemos allí es un estudio a partir de teledetección, utilizando imágenes tipo SAR y realizando las correcciones determinando la humedad del suelo. Esto lo hacemos cada semana y lo comparamos con el estado anterior del lago Titicaca. Esta misma herramienta que usamos para monitorear el cuerpo de agua también la aplicamos para el seguimiento y monitoreo de las sequías”, explica.
Esta apuesta que realizan desde la Unidad de Estudios “busca determinar índices de sequías más precisos a partir de la humedad, y también podríamos utilizar los Índices de Precipitación Estandarizado (SPI, por sus siglas en inglés) con una escala de trabajo menor con el fin de lograr una mejor planificación”, concluye Limachi.
Tarija: La sequía alteró
el calendario agrícola
La sequía prolongada que se sintió en el departamento de Tarija tuvo consecuencias, tanto en el área urbana como en el área rural. Las comunidades campesinas del valle central y en la Región Autónoma del Chaco señalan que la ausencia de lluvias alteró el calendario agrícola regional y está poniendo en riesgo la producción agrícola atemporal.
Uno de los productores agrícolas de la Región Autónoma del Chaco y exdirigente campesino, René Rollano, explica que hace más de 20 años atrás, cuando llegó desde Chuquisaca a la ciudad de Yacuiba para cultivar la tierra, el clima era diferente en esa región y no escaseaban las lluvias.
“Las lluvias que venían del sur eran tan importantes, llovía de manera igual, parejo para todos, y eran lluvias seguras. Pero desde hace unos 10 años atrás ha cambiado muchísimo el clima, primero echábamos la culpa a las industrias, pero ahora vemos que esto es efecto del cambio climático”, mencionó.
Recordó que, por la década del año 2000, en la primera quincena de noviembre los productores del Chaco solían empezar con la siembra de maní para terminar en diciembre, pero que a partir del 2010 ha cambiado el calendario agrícola y anualmente presenta variaciones.
La situación en el valle central de Tarija no es diferente. La exdirigente campesina y actual concejal municipal de Cercado, Marcela Guerrero, recalca que el cambio climático está poniendo en riesgo varios cultivos.
“Los efectos del cambio climático no han azotado en esta gestión, han venido heladas tardías, que todavía se anuncia una más para diciembre. Por ejemplo, desde el mes de septiembre y octubre ya se registraban las primeras lluvias, pero a la fecha no hay lluvias, y ya vemos que va a ser un año muy seco y esto afecta al sector campesino”, mencionó.