Agenda feminista
Francia Márquez, el nuevo ícono del feminismo andino
Afrodescendiente y con una historia militancia social y política, la nueva vicepresidenta electa de Colombia es abogada y se destacó en la lucha contra el extractivismo indiscriminado de las mineras.
Francia Márquez es la nueva vicepresidenta electa en Colombia, el país que acaba de romper radicalmente con su historia, donde nunca había gobernado la izquierda. El 19 de junio cambiaron muchas cosas en ese país que aún en medio de una férrea institucionalidad conservadora, el feminismo había logrado abrirse camino hasta el punto de conseguir fallos favorables al derecho al aborto en las más altas instancias judiciales.
En esa emergencia rupturista en la que se ha visto envuelta Colombia, también otros países del cono sur se miran con esperanza: la participación política de la mujer en el continente sigue estando muy relegada a posiciones testimoniales o limitadas a cargos en los legislativos allí donde la Ley obliga a políticas de paridad, que luego no se corresponde con la distribución, por ejemplo, de las presidencias de esos entes legislativos. Bolivia es uno de los grandes ejemplos de esto: pese a la paridad legislativa, los hombres controlan las directivas de ambas cámaras, son mayoría en el Consejo de Ministros y ni qué decir en cuanto a porcentaje de alcaldes varones.
Aunque en este siglo ha habido mujeres presidenta en Argentina, Chile y Brasil, la mayoría de las democracias andinas siguen teniendo los cargos ejecutivos vedados a las mujeres. En esas, Francia es todo un referente.
Una verdadera marca personal
El primer dato que se rescata de la vicepresidenta electa de Colombia, Francia Márquez, es su afrodescendencia. Pero sus orígenes son más relevantes que lo evidente a primera vista. Fue su historia como militante de derechos humanos y abogada de causas sociales lo que la llevó al protagonismo que tiene hoy.
Francia nació en 1981, en la aldea de Yolombó, ubicada en Suárez, un pueblo del departamento del Cauca ubicado al suroeste de Colombia donde la explotación minera es el principal factor de la dependencia económica y de las luchas sociales.
Una historia de militancia contra el extractivismo
Su familia dependió de esa industria. Mientras su madre era partera del pequeño sistema de salud zonal, su padre obrero trabajó en las minas y ella misma tuvo su primer trabajo como minera del oro artesanal. Luego fue empleada doméstica y a los 16 años tuvo al primero de sus dos hijos.
Siendo madre adolescente estudió en la Universidad de Santiago de Cali y se recibió de abogada, mientras el daño medio ambiental y el desplazamiento forzado de cientos de habitantes en su pueblo natal crecían. Así y todo, esos dos fueron los disparadores para su militancia social y política.
No solo se opuso al extractivismo indiscriminado provocado por la entrega de títulos mineros a empresas por doquier, sino que hizo propia la defensa del medio ambiente y los derechos humanos también afectados por esa industria.
Su activismo comenzó en 2009, durante unos reclamos para salvar al río Ovejas de la contaminación que provocaba la minería y desde entonces escaló en distintos reconocimientos. Uno de los hitos de su larga lucha social fue haber recibido el Goldman Environmental Prize, considerado el premio Nobel medioambiental.
En el 2014 participó en la mesa interétnica e intercultural que le exigió al gobierno nacional de Colombia detener la minería ilegal y el otorgamiento de títulos mineros sin consulta previa en territorios de comunidades originarias. Denunció “corrupción” y se convirtió en blanco de los grupos paramilitares que acosaban a pobladores.
Víctima por luchar
Ese año fue desplazada forzosamente de donde vivía y luego organizó, junto a unas 70 mujeres afrodescendientes, "La Marcha de los Turbantes", una actividad que también fue reconocida como "Mujeres Negras por el Cuidado de la Vida y los Territorios Ancestrales". Con ellas partió el 17 de noviembre desde Suárez hasta Bogotá. Hizo 600 kilómetros para exigir una solución al problema de la minería ilegal.
También viajó a Cuba durante los diálogos de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos con los líderes de las FARC. Y en 2015 participó en una asamblea comunitaria del Norte del Cauca para reclamar al Estado colombiano garantías de protección a los líderes y lideresas continuamente amenazados.
