Los avances de 2019 se disolvieron con las crisis políticas y económicas
Pese a éxitos del cine nacional, la Ley sigue trabada y sin reglamento
Con la finalidad de contribuir, fomentar, desarrollar, proteger y promocionar la actividad cinematográfica y audiovisual boliviana, en diciembre de 2018 la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia aprobó la Ley del Cine y Arte Audiovisual Boliviano y se creó en 2019 del Programa Intervenciones
Cien años han transcurrido desde que el cine actúa como agente de difusión y reflexión para comprender los momentos históricos. También en Bolivia. Sin embargo, sigue siendo un asunto casi marginal para las administraciones públicas, incluso después de haber aprobado la Ley del Cine, que sigue sin reglamento que permita disponer fondos para la financiación de proyectos que permitan seguir documentando las circunstancias de nuestro entorno.
Los profesionales del sector lo tienen claro, el cine boliviano que se viene desarrollando desde comienzos del siglo XX se ha visto afectado en los últimos años por factores de diferente índole tales como la pandemia del COVID-19 o la crisis política e institucional desatada en octubre-noviembre de 2019, pero también por aspectos socioeconómicas del país, como la baja cultura digital, una importante brecha digital o las cuestiones de pobreza propiamente dichas.
A pesar de ello, o precisamente por ello, han surgido decenas de producciones cinematográficas de la mano de nuevos productores con diferentes esquemas y soluciones técnicas de calidad, entre las cuales algunas lograron ser galardonadas en festivales internacionales.
La Ley paralizada
Con la finalidad de contribuir, fomentar, desarrollar, proteger y promocionar la actividad cinematográfica y audiovisual boliviana, en diciembre de 2018 la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) de Bolivia aprobó la Ley del Cine y Arte Audiovisual Boliviano y la creación en 2019 del Programa Intervenciones Urbanas (PIU), dependiente del Ministerio de Planificación. El PIU fue una apuesta del Gobierno Nacional y del ministerio de Planificación del Desarrollo para potenciar “economías naranjas” (Industrias culturales y creativas) y el talento boliviano, a través de infraestructuras e incentivos económicos en las industrias culturales, el cine y el audiovisual, la innovación social y tecnológica, y el deporte.
También mediante la aprobación de la ley se creó a principios de 2020 “La agencia del Desarrollo del Cine y Audiovisual Bolivianos” (ADECINE), institución descentralizada, pero dependiente del Ministerio de Culturas y Turismo. ADECINE lanzó el 8 de enero el Fondo de Fomento al Cine y Arte Audiovisual Bolivianos (Ffcaab), el monto inicial con el que contó este fondo fue de siete millones de bolivianos, el cual posibilitó el rodaje de 18 películas en el año 2021 entre las cuales clasificaron a festivales de renombre internacional y en algunos casos ganaron premios.
Las fuentes de financiación de este fondo provenían de recursos del Tesoro General de la Nación (TGN) de forma anual, recursos provenientes de convenios o cooperación internacional, de la tasa administrativa por distribución y exhibición de cinematografía y audiovisual (Proveniente de los ingresos mensuales por ventas de entradas en salas de cine, así como de los ingresos mensuales de distribuidores y comercializadores de películas), donaciones y otras fuentes de financiamiento.
Este fondo, que preveía llegar a 82 proyectos, con montos desde los 10.500 bolivianos hasta los 582.900 bolivianos, contó con un plazo de 180 días calendario a partir de la publicación de la presente ley promulgada el 20 de diciembre de 2018, para emitir el financiamiento de créditos destinados a proyectos con recursos del fondo de fomento al cine y arte audiovisual bolivianos.
No obstante, días antes de la fecha establecida para anunciar a los ganadores de la convocatoria (20 de marzo), Adecine informó que a pedido del entonces Ministerio de Culturas y Turismo, la fecha de publicación de beneficiarios se había postergado. Pero a partir de mayo de 2020, el malestar en el sector audiovisual se hizo evidente porque el gobierno no daba ningún tipo de explicación, entre otras cosas, del mencionado fondo de Adecine y del Premio Eduardo Abaroa. Además, tampoco se buscó solucionar el “Pago de cuotas pendientes al programa de programación y creación cinematográfica Ibermedia” que se deben desde el 2018, uno de los fondos más importantes para el audiovisual en la región y para poder conseguir coproducciones internacionales, según informo el Laboratorio de Investigación en Comunicación y Humanidades de la Universidad Privada Boliviana.
Cabe mencionar que el 4 de junio de 2020 durante la gestión de la expresidenta Jeanine Añez, se anunció el cierre del Ministerio de Culturas y Turismo, quedando cuotas adeudadas para las plataformas de integración Iberescena, Ibermedia e Ibermuseos, que ofrecen fondos de ayudas para las artes escénicas, cine y repositorios de patrimonio, respectivamente, hecho que detuvo significativamente el avance de nuestra industria cinematográfica.
La crisis estirada
Muchas películas que se estrenaron el año pasado y otras que se van a estrenar este año, gozaron de un momento excepcional que hubo en Bolivia debido a un fondo lastimosamente fugaz como el del Programa de Intervenciones Urbanas (PIU), que hoy ya no existe.
