Tarija ocupa el primer lugar en obesidad infantil
Lo que esconden los alimentos favoritos de nuestros niños
Un informe técnico del Ministerio de Salud de Bolivia revela que el departamento de Tarija ocupa el primer lugar en obesidad infantil y juvenil del país y que se debe incentivar mejores hábitos alimenticios en la población estudiantil
Detrás de los alimentos favoritos de los niños hay mucho azúcar, pero también sal y grasa. Los expertos en nutrición explican cuál debe ser su frecuencia de consumo.
Los niños desde siempre se han inclinado por los azucares, es su predisposición natural. Según los expertos, la naturaleza se asegura así que no le harán ascos a la leche materna, cuyo contenido en lactosa es el doble que en la de vaca. Este azúcar naturalmente presente en la leche materna asegura el correcto desarrollo del cerebro y el sistema nervioso en las primeras semanas de vida.
Pero esta inclinación, también ha llevado a malos hábitos alimenticios sobre todo en Tarija. Un informe técnico del Ministerio de Salud de Bolivia revela que el departamento de Tarija ocupa el primer lugar en obesidad infantil y juvenil del país y que se debe incentivar mejores hábitos alimenticios en la población estudiantil.
Desde la Unidad de Nutrición Integral del Servicio Departamental de Salud (Sedes) se detalló que el 45,7% de niños y adolescentes, de entre 5 a 18 años de edad, de Tarija sufre de sobrepeso y obesidad, una cifra muy por encima de la media nacional que alcanza el 36%.
El estudio fue realizado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), con apoyo de la Facultad de Ciencias de la Universidad Mayor de San Andrés, en unidades educativas de Cercado y otras provincias del departamento, durante el primer trimestre de la gestión 2020.
“El dulce gusta y reconforta”, aseguran los