No obstante, su militancia étnica y campesina le valió nuevas y varias amenazas, y hasta un atentado contra su vida por parte de los paramilitares; fue en 2019, durante su representación legal a en el Consejo Comunitario del corregimiento de La Toma de Suárez, un cargo que ocupó desde 2016.
Un símbolo de las comunidades marginadas
Desde ya que su condición de mujer y su afrodescendencia también fueron otros frentes en los que tuvo que batallar. Es más, fueron tópicos por los cuales los sectores más conservadores de derecha cuestionaron su competencia para el cargo que ganó como compañera de fórmula de Gustavo Petro.
Así y todo, vestida con trajes coloridos propios de su región y su facilidad de oratoria, Márquez cautivó al electorado, especialmente al joven. Se convirtió en un fenómeno político y un símbolo de las comunidades tradicionalmente marginadas en la política y abrió un resquicio a la esperanza de la representatividad.
Otro de los lugares comunes por donde se la atacó durante la campaña electoral fue por su falta de experiencia en la arena político partidaria. “Muchos dicen que no tengo experiencia para acompañar a Gustavo Petro a gobernar este país y yo me pregunto ¿por qué la experiencia de ellos no nos permitió vivir en dignidad?”, respondió en uno de sus discursos.
“¿Por qué su experiencia nos ha tenido tantos años sometidos a la violencia que generó más de ocho millones de víctimas? ¿Por qué su experiencia no logró que todos los colombianos viviéramos en paz?", añadió.
A quiénes dedicó el triunfo
Durante su primer discurso como vicepresidenta electa, Francia le dedicó un párrafo especial a las luchas sociales y de las minorías. "Vamos las mujeres a erradicar el patriarcado de nuestro país, vamos por los derechos de la comunidad diversa LGBTIQ+, vamos por los derechos de nuestra madre tierra, de la casa grande. A cuidar nuestra casa grande, a cuidar la biodiversidad, y vamos juntos a erradicar el racismo estructural", expresó.
Su cargo, agregó, fue para los "líderes sociales que tristemente fueron asesinados en este país, a la juventud que ha sido asesinada y desaparecida, a las mujeres que han sido violentadas y desaparecidas. A todos ellos que sé que desde algún lugar nos están acompañando en este momento histórico para Colombia", concluyó.
Elecciones en Colombia
La imagen de Francia Márquez
La marcaron como “objetivo militar”, ahora que Francia Márquez es vicepresidenta junto a Gustavo Petro, que la eligió para ocupar ese lugar que, dejó en claro al presentar la fórmula, no es el de “número uno y número dos” como suelen entenderse las presidencias y vicepresidencias en la política tradicional, sino “como uno y una”, dirigido claramente a la sinergia de fuerzas que se requiere vencer a la ultraderecha uribista.
La amenazan también desde los grandes medios, desde los que “denuncian” que uno de sus hijos “estudió en Cuba”. Eso la hizo reaccionar pidiendo protección legal a la Fiscalía General, haciendo al periodista que también habla de sus vínculos con la “dictadura narcochavista” responsable de lo que pueda ocurrirles a sus hijos, porque allí es donde pega el fascismo regional sobre todo a las mujeres que desafían la verdadera amenaza que pende sobre ellas: no ya en su propia carne, que está ofrecida al devenir de la violencia, sino en la vida de los hijos. La Fiscalía General guarda silencio hasta hoy.
No obstante, esta mujer de 40 años que no viene de ninguna estructura política sino de la resistencia ambiental y feminista de la región del Cauca, la que más asesinatos registró, está sorprendiendo con su campaña, diseñada por ella misma y con elementos renovadores que encajan con su discurso. Ética y estética confluyen en ella, y ésa parece ser la llave para abrirse camino entre las campañas en su contra que llegan de todos lados. Imagen y contenido, fondo y forma se corresponden.
“Tomarse la imagen, ocupar lo visual: la apuesta estética de Francia Márquez” es un trabajo profundo y lleno de información y de conceptos que realizó Isabel Ramírez Botero, curadora, investigadora y profesora en la Facultad de Artes de Barranquilla. Allí analiza el camino elegido por Francia para darle potencia a su imagen, un camino que no se parece en nada al estilo clásico del asesor o el couch, sino que abreva en el universo de representación al que ella aspira.
