Al menos seis comunidades afectadas
La ruta a Esmeralda, de nuevo bajo el agua
Las últimas lluvias torrenciales han elevado rápidamente el caudal del Pilcomayo así como su sedimento, por lo que el río va buscando sus caminos para llegar a los bañados. Villa Montes declarará zona catastrófica y esperan ayuda externa



De repente el agua superó los defensivos y en cuestión de horas, toda la región entre Cutaiqui y Paraguay quedó inundada bajo las engañosas aguas del río Pilcomayo, que al llegar a las tierras bajas de Villa Montes desaceleran su velocidad, pero no su fuerza.
De momento son al menos seis comunidades las afectadas y que han podido estimar algunos daños en los núcleos poblados, pero la realidad es difícil de cuantificar, pues como señala el responsable del Sistema de Alerta Pilcomayo, Luis María de la Cruz, se habla de una región muy extensa y con muchas dificultades para la comunicación. Si bien las alertas funcionaron, hay que esperar a que las aguas se retiren en los próximos días para hacer una evaluación más profunda.
A las 18.00 horas el punto de control de caudales en Villa Montes registraba una altura de 3,94 metros y en creciente debido a las últimas lluvias en la parte media y alta del río, por lo que se espera una larga y tensa noche en toda la región ribereña.
Por el momento, desde la unidad de Gestión de Riesgos del Municipio de Villa Montes se han cuantificado daños en tres comunidades de la ruta hacia el triángulo trinacional de Esmeralda, por donde sale el río:
En Cuataiqui se contabilizan 10 familias afectadas y 400 animales entre bovinos, caprinos, equino, porcino además de unas 400 hectáreas de cultivo afectadas.
En La Victoria son 26 familias afectadas y unos 1.110 Animales entre bovinos, caprinos, equino, porcino además de unas 534 hectáreas afectadas que mayormente son tierras para forraje y maíz.
En Esmeralda hay 20 familias afectadas y 280 animales entre bovinos, caprinos, equino, porcino además de 150 hectáreas afectadas también de forraje y maíz.
Además, en el Distrito 5 las comunidades afectadas son: Circulación, El Bañado, Quebrachal Central, El Cruce, Tres Pozos Sur, Los Pozos Casa Tierra y Cueva de León.
En total, la Unidad de Gestión de Riesgos estima que entre el distrito 10 y 5 son 146 familias afectadas (730 personas), por lo que se prevé que los daños superen la capacidad de atención del municipio de Villa Montes por lo que están viendo de que la Gobernación de Tarija y el Gobierno Nacional puedan también declarar zona de desastre del Departamento de Tarija y movilizar recursos.
Por el momento, ya se ha preparado toda la información técnica y legal para la declaratoria de la emergencia, pero el drama no acaba con eso, ni siquiera con un reparto de indemnizaciones. Vivir cerca del río es vida y, a veces, muerte.
El problema del Pilcomayo
En el momento en el que se visualizan las imágenes, el agua entrando en las casas, las carreteras anegadas, cualquiera es capaz de sentir la angustia de los habitantes de esa zona, donde sientan a soberanía nacional, aunque no es un asunto impredecible, sino todo lo contrario.
Los expertos advierten que el fenómeno responde, esencialmente, a lo que la acción del hombre está provocando en la naturaleza, es decir, al cambio climático. Aun así, las dudas son múltiples.
Familias La Unidad de Gestión de Riesgos estima que entre el distrito 10 y 5 son 146 familias afectadas (730 personas)
¿Cómo se puede hablar de sequía y al mismo tiempo de inundaciones? Pue se puede.
Mientras la sequía azota el territorio central de Sudamérica, en concreto el Gran Chaco Sudamericano que se extiende por el noroeste argentino, Paraguay, el oriente boliviano y una pequeña parte de Brasil, también se registran inundaciones y desbordes de los ríos particularmente los de la cuenca del río de La Plata y que en Bolivia son tanto el río Bermejo como el río Pilcomayo.
