¿Es la suerte algo real?
Historias de suerte: “El día en el que burlé la gran tragedia”
Los psicólogos dicen que creer en algo como la suerte puede cumplir una función útil. Podría ayudarnos a enfrentar eventos como un accidente, un atraco o un desastre natural, haciendo que nos sintamos más optimistas cuando las circunstancias están más allá de nuestro control



Hay días y días en esta vida, algunos con suerte y muchos otros no. Hay quienes creen en el destino, otros en Dios y varios en nada. Jimena de 25 años y Florentina de 80 nos cuentan pasajes de su vida, donde la clave fundamental es aquella polémica “suerte” que les permitió salvarse de un hecho determinado. ¿A quién no le sucedió esto?
Corría el año 2015 cuando Florentina Valencia y su hija Lucinda se encontraban en la terminal de buses de la ciudad de La Paz, su estadía en ese lugar se había terminado, habían visitado a aquella prima que no veían desde hace tres años y con ello la misión estaba cumplida. Ahora debían viajar a Cochabamba para hacer algunas diligencias y regresar desde ahí a Tarija. Paradas en la terminal al frente tenían tres flotas y no sabían cuál elegir.
Lucinda se inclinó por la más equipada, pero Florentina decidió por la más sencilla y finalmente subieron a esa. La más equipada salió veinte minutos antes, en cambio la flota seleccionada salió 35 minutos después porque no había completado su cupo.
Finalmente ya en camino, el viaje no parecía tener ningún inconveniente, hasta que un grito rompió la calma, la flota frenó y todos los pasajeros bajaron agolpados, Lucinda vio de la ventana y no podía creer lo sucedido. La flota en la que ella quería viajar había sido chocada por un camión que transportaba abarrotes.
La parte superior de la flota, que era de dos pisos, había caído sobre el chofer y ahí aún estaba él; aplastado y lleno de sangre. En el suelo yacían tendidos al menos 15 pasajeros. Todos miraban atónitos sin saber mucho que hacer, hasta que el chofer de la flota en la que iban Florentina y Lucinda decidió continuar su viaje, y entonces todos subieron.
Este recuerdo siempre acompaña a Florentina y Lucinda, y se repiten una y otra vez que no era su hora, y que quizás Dios o la suerte les dieron una mano.
En otra historia, era un jueves del año 2020 en Cochabamba, Jimena de 25 años salió de clases a las ocho de la noche y caminó una cuadra para tomar el micro que la llevaría a su casa, misma que se encontraba muy lejos del centro de la ciudad.
Subió al micro y se sentó como siempre en un asiento individual para echarse una siesta como lo hacía habitualmente por la larga distancia. Cuando despertó se encontraba en una de las zonas más peligrosas de la ciudad (que evita nombrar) y en un horario que incrementaba el peligro, tenía solo un boliviano en el bolsillo.
En el camino encontró a una vendedora ambulante quien le dijo que para llegar a casa el único bus ya había terminado su horario de ruta, “realmente me encontraba asustada y desesperada, así que escondí mi celular y comencé a caminar hasta llegar a una zona con mayor afluencia y seguridad”, explica.
Veinte minutos después se encontraba aún más asustada; la batería del celular se le terminaba, no tenía crédito ni dinero. Por fortuna, encontró una estación policial, se acercó para contarles lo sucedido, se sintió afortunada y mucho más cuando los policías se brindaron amablemente a llevarle a casa.
En la puerta, minutos después, vio el rostro de susto de doña Miriam, la dueña de casa donde alquilaba un cuarto; emocionada y de prisa entró a casa. A los pocos días leyó en las noticias que en la misma estación policial, abusaron de una joven.
El hecho la impactó y una vez más estaba eso de “suerte, destino o Dios”. “A mí me ayudó Dios, leí eso y sentí aún mayor gratitud por estar segura en casa y que no me haya pasado nada en esa estación de policía”, concluye.
¿Qué es la suerte?
Pero creer en este tipo de cosas puede ser muy útil aseguran los psicólogos. "La suerte es simplemente un aspecto interesante del proceso en el que asumimos riesgos y oportunidades", afirma el psicólogo Mike Aitken, de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra.
"Todos podemos recordar días en los que nos ocurrieron buenas cosas y días en los que nos sucedieron cosas malas, y atribuiremos la diferencia a un jornada de buena o mala suerte. O incluso a Dios. En tal sentido, podríamos argumentar que la fortuna sí existe", explica el psicólogo.
Sin embargo, algunas personas creen que la suerte influye en los eventos externos, por ejemplo, que si compran un boleto de lotería un "día afortunado" tendrán más posibilidades de ganar. "Ésta es una creencia mucho más difícil de justificar, porque no hay forma de comprobar que el día en el que se adquiere el boleto potencia las posibilidades de triunfar", dice Aitken.
Agrega que algunas personas piensan que la suerte "tuerce" los eventos en su favor, mientras que otras sostienen que la fortuna es aleatoria y, por lo tanto, poco fiable. Aquellos que piensan que son afortunados de forma natural suelen ser optimistas sobre la posibilidad de un éxito futuro luego de vivir un evento que consideran un "golpe de suerte", lo que los vuelve más confiados.
Los psicólogos dicen que creer en algo como la suerte puede cumplir una función útil. Podría ayudarnos a enfrentar eventos como un accidente, un atraco o un desastre natural, haciendo que nos sintamos más optimistas cuando las circunstancias están más allá de nuestro control.
La suerte y sus misterios
Eventos externos
Sin embargo, algunas personas creen que la suerte influye en los eventos externos, por ejemplo, que si compran un boleto de lotería un "día afortunado" tendrán más posibilidades de ganar.
Amuletos
A menudo, los atletas y los que realizan apuestas llevan amuletos o se valen de rituales supersticiosos en medio de una racha ganadora, tales como llevar la misma camiseta o comer el mismo alimento de la suerte,
Función
Los psicólogos dicen que creer en la suerte puede cumplir una función útil. Podría ayudarnos a enfrentar eventos como un accidente, un atraco o un desastre natural, haciendo que nos sintamos más optimistas cuando las circunstancias están más allá de nuestro control.