Hablar de salud mental sigue siendo un tabú en todo el mundo
Un billón de dólares se pierde al año por trastornos mentales
El Informe Mundial de Salud Mental de la OMS, publicado en junio de 2022, estimó que 1.000 millones de personas vivían con algún trastorno mental en 2019 y luego, con la llegada de la pandemia, trastornos como la depresión o la ansiedad pudieron incrementarse hasta en 25%
Cada año se pierden 12.000 millones de días laborables debido a la depresión o a la ansiedad, lo que le cuesta a la economía mundial casi un billón (millón de millones) de dólares, señalan publicaciones de dos agencias del sistema de Naciones Unidas.
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo al presentar los reportes que “el bienestar de una persona es razón suficiente para actuar, pero la mala salud mental también puede tener un impacto debilitante en el rendimiento y la productividad”.
“Es hora de centrarse en el efecto perjudicial que el trabajo puede tener sobre nuestra salud mental”, añadió Tedros.
El reporte sobre el tema, y directrices para gobiernos, empleadores y organizaciones de trabajadores, presentados por la OMS y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), pide nuevas medidas para abordar los problemas de salud mental en el trabajo.
Las directrices recomiendan acciones para abordar los riesgos para la salud mental, como la gran carga de trabajo, los comportamientos negativos y otros factores que crean angustia en las labores.
Por primera vez, la OMS recomienda la capacitación en liderazgo para desarrollar su capacidad de prevenir entornos laborales estresantes y responder a los trabajadores en peligro.
El Informe Mundial de Salud Mental de la OMS, publicado en junio de 2022, estimó que 1.000 millones de personas vivían con algún trastorno mental en 2019 y luego, con la llegada de la pandemia covid-19, trastornos como la depresión o la ansiedad pudieron incrementarse hasta en 25%.
Ese incremento evidenció lo poco preparados que estaban los gobiernos para su impacto en la salud mental, y reveló una escasez mundial crónica de recursos para encarar esa faceta de la pandemia.
El trabajo, sostiene el informe, amplifica problemas sociales más vastos, que tienen un impacto negativo en la salud mental, incluida la discriminación y la desigualdad.
El acoso (bullying) y la violencia psicológica son las principales denuncias relacionadas con el acoso laboral que repercuten negativamente en la salud mental.
Sin embargo, hablar de salud mental o revelarla sigue siendo un tabú en los círculos profesionales de todo el mundo, se advirtió.
Apoyo en el trabajo
Las directrices también recomiendan considerar más las necesidades de los trabajadores con trastornos mentales, ofreciendo intervenciones que promuevan su regreso al trabajo y, para quienes padecen trastornos mentales graves, proporcionar intervenciones que faciliten el acceso al empleo remunerado.
Se aboga de manera destacada por intervenciones para proteger a los trabajadores de la salud, humanitarios y de emergencia.
Tedros insistió en que “estas nuevas pautas pueden ayudar a prevenir situaciones y culturas negativas en el lugar de trabajo y brindar a los trabajadores la protección y el apoyo para la salud mental que tanto necesitan”.
La nota informativa conjunta OIT-OMS señala estrategias prácticas para gobiernos, empleadores y trabajadores y sus organizaciones, en los sectores público y privado, con el objetivo de promover la salud mental en el trabajo, y subraya que la inversión y el liderazgo serán esenciales para implementarlas.
“Dado que las personas pasan gran parte de su vida en el trabajo, un entorno de trabajo seguro y saludable es esencial. Debemos invertir para construir una cultura de prevención en torno a la salud mental en el lugar de trabajo, dijo Guy Ryder, director general de la OIT.
También será preciso en numerosas ocasiones “remodelar el entorno laboral para acabar con el estigma y la exclusión social, y hacer que los empleados con problemas de salud mental se sientan protegidos y apoyados”,
Según el Atlas de Salud Mental de la OMS, solo 35 % de los países reportan tener programas nacionales para la promoción y prevención de la salud mental relacionada con el trabajo.
En 2020, los gobiernos de todo el mundo gastaron un promedio de solo el 2% de los presupuestos de salud en salud mental, y los países de ingresos medianos-bajos invirtieron menos de uno por ciento.
Bolivia: Ocho de cada 10 adolescentes afectados
Ocho de cada 10 adolescentes y jóvenes, varones, mujeres y de otras orientaciones sexuales expresan sentir angustia, depresión y ansiedad a causa del nuevo contexto social, familiar y personal producto de la pandemia del covid-19. Sin embargo, el 75% de ellos no buscó algún tipo de ayuda psicoemocional. Estos datos son el resultado de un sondeo de opinión realizado por U-Report de UNICEF Bolivia sobre salud mental entre adolescentes y jóvenes; el mismo confirmó que la violencia y el maltrato en las familias se agravó durante la pandemia.