No hay nombres en ese equipo que no provengan de los ámbitos en los que Francia se mueve, y esta campaña los ha hecho reconocidos en su país y más allá. Visibilizarse es el objetivo de todo candidato, pero Francia eligió hacerlo a través de los códigos de las barriadas populares: los muralistas que trabajan sobre las paredes de edificios descascarados en los lugares menos privilegiados de Colombia. El equipo es de Guache Street Art, cuya cabeza es Oscar González, que trabajó desde el año pasado y dio a conocer el pasado septiembre la primera pieza: “Soy porque somos” es el lema. Y ella aparece en un semiperfil desafiante, poderosa, el puño cerrado y adornado con pulseras tribales, el pelo negro recogido, mucho trabajo de luz sobre su cara.
Esa y otras piezas de su campaña Francia las ha presentado en público una por una, siempre dándole el crédito al muralista. Guache es un artista de vasta trayectoria y de clara consistencia política. Trabaja lo feminista, lo afro y lo indígena, a lo que suma casi siempre alusiones a la tierra y el maíz, con mensajes descoloniales. No lo llamó ella, él se acercó. Y el resultado es una campaña visual llena de color y fuerza, que vincula la imagen de Francia con el universo en el que él ya es reconocido: el que la vicepresidenta quiere representar.
El vestuario de Francia también concuerda con esa estrategia. Esteban Sinesterra Paz, de apenas 23 años, es quien le ha diseñado sus vestidos de colores muy fuertes, muy afro, que la destacan en cualquier fotografía grupal y también remiten al mundo afrodescendiente. Amarillos chillones y rojos fulgurantes son los colores que más se repiten, tal como en el vestuario personal de Francia, pero en diseños más llamativos. Muy lejos de los colores neutros y los trajecitos de candidatas del establishment, Francia refuerza su identidad haciendo estallar cada foto y opacando los trajes y los tailleurs que tiene al lado. Así como cita a sus ancestros para devolver un abrazo sanador a quien la agrede en apariciones o debates públicos, también anda con sus ancestros sobre su cuerpo, también muy lejos de las mujeres negras que en situaciones de colonialismo han buscado mimetizarse con el colonizador. Aquí hay orgullo y está quién es y de dónde viene.
Mientras la atacan y la persiguen, ella es un ejemplo de potencia y coherencia, que además utiliza las marcas de la segregación a su favor. Y es también una muestra de que la voluntad de poder es acompañada por una inteligencia que no ignora la contundencia de la imagen, pero se resiste a que la imagen comunique lo que es “clásico” en una vicepresidenta: se ha animado a tanto en su vida, que cómo no se le iba a animar al rojo más fuerte posible.
El desafío de ser Presidenta en Sudamérica
Escasez con carácter
En lo que va de siglo, solo tres mujeres han ocupado la presidencia democráticamente en países sudamericanos: Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Michelle Bachellet en Chile y Dilma Rousseff en Brasil, donde fue suspendida en un juicio político. No falta quien asegura que tanto Kirchner como Rousseff fueron las “elegidas” de los varones para ser sus sucesoras. Las tres han demostrado su valía política, revalidando mandatos y asumiendo otras responsabilidades a nivel internacional.
Los accidentes bolivianos
En Bolivia dos mujeres han ocupado la presidencia en toda la historia. Lidia Gueiler lo hizo en 1979, elegida por el Congreso, luego de que Alberto Natusch Busch derrocara al Gobierno democrático de Walter Guevara Arce. Debía presidir hasta la elección democrática de un año después, pero fue golpeada por García Meza. La última fue Jeanine Áñez, que asumió el poder después de que Evo Morles fuera derrocado tras un alzamiento popular contra el proceso electoral de 2019. La justicia ha declarado que tomó el poder irregularmente.
¿Líderes de oposición?
Por lo general, las mujeres no llegan al poder y ni siquiera candidatean con opciones en prácticamente ningún país del cono sur. La excepción en Perú es Keiko Fujimori, que ha estado presente en la segunda vuelta de las tres últimas citas electorales en el país vecino. Normalmente ni siquiera han sido elegidas como compañeras de fórmula en los binomios con más opciones de ganar. EL asunto es especialmente sensible en los países de la costa del Pacífico.