El director de la Agencia del Desarrollo del Cine y Audiovisual boliviano (Adecine), German Monje, indicó a “Página siete” que, en febrero de 2021, los representantes del sector cinematográfico recibieron una resolución administrativa de Adecine, en la cual se informaba que se dejaba sin efecto el Fondo de Fomento. El problema es una contradicción en el artículo 17, en el cual no se esclarece el origen de la fuente de ingresos y su relación con el sistema impositivo. Por el momento no hay fechas para la solución del problema.
Uno de los beneficiarios de este fugaz fondo fue el cineasta Diego “Gato” Pino. Su último largometraje titulado “Gaspar”, un éxito a nivel nacional, fue acreedor de este fondo antes de que desapareciera. Con los fondos del Programa de intervenciones humanas (PIU), pudo financiar la etapa de postproducción, luego de haber sufragado con recursos propio la preproducción y producción, además de la ayuda de personas cercanas para cubrir el transporte y la alimentación durante estas etapas, especialmente en el rodaje. Explica que el acceso a las fuentes de financiación en Bolivia todavía sigue siendo de difícil acceso.
El cineasta tarijeño enfatiza que se necesita regular muchas cosas que están dispuestas en otro sentido dentro de la ley y que lo importante para formar una industria además de los fondos y apoyo institucional, es la reglamentación de esta ley de cine. Además, hizo hincapié sobre la sustancialidad de crear los puntos importantes para el fomento y “convertir nuestro cine en una industria, tal como sucede en Chile o Argentina”.
“Al cine boliviano le está yendo como nunca le fue, cosa que no pasa en otros ámbitos. Estamos en buen camino y es momento de poner ojo en el cine e invertir en eso” señala Pino ilusionado con el futuro del cine nacional. Por otra parte, expresó que Adecine está haciendo un buen trabajo, aunque todavía faltan recursos para mover bloques de películas bolivianas en festivales y tener presencia como país, justamente y con mayor razón en vista que cineastas bolivianos están ganando premios históricos a nivel internacional en festivales de la talla de Venecia, Sundance o Goya.
Pino apunta a que esta reglamentación cambiará la forma de hacer cine en Bolivia para bien de los cineastas y del público. Además, tendría que surgir un cambio en la percepción del cine boliviano dentro del público, dándole la oportunidad y consumiendo más lo nuestro.
Proyectos complementarios
En Tarija se aprobó una Ley del cine departamental complementaria a la nacional y de fondo subyacía la posibilidad de convertir a Tarija en la ciudad organizadora de un festival de cina nacional con proyección internacional. Sin embargo, en la misma línea que la Ley nacional, ha quedado marginada y sin avances.
“Es importante señalar que como en una especie de simbiosis el talento y el apoyo estatal deben de ir juntos para que el cine en el país funcione - señala una fuente que pide anonimato por las cuestiones administrativas -. Actualmente Bolivia tiene películas que representan al país y comparten la cultura boliviana con el mundo, por lo cual es necesario tener el apoyo de nuestras instituciones dentro del proceso de gestación de las producciones. El cine no solo tiene relevancia cultural, social o política, sino también económica, porque se ha demostrado que puede generar empleo, que puede generar una industria”.
El cine boliviano en el mapa internacional
La directora de Fotografía, Daniela Cajías obtuvo el premio Biznaga de Plata en el Festival de Málaga 2020 y el reconocimiento a Mejor Fotografía en los Premios Gaudí (España). Cajías por su trabajo en la película “Las Niñas”, en marzo de 2021, se convirtió en la primera mujer y cineasta boliviana en recibir un Goya a la mejor dirección de fotografía. El rodaje se realizó en Barcelona, España. El gran movimiento de Kiro Russo (2021), también logró abrirse un espacio en el mundo del séptimo arte como ganador del Premio Especial del Jurado en la sección Horizontes del Festival/Mostra de Venecia, así mismo fue merecedor del galardón a Mejor Película Competencia Internacional en el Festival Internacional de Documentales de Santiago (Fidocs). Otra película de un joven valor fue galardonada con el World Dramatic Competition en el festival Sundance de cine independiente el 27 de enero de este año: la ópera prima del boliviano Alejandro Loayza hizo gala con el estreno de Utama. Eventualmente este febrero de 2022, la cineasta paceña Natalia López Gallardo, se consagró con el premio; Oso de Plata del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Berlín con el filme “Manto de gemas”. En lo que concierne a prestigio, cinco de los festivales citados son considerados como los más importantes globalmente.
En cuanto al panorama para la realización de producciones audiovisuales en el país, se destaca el amplio conglomerado de lugares turísticos los cuales también fueron bien aprovechados por directores extranjeros. Bolivia se manifestó como un potencial escenario de películas extranjeras cuando “Star wars: The last Jedi” filmó su escena final en el salar de Uyuni. A su vez, nuestra identidad cultural tan diversa logró captar el interés del dúo alemán Milky Chance para la realización del videoclip musical de “Firebird”, el cual se llegó a grabar en la ciudad de El Alto. Del mismo modo, aquel hit mundial de 2012 con 1.134 millones de vistas titulado “La, la, la” del músico Naughty Boy, fue ambientado en la ciudad de La Paz, Uyuni y minas de Potosí; el videoclip cuenta una leyenda oral boliviana, lo cual nos da una perspectiva acerca de nuestra riqueza cultural. No debemos olvidar que la tercera temporada de “Reina del sur” o la última película de James Bond “Quantum of solace” fueron ambientadas y filmadas en Bolivia.