Concluye la primera semana de cumbre climática
Mucho ruido y pocas nueces en la COP26
Los grandes anuncios del gran norte global no implican un cambio real de paradigma que proteja al planeta de sus emisiones y su destrucción



Jóvenes, pueblos indígenas, sindicatos, organizaciones de la sociedad civil, y más, muchos más, marcharon el sábado 6 por las calles de Glasgow, en Escocia, al cierre de la primera semana de las negociaciones climáticas de Naciones Unidas, conocidas como la COP26.
“No es un secreto que la COP26 es un fracaso. Debería ser obvio que no podemos resolver la crisis con los mismos métodos que nos metieron en ella en primer lugar”, dijo Greta Thunberg el viernes 5, luego de una marcha organizada por Fridays For Future en esta ciudad del norte de Reino Unido.
Frente a unas 25.000 personas, la joven activista acusó: “La COP se ha convertido en un evento de relaciones públicas, en el que los líderes pronuncian discursos bonitos, y anuncian compromisos y objetivos extravagantes, mientras que detrás de las cortinas los gobiernos de los países del Norte Global siguen negándose a tomar ninguna medida drástica sobre el clima”.
Sus palabras resuenan en los pasillos de una COP que, efectivamente, durante su semana fue escenario de grandes anuncios y promesas por parte de los jefes de Estado y de gobierno de muchos países.
Entre ellos, Estados Unidos, India y el anfitrión, Reino Unido, y, del lado de América Latina, Argentina, Colombia y Costa Rica, entre otros. La ausente presencia de los presidentes de China, Rusia y Brasil, tres de los grandes países en vías de desarrollo que no han podido contaminar como los grandes responsables de la crisis climática a nivel global, no pasó desapercibida, al punto que el propio Joe Biden apuntó que fue “un gran error” de su parte no venir.
Tal fue el nivel de anuncios que se presentaron en los primeros días de esta 26 Conferencia de las Partes (COP26) de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) que algunos observadores opinan que existe el riesgo de que se pierda de vista cuán efectiva o no está siendo esta reunión para resolver los temas que están en la agenda de los negociadores.
En estas palabras lo expresó Mohamed Adow, director del think tank sobre energía y clima Power Shift Africa: “La COP26 corre el riesgo de ahogar a la CMNUCC en un bombardeo de anuncios. Estos pueden generar titulares, pero evaluar su verdadero valor es enormemente difícil, especialmente en la velocidad de una reunión de la COP. Son un caramelo para la vista, pero el subidón de azúcar que proporcionan son calorías vacías”.
Lo que sí
Entre las promesas que se hicieron en la primera semana de la cumbre, iniciada el 31 de octubre y que debe concluir el viernes 12, se destacan: el Acuerdo sobre los Bosques y el Uso de la Tierra que se propone frenar la deforestación a nivel planetario para 2030; y el Compromiso Mundial sobre el Metano, que busca reducir las emisiones globales de este gas de efecto invernadero (el segundo más preocupante después del dióxido de carbono) en al menos 30 por ciento para 2030, versus 2020, lo que —calculan los científicos— podría eliminar 0,2°C de calentamiento para 2050.
Quizás aún más contundente, por las repercusiones económicas que plantea, es el acuerdo sellado por 190 países, regiones y organizaciones para eliminar progresivamente la energía a carbón, no construir nuevas centrales eléctricas alimentadas por este combustible fósil y cerrar las existentes.
Importante aquí: entre los firmantes se incluyen países con una significativa capacidad energética a carbón, como Canadá, Chile, Alemania, Italia, España y Vietnam.
“Estos países quieren eliminar el carbón. La lista también incluye a los financieros, lo que subraya que el dinero inteligente está en la energía limpia, no en el carbón”, afirma Dave Jones, Global Lead del think tank Ember.
“Hasta ahora, la historia del carbón desde París se ha centrado en cómo detener la construcción de nuevas centrales eléctricas. Este anuncio mueve los postes de la ambición de ‘no al carbón nuevo’ a ‘eliminar el carbón’ por completo”, añade.
A ello se suma que, pocas horas después, más de 20 países —entre ellos, Reino Unido, Estados Unidos, Canadá e Italia— definieron frenar el financiamiento público internacional a los combustibles fósiles en 2022, para dar prioridad a las energías limpias.
¿El impacto de esta decisión? Dependiendo de la lista final de firmantes (se publicarán los próximos días), el desplazamiento directo de al menos 18.000 millones de dólares al año de los fósiles a las renovables, algo que puede darle a las transiciones energéticas hacia economías descarbonizadas el impulso que necesita.
