Beatriz Vaca de Mochas Copleras
“El feminismo, una propuesta para cambiar la sociedad”
“Yo estaba acostumbrada a ver a mi mamá, a mis tías, a todas las mujeres cocinando, haciendo las cosas de la casa. Mi mamá decía que la mujer a veces tiene que andar con un niño de la mano, uno en la espalda y tal vez otro en la panza. Ella me hacía notar que era muy duro ser mujer”



Una de las fundadoras del colectivo Mochas Copleras dice que a pesar de ser mayor que las demás integrantes, ella siente rejuvenecer con el activismo y que es algo que hace con total entrega a fin de que las mujeres de nuevas generaciones no tengan que sufrir como las anteriores. Conversamos con Beatriz Vaca sobre este tema.
El País (EP). ¿Cómo comenzaste a interesarte por el feminismo y luego convertirte en activista?
Beatriz Vaca (BV). Son etapas que uno va teniendo en la vida, va aprendiendo, va entendiendo. A partir siempre de lo que yo he vivido en mi comunidad, uno comienza a reflexionar si todo está bien o hay que cambiar y mejorar. Uno empieza a ver lo que son los feminismos, el feminismo es una propuesta de transformación de la sociedad.
Yo estaba acostumbrada a ver a mi mamá, a mis tías, a todas las mujeres cocinando, haciendo las cosas de la casa. Mi mamá decía que la mujer a veces tiene que andar con un niño de la mano, uno en la espalda y tal vez otro en la panza. Ella hacía notar que era muy duro ser mujer. Luego cuando comienzas a estudiar y analizar lo que dice la academia que eso no es natural.
Uno puede animar a otras personas a que se involucren, que transformen esta vida que es injusta para las mujeres y tiene privilegios para los hombres.
Yo he empezado a reflexionar sobre la vida en la comunidad, que desde allí se lucha contra el capitalismo porque nos ayudamos en las faenas, en el trabajo comunitario aprendemos a producir y a deshidratar para poder comer el resto del año, eso nos ayudaba a vivir con lo necesario. Yo empiezo a sentir que la comunidad nos permitía vivir comiendo compartiendo, pero empiezo a ver que no se lucha contra el patriarcado porque allá igual hay violencia, igual se castiga a las mujeres, se clasifica a las mujeres, como dice María Galindo nos clasifican, nos cosifican.
Yo vi violaciones en grupo, en manada, veía que los hombres utilizaban el lazo para entre comillas reprender a las mujeres, pero entre mujeres compartes.
Una de las cosas que veía era la manta que es la del sufrimiento, de las penas y luego está la de fiestas que más la conocemos en la ciudad, que se usa para comadres, para la fiesta, está llena de flores, y en esos momentos de fiesta también se ve que son momentos de solidaridad.
Esto hizo que al final en el espacio en el que se vive, como es mi caso, podamos encontrarnos con otras mujeres jóvenes, que también están peleando, evidenciando que hay derechos que no se cumplen. Entonces ahí nos encontramos, coincidimos y conformamos el colectivo de las Mochas Copleras.
EP. ¿Cómo nace la concepción de la identidad de las Mochas Copleras?
BV. No éramos muchas, como cinco. Todas jóvenes a excepción de mí. Queríamos encontrar un nombre que tenga que ver con las mujeres de generaciones pasadas y con lo que han sufrido.
Por ejemplo, mi mamá cuando no le hacía caso también me decía “mocha cajchuda” y me comparaba con los flecos de la manta que se mueven y son libres. Dijimos podemos llamarnos así porque nos acordamos sobre “La tragedia del chapaco” de Óscar Alfaro donde te dice quién era la mocha, era la Paula que era traída del campo para que se aprovechen de ella.
Pensamos poder tomar el nombre y reivindicarlo porque al final también esas mujeres se revelaban y ahí les decían mocha malcriada o mocha bocona y decíamos podemos ser las mochas de este tiempo, contra el patriarcado, los feminicidios y seremos las mochas que vamos a evidenciar y decir todo aquello que no es justicia.
Luego pensamos en cómo decirlo. En Tarija lo que se canta, se expresa y no es público, solo se da en un momento y es en la copla, entonces decidimos hacerlo así.
Empezamos a componer tomando en cuenta la tonada, la rima que en el campo llamamos matizar y empezamos a practicar y yo veía ahí que las compañeras de la ciudad, las urbanas, las jóvenes conocían mucho la tonada de Carnaval, y empezamos a cantar la tonada de Carnaval y poco a poco fuimos profundizando el calendario agrícola que no se puede cantar la misma tonada todo el año.
EP.- ¿Cómo te hace sentir lo que apuntas, que eres una mujer mayor al resto de las compañeras de tu colectivo y otros colectivos feministas?
BV. Yo parto de la realidad que viví en mi niñez, juventud y luego como madre, que vivimos una vida injusta, de subordinación, sometimiento. Sé que muchas amigas, compañeras han aprendido que te casas, tienes hijos y cumples ciertos códigos para ser la mujer perfecta. Yo digo que yo he podido hacer conciencia de que esa vida no es buena, lastima, hiere a las mujeres. Yo puedo decirlo sin miedo a que me critiquen porque yo lo he vivido.
Si así contribuyo a que las jóvenes puedan avanzar mucho más rápido en la revolución, la trasformación a una sociedad de igualdad de oportunidades, lo hago con gusto. Yo siento rejuvenecer y tengo muchas ganas, no tengo quizá la misma energía, pero me siento identificada con la causa y no quiero que vivan sus abuelas y mamás.
Yo manifiesto abiertamente que quisiera que se despenalice el aborto, que las mujeres puedan tener espacios laborales en igualdad de condiciones sin tener que volver corriendo a la casa a cocinar, lavar, limpiar. Yo les digo a las mujeres que tengan hijos lo menos posible porque la carga es para nosotras.
EP.- ¿Sientes que se ha creado una red de sororidad entre los diferentes colectivos feministas?
BV. Sí, yo creo que cada colectivo tiene su característica, su esencia. Pero hay momentos que nos podemos unir. No podemos pensar que la sororidad es estar abrazadas toda la vida, si no que hay momentos que hay necesidad de estar en unidas para ciertos temas, buscar soluciones, pero otros que podemos estar separadas y eso no quiere decir que somos enemigas.
Nosotras tenemos la copla, las Ivaginarias tienen otro tipo de arte, la Red contra la Violencia busca una incidencia más política. En cambio las Mochas queremos sensibilizar a las mujeres del barrio sobre que su vida no es porque Dios ha querido porque es una desgraciada si no que es una sociedad patriarcal
EP.- ¿Cómo sientes que el feminismo ha incidido en tu trabajo como maestra?
BV.- Cuando yo egresé tenía una opinión sobre cómo se enseña a la niña o niño. Hoy no puedo aislar al niño de su familia y su madre principalmente. Yo a ese niño si no está bien en la escuela, no puede hacer la tarea, veo atrás a una mamá sacrificada, trabajando sin saber que hacer, como maestra feminista no pudo irme contra la mamá. Pero si el niño o niña tiene un buen desempeño lo primero es agradecer a la mamá porque detrás de ese resultado hay una mamá que se hace tiras por cumplir y para que ese niño, esa niña coma duerma, pase clases, corra a la escuela.
Obviamente también está el conversar con los niños y niñas. Hay que hacer ver que las niñas tienen la misma inteligencia y que los niños también son sensibles. Es importante hacer actividades sociocomunitarias para que se genere el respeto.