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Vida en familia

Por qué es recomendable una buena rutina de sueño en bebés

El sueño estructurado y en la duración adecuada para la edad disminuye el riesgo de obesidad infantil y, por lo tanto, de complicaciones cardiovasculares en los adultos. La manera en la que duermen los bebés durante sus primeros meses de vida resulta una información necesaria para los padres

Reportajes
  • Ana Camarero para Papás y Mamás de El País
  • 07/05/2022 02:46
Por qué es recomendable una  buena rutina de sueño en bebés
El sueño es elemental en el desarrollo Crédito: Emily Banda (UNSPLASH)

Sostienen los investigadores que la correspondencia entre sueño y obesidad es estrecha. Son muchos los estudios que han profundizado en esa relación y han puesto de manifiesto cómo los desajustes del ritmo circadiano, aproximadamente 24 horas, pueden ser la causa de las manifestaciones del síndrome metabólico, obesidad, dislipidemia, intolerancia a la glucosa, hipertensión o diabetes mellitus tipo 2, entre otras, en los adultos. En el caso de los recién nacidos parece que también existe correlación entre obesidad y sueño.

Una reciente investigación, publicada en la revista Sleep, sugiere que los bebés que duermen más tiempo y se despiertan menos durante la noche tienen menos riesgo de desarrollar sobrepeso en la infancia. La coautora del estudio, Susan Redline, MD, MPH, médica senior en la División de Sueño y trastornos circadianos del Brigham and Women´s Hospital, el Hospital General de Massachusetts, señala que “encontramos que no solo el sueño nocturno más corto sino también más despertares del sueño se asociaron con una mayor probabilidad de que los bebés tengan sobrepeso en los primeros seis meses de vida”.

En el estudio se evaluaron 298 recién nacidos del Hospital General de Massachusetts, nacidos entre 2016 y 2018. Se monitorearon sus patrones de sueño usando relojes de actigrafía de tobillo, dispositivos que miden los patrones de actividad y descanso durante varios días. Además, extrajeron datos de tres noches en las marcas de uno y seis meses mientras los padres llevaban diarios de sueño, registrando los episodios de sueño y vigilia de sus hijos. También, se midió la altura y el peso de los distintos bebés para determinar su índice de masa corporal, se consideró que tenían sobrepeso aquellos que se encontraban dentro o por encima del percentil 95 en las tablas de crecimiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El estudio encontró que solo una hora adicional de sueño disminuye en un 26% el riesgo de sobrepeso de los bebés. Además, aquellos que se despertaron menos durante la noche se enfrentaron a un menor riesgo de aumento excesivo de peso. Estos datos obtenidos en este análisis hacen pensar a los investigadores que dormir más promueve las prácticas de alimentación de rutina y la autorregulación, elementos que pueden reducir comer en exceso. Ante estas conclusiones, Susan Redline aconseja a los padres consultar a sus pediatras sobre las mejores prácticas para promover un sueño saludable, “como mantener horarios de sueño constantes, proporcionar un espacio oscuro y tranquilo para dormir”.

Esta investigación se une así al conjunto de estudios que demuestran la importancia que tienen los estilos de vida en los primeros mil días en la programación metabólica. Rosaura Leis, profesora titular de Pediatría-USC, coordinadora de la Unidad de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica del Hospital Clínico Universitario de Santiago, presidenta de la Fundación Española de la Nutrición (FEN) y coordinadora del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP), explica que “los mil primeros días de vida comprenden desde la fecundación y el período fetal hasta el segundo año de vida del bebé, y tienen una importante influencia en las enfermedades que va a padecer el niño a corto, medio y largo plazo. En este estudio se observa como el patrón de sueño, la duración, la intensidad, el número de despertares durante los primeros 6 meses se asocian a un menor riesgo de sobrepeso en ese período. Por tanto, un mal patrón de sueño ya en edades tan tempranas parece contribuir al exceso de adiposidad”.

El sueño no es el único componente que influye en el posible riesgo de padecer obesidad durante la infancia, ya que la posibilidad de desarrollar esta enfermedad es “multifactorial”. Aunque, apunta el doctor Gilberto Pérez López, endocrinólogo y pediatra del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital General Universitario Gregorio Marañón y coordinador del grupo de trabajo de obesidad infantil y en la adolescencia de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), “tanto en niños menores de 6 meses o de más edad parece ser un factor determinante. Forma parte de la cronobiología o la cronodisrupción”. Porque, expone este endocrinólogo, “ya un equipo español, liderado por la doctora Marta Garaulet Aza, encontró que el motivo de que el sueño facilite la pérdida de peso o al revés, que la falta de sueño aumente el riesgo de obesidad, es porque el sueño favorece la acción de una proteína que moviliza los depósitos de grasa del organismo”. Por lo tanto, dice el doctor Gilberto Pérez López, “estoy de acuerdo con los hallazgos del estudio: el sueño estructurado y en la duración adecuada para la edad disminuye el riesgo de obesidad infantil y, por consiguiente, las complicaciones cardiovasculares en los adultos”. En cualquier caso, apunta este experto, tal como se describe en la matriz de las causas de la obesidad infantil, “el sueño es una parte importante, pero no siempre es el factor más relevante en todos los casos”.