Financiamiento: ¿el dinero está o no está?
Ahora bien, resta ver cómo todos estos anuncios y promesas se traducirán en acciones. De momento, no parecen estar ayudando a destrabar los puntos contenciosos de la negociación que deberían definirse antes de que esta COP termine.
Pasados los discursos de los Jefes de Estado y de gobierno, comenzó el trabajo fino. Esto es, la tarea técnica de ir limpiando los textos y buscando compromisos para avanzar con los temas más complicados de la agenda.
Entre ellos se incluye el financiamiento. En 2009, en la COP15 de Copenhague, los países desarrollados se comprometieron a aportar 100 000 millones de dólares anuales entre 2020 y 2025 para ayudar a los países en desarrollo y más vulnerables en sus estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático. En ese mismo marco, también acordaron trazar un plan para elevar la vara a partir de 2025.
Pero… el dinero no está. Se estima que se movilizaron casi 80.000 millones de dólares en 2019. Y los países desarrollados no están pudiendo demostrar que honrarán el compromiso en 2021, ni cómo lo cumplirán en los próximos años.
Poco es lo que se avanzó sobre este tema en los primeros días de esta cumbre y los presidentes se fueron sin haber hecho anuncios rimbombantes de cuánto aportarán al Fondo Verde para el Clima (FVC).
Sigue sin haber un plan claro de cómo se honrará este compromiso, que por muchos es visto como un prerrequisito para el éxito de esta COP26 y algo crucial no sólo para aumentar la ambición climática global, sino también para construir confianza entre los países.
Lo dijo Sonam P Wangdi, presidente del grupo de países menos adelantados (PMA), antes de que empezara la COP: “En Glasgow, comenzaremos a negociar un nuevo objetivo financiero colectivo, que debemos acordar antes de 2025. Pero, ¿cómo pueden los países desarrollados fomentar nuestra confianza antes de estas conversaciones cruciales cuando sus actuales promesas de financiación siguen sin cumplirse? No habrá acuerdo en la COP26 sin un acuerdo financiero”.
“Los 100.000 millones que se prometieron a los países en desarrollo para apoyar la adaptación y la mitigación no se han proporcionado y aquí estamos, 12 años después, esperando que la financiación se materialice», añade.
A juicio de Adow, «será necesario que la presidencia británica (de la COP26) haga un gran esfuerzo si queremos salir de Glasgow con algún acuerdo real, aparte de la serie de declaraciones que dan bombo y platillo, pero que se quedan en nada”.
Y agrega: “Tienen que dar garantías a los países vulnerables de que la financiación va a llegar; aumentar la parte de la financiación de la adaptación para dar apoyo a los países pobres que sufren los impactos del cambio climático; y para esas cuestiones tan olvidadas de Pérdidas y Daños tenemos que movilizar alguna financiación seria para poder dar apoyo a las comunidades”.
Artículo 6: ¿reglas claras o lavado verde?
Otro de los puntos difíciles de la agenda de esta COP26 es el Artículo 6, el único del Acuerdo de París que queda por reglamentar (ya son varias las cumbres que han ido y venido sin poder dar punto final a esta discusión). Se trata de los mecanismos de cooperación internacional, de mercado y no mercado, para que los países puedan comercializar reducciones de emisiones de carbono y fortalecer sus metas climáticas.
¿Por qué cuesta tanto resolverlo? Desacuerdos sobre distintos temas técnicos están en el camino, con posiciones que —parecen— irreconciliables entre los países.
Entre ellos, cómo evitar la doble contabilidad de las emisiones (esto es, uno reduce sus emisiones, pero las vende, entonces, ¿en qué inventario se incluye esa reducción?), si se transferirán o no al nuevo esquema créditos previos que surgen del Protocolo de Kioto (al que sucedió el Acuerdo de París), y si se debe asignar un porcentaje de los ingresos para financiar la adaptación a las medidas climáticas.
Al cerrar la COP25 (en Madrid, en diciembre de 2019), había tres textos de trabajo y no mucha idea de cómo continuar. Las reuniones previas a esta COP26, no mostraron muchos avances en la materia.
En la primera semana de Glasgow, sin embargo, algo lentamente comenzó a gestarse y los tres textos se consolidaron en uno.
Todavía no está claro si se llegará al final de esta reunión con un Artículo 6 consensuado, pero lo que sí que es mucho lo que está en juego: la creación de un reglamento sólido es esencial, ya que sus normas influirán en la gobernanza de los mercados internacionales de carbono. Esto es, podría destrabar financiamientos adicionales y reducir los costos de bajar las emisiones.
En cambio, normas más débiles podrían darles buenas excusas a los países para no reducir sus emisiones. Algunos observadores incluso creen que esto podría socavar la solidaridad entre los países o peor aún, menoscabar el Acuerdo de París.
Por este motivo, afirman desde el think tank londinense Chatham House, llegar a un mal acuerdo “podría ser peor que no llegar a ningún acuerdo”.
Lo que no
Más allá de los anuncios y los progresos, o su carencia, en las negociaciones, lo que está en boca de todos en los pasillos de esta COP —que había sido anunciada por el gobierno británico como “la más inclusiva de la historia”— son los problemas para el acceso y la participación.
Para entrar al centro de convenciones, deben hacerse colas (en las que la distancia social escasea y el uso de tapabocas no es reforzado) de hasta dos horas. Hay una única entrada y unas 10.000 personas deben atravesarla cada día.
Las cuentas no cierran. Sumado a ello, la presidencia de la COP26, ejercida por Reino Unido, limitó el número de observadores (la sociedad civil) que puede estar presente en las salas de negociación, un elemento fundacional de estas conversaciones y clave para garantizar la transparencia de los procesos.
Esta fue la razón por la que, el lunes 1, la coalición de organizaciones no gubernamentales Climate Action Network Internacional (CAN) le otorgó el tradicional premio “Fósil del Día” a la presidencia de esta COP y a la CMNUCC.
“El espíritu de inclusión ha puesto de manifiesto lo que mejor saben hacer los británicos, el arte de hacer cola, durante horas en algunos casos. Las personas que han invertido tiempo y recursos para viajar a Glasgow han esperado pacientemente sólo para descubrir que ‘no hay sitio en la posada’ para la sociedad civil y se les ha dicho que ‘se unan a los eventos de forma online’, para luego descubrir que estaban desconectados… Podríamos habernos quedado en casa, aunque nos habríamos perdido el clima”, dijo la organización en un comunicado.
“La sociedad civil debe ser tratada como un socio con igualdad de acceso: todos tenemos el mismo objetivo de evitar el colapso climático. Tienes dos semanas para dirigir un proceso de negociación exitoso y cultivar un entorno de negociación productivo en un momento de importancia crítica. Están avisados: ¡estamos observando y no vamos a hacer cola!”
Definiciones clave para no perderse
Responsabilidad: Los países más desarrollados del planeta han contribuido abrumadoramente a la destrucción del planeta
Coyuntura: Los países que más contaminan hoy están en vías de desarrollo y su aportación al deterioro es reciente
Adaptación: El daño ya está hecho y por ello es necesario que los países se preparen para reducir los impactos sobre la población
Conversión: Otra cuestión es preparar la economía para reducir las emisiones de carbono con tecnologías que son más caras y complejas
Financiación: Disponer los recursos para que los países puedan adaptarse y desarrollarse en igualdad de condiciones
La COP26, los acuerdos que avanzan y las aristas
Acuerdo por los bosques
Detrás del acuerdo por los bosques alcanzado entre una buena cantidad de países y donde se esperan nuevas adhesiones, pese a que falta la redacción final, están también poderosos intereses agroindustriales, responsables a su vez de la deforestación en muchos espacios al grito de “ampliación de frontera agrícola”. La pretensión de convertir el Amazonas en una especie de Reserva bajo tuición de la ONU también es rechazada.
Reducir el metano
El Compromiso Mundial sobre el Metano busca reducir las emisiones globales de este gas de efecto invernadero (el segundo más preocupante después del dióxido de carbono) en al menos 30 por ciento para 2030, versus 2020, lo que —calculan los científicos— podría eliminar 0,2°C de calentamiento para 2050. La aplicación práctica se relaciona con el uso del gas natural en motores de combustión y también con el manejo de la ganadería industrial
Descarbonizar
El acuerdo alcanzado implica no solo no abrir nuevas plantas termoeléctricas con uso de carbón como combustible fósil sino también cerrar las existentes en los países compromisarios. El carbón es el combustible más barato para generar energía eléctrica. Hay un compromiso por evitar financiar proyectos energéticos que utilicen materias primas fósiles, lo que obligaría a implementar las limpias, que son mucho más caras.