Los expertos advierten que el hecho de que haya desbordes de ríos no significa que haya un exceso de lluvias, algo que evidencian las estadísticas del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi), sino que coinciden varios factores que suman al discurrir del río.
Por un lado, se están registrando lluvias torrenciales más frecuentes, un fenómeno descrito como uno de los efectos del cambio climático, y que lo que hace es que caiga la misma cantidad de agua que en un periodo normal pero concentrada en unos pocos días, lo que genera diferentes estragos.
Por otro lado, la deforestación generalizada a lo largo del discurrir del río está haciendo que el terreno esté menos fijado, y que por ende, las lluvias torrenciales arrastren mayores sedimentos en los ríos que ya de por sí arrastran gran cantidad desde sus nacimientos, en las altas cumbres de la cordillera andina.
El río, al llegar a las zonas bajas, cambia de velocidad y sus sedimentos se van depositando, lo que hace que el cauce se vaya colmatando de forma irregular y que la siguiente crecida se convierta en imprevisible.
Esto en el caso del Pilcomayo, considerado uno de los ríos que más sedimento arrastra del mundo después del Yang Tsé chino, se lleva al extremo en la zona baja, donde se depositan desde siempre los limos que han forjado las tierras fértiles, aceleradas ahora por la sobreexplotación minera en las altas cumbres.
Poner límites al río
Desde hace más de medio siglo las autoridades de los tres países de la cuenca del Pilcomayo discurren cómo poner límites a la fuerza del río para aprovechar sus aguas más allá de la pesca, es decir, con proyectos de riego e hidroelectricidad.
Uno de los intentos más famosos y fastuosos, y también fallidos, ha sido el del proyecto Pantalón, que sigue siendo un intento de canalizar el agua para dividirla entre Paraguay y Argentina y así poder utilizarla en riego y además evitar las inundaciones que de forma recurrente venían anegando las tierras de uno y otro lado de forma casi impredecible.
El Pilcomayo es básicamente un río sin regular de altísima montaña con una pluviosidad subtropical, es decir, condicionada por la época de lluvia intensa en verano frente al resto del año. La variación del agua que fluye por el cauce es muy grande y por ende, nadie puede predecir dónde quedarán cada año los sedimentos correspondientes. Este sedimento que colmata el fondo del río es el que a su vez abre nuevos cauces.
El proyecto Pantalón, aún siendo de grandes dimensiones, no tardó en anegarse en el brazo argentino, condicionando así la vida del río aguas arriba, al impedir el ciclo vital de los peces. Cada año, el sábalo remonta el río para llegar a las zonas más frescas en Entre Ríos para reproducirse. Después los huevos vuelven a caer y el agua los deposita a miles de kilómetros, en los diferentes bañados donde el río va muriendo conforme baja el caudal. Allí nacen y crecen hasta que una nueva riada vuelve a conectar los bañados y los peces pueden volver a remontar el río. El taponamiento del brazo argentino ha hecho que el bañado de La Estrella quede desconectado.
Pese a esto, algunos “expertos” plantean la construcción de represas en la zona alta, concretamente a su paso por Tarija, para generar hidroelectricidad y poder regular el cauce. Otros expertos advierten que la cantidad de sedimento la haría inútil en poco tiempo.
Un drama vivido a cámara lenta
Pueblos indígenas
Muchas de las comunidades apostadas a las orillas del río Pilcomayo son comunidades indígenas, tanto Tapietes como Weenhayek, que son de tradición pescadora. La mayoría de ellas – como Cueva de León, en la imagen – han sido afectadas por la crecida.
Sistema de alerta
Organizaciones civiles y comunidades han organizado una red de alerta que permite monitorear el río desde su cabecera y tomar las previsiones necesarias en caso de riadas importantes. En ese sentido se pueden evitar pérdidas humanas y productivas
Infraestructuras
La alerta temprana permite poner a salvo a todas las personas y a los animales, pero muchas infraestructuras se han visto afectadas por el crecimiento del caudal. Principalmente carreteras, pero también postes de luz y de telecomunicaciones se ven afectadas con el fenómeno.