¿Cuánto tiene que dormir el bebé?

El reloj interno de un bebé recién nacido todavía no está desarrollado, pero entre el día y la noche, suelen dormir mucho, de 16 a 20 horas al día. En las primeras semanas, su sueño diurno suele interrumpirse a intervalos de 2 o 3 horas para sus tomas de leche.

A partir de del segundo mes, podrá dormir durante períodos más largos de tiempo. A partir del tercer mes, los bebés suelen dormir un poco más por las noches, de 6 a 8 horas sin interrupciones, y unas cinco horas durante el día, lo que alivia bastante a los padres.

A los cuatro meses, la mayoría de los bebés suelen dormir en su propia habitación. Es muy importante, en esta etapa, que los niños aprendan a dormir por sí solos, y que distingan entre el día y la noche para que ésta última esté relacionada con el sueño prolongado. La rutina de horarios y de actividades es la mejor forma para educar a los pequeños y que concilien mejor el sueño. Les dará más seguridad y tranquilidad.

A los seis meses, el bebé ya dormirá siestas de tres horas durante el día y dormirá unas 11 horas durante la noche. En esta etapa, ya deben dormir por sí solos. Cuando están enfermos necesitarán más atención y cariño, por lo que es normal que los padres los tomen en brazos y les mimen más, porque eso les hará sentirse mejor.

El conflicto de “dormir bien” en las familias

 

Seguramente lo habréis escuchado más de una vez. Una madre recién parida, el padre o cualquier familiar, diciendo que el bebé “es muy bueno porque duerme y come muy bien”. ¿Esto se ajusta a la realidad? ¿Significa, entonces, que un bebé que no duerme del tirón toda la noche es malo? La ciencia, la biología, como casi siempre, tiene la explicación a estos temas que tanto preocupan a los padres, especialmente a los primerizos.

La doctora en Biología María Berrozpe ha recogido en la web El debate científico sobre la realidad del sueño infantil una revisión extensa de la bibliografía relacionada con este tema. “Los bebés llegan con unas necesidades, expectativas y exigencias firmemente marcadas por ser mamíferos y primates, pero lo que hacen es amoldarse a la cultura donde han nacido”, explica Berrozpe. A la vista de los resultados revisados, la investigadora concluye que el llamado "insomnio infantil por hábitos incorrectos" no es una verdadera patología, "sino un desajuste entre lo que el niño desea y necesita por instinto y lo que sus padres esperan que haga para dormir bien". Es un hecho que no en todas las culturas se duerme igual ni durante todos los tiempos ha habido el mismo patrón. Sin embargo, el cerebro del bebé es idéntico ahora, aquí y hace miles de años y en otras partes del mundo. Por lo tanto, en lo que debemos fijarnos para tener un debate serio sobre las necesidades del bebé es en la ciencia, no en las costumbres de cada padre o en meras opiniones.

Rafaela López, creadora de la web Dormir sin llorar y autora del libro con el mismo título (editorial Ob Stare), cree que las expectativas que muchos padres se hacen sobre cómo dormirán sus bebés “se generan a través de una ciencia sesgada, en la que está todo muy influenciado por la cultura que olvida casi siempre la parte mamífera del bebé”. A todos nos suena la frase “te está tomando el pelo”, pronunciada por familiares, y a veces por profesionales sanitarios, que recomiendan no atender el llanto del bebé. Nada más lejos de la realidad: los bebés no saben qué es tomar el pelo, ni nacen con intenciones claras de fastidiar a nadie. Tan solo responden a mecanismos de supervivencia de su especie.

¿Por qué

despiertan tantas

veces los bebés?

 

Evolución

En primer lugar, está el desarrollo natural de la arquitectura de sueño del bebé, que pasará de las dos fases que presenta cuando nace (sueño activo y sueño tranquilo), a las cinco fases del adulto. Cada fase adquirida añadirá inestabilidad al sueño y, por lo tanto, despertares, explica la bióloga Berrozpe, quien recuerda que hay una explicación biológica pero también respuestas culturales, como usar la mamadera y que la del padre.

Hambre

En segundo lugar, es un ser pequeñito con un estómago acorde que consume una leche diseñada para crías precociales, es decir, las que se mantienen cerca de su madre para mamar con frecuencia, pero además altriciales, es decir, que somos profundamente inmaduros, con escaso control motor, lo que obliga a la madre a estar cerca siempre del bebé disponible.

Protección

En tercer lugar, el bebé se despierta muchas veces para asegurarse de que sigue protegido y a salvo cerca de su madre, afirma Berrozpe. El cerebro del bebé no sabe si su madre está en la habitación contigua (no sabe qué es una habitación) o si se ha ido para siempre. “Por eso, cuando ponemos al bebé a dormir lejos de nosotras, los despertares se traducen en lloros y si estamos cerca serán desvelos rápidos en los que el bebé se enganchará al pecho”

 

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