De las 745 personas consultadas, 61% no tiene conocimiento sobre a quién recurrir o dónde acudir en caso de tener problemas que puedan vincularse con depresión, estrés, ansiedad u otras afecciones psicoemocionales, 39% respondió que sí tiene conocimiento.
También se les preguntó si en los últimos seis meses solicitaron algún tipo de apoyo psicológico, 75% respondió que no. Sólo a quienes respondieron negativamente se les preguntó por qué no buscaron orientación psicoemocional, a lo que 44% respondió “porque lo podían solucionar solos”, 13% por “temor a la exposición y/o vergüenza de ser juzgado”, 9% por el costo económico que podría significar esa atención, y 6% por la poca confianza que tienen a los servicios de apoyo emocional, entre otras respuestas.
Al respecto, UNICEF, junto a otros socios, cuenta con el servicio Familia Segura, una línea gratuita que brinda apoyo psico-emocional a niños, niñas y adolescentes, jóvenes, mujeres y población en general para prevenir la violencia y canalizar denuncias, dando respuesta inmediata y efectiva. El número de esta línea es 800-11-3040.
“Bajoneados”, insomnes y agobiados por su futuro académico
Ocho de cada 10 entrevistados, 84%, señalaron sentirse deprimidos cuando se les preguntó “¿Te sentiste bajoneado/a (deprimido/a) en algún momento sin entender el por qué?”. También 8 de cada diez (el 79% de consultados) viven tal ansiedad que les impide dormir, socializar y realizar actividades debido a la gran cantidad de pensamientos que les generan intranquilidad.
El estudio y rendimiento escolar es motivo de extrema preocupación en los adolescentes y jóvenes; como en los casos anteriores 8 de diez entrevistados (83%) expresaron estar “agobiados y angustiados. Según anteriores sondeos realizados por U-Report, la raíz de esto es la modalidad de estudio virtual debido a la pandemia de COVID-19, las restricciones físicas y de cuidado de salud permanente que suspendieron la socialización y asistencia presencial en la vida escolar, la interacción con profesores y entre alumnos, así como las actividades extraescolares.
El nuevo dato es respaldado por un anterior sondeo realizado en 2021, cuando 65% de entrevistados respondió que en 2020 “aprendieron menos” que en 2019, y que en 2021, “aprendieron menos o igual” que en 2020 (51%).
De los 745 entrevistados, el 59% se encuentran entre los 15 a 19 años, momento de conclusión de la vida escolar. En esta edad se toman decisiones que afectan y definen el futuro de las personas, ya sea el iniciar estudios técnicos o universitarios, o ingresar al mercado laboral.
La violencia afecta relaciones familiares
Otro aspecto que abordó el sondeo de opinión tiene que ver con cómo se sienten adolescentes y jóvenes en el seno familiar; se les preguntó: “¿Consideras que las restricciones, el estrés por la pandemia y la situación actual hacen que las relaciones en casa se hayan deteriorado?” El 61% respondió que sí, 24% dijo no y 15% “prefirió no responder”.
Estos porcentajes reflejarían que seis de cada diez adolescentes y jóvenes perciben algún grado de quiebre en la relación con sus propias familias, situación atizada por la pandemia del COVID-19.
La consulta fue complementada preguntando: “¿Conoces a algún compañero o compañera que sea víctima de violencia, intimidación o maltrato?”, a lo cual un 22% respondió que sí y un 78% que no. Este dato podría parecer contradictorio con la respuesta dada sobre el deterioro de las relaciones familiares, pero si precisamos que en esa pregunta hay un 15% que prefiere no responder y la referencia anterior de que el 44% de los encuestados no buscaron orientación psicoemocional porque consideran que pueden solucionar solos sus problemas, puede interpretarse que estas personas admiten que existen otros adolescentes y jóvenes que sufren violencia en sus entornos familiares, pero minimizan y naturalizan las agresiones físicas y psicológicas que enfrentan en sus propios hogares.
Esta valoración se respaldó al pedir a los U-Reporters que identifiquen en qué ámbitos experimentan o ven que existe maltrato, violencia y/o intimidación, seis de cada diez (57,33%) respondió que esta se da en la familia, un 23,33% en las redes sociales y, en tercer lugar, el colegio (16,67%). Resalta también que las U-Reporters mujeres son quienes reportan que alguna persona de su entorno es víctima de violencia (64%).
Pese a esos datos, la inversión que destina el Estado a la salud mental es de 397.583 bolivianos en el territorio nacional, según la información que recibió la diputada de Creemos, Laura Rojas, quien envió una petición de informe el Ministerio de Salud y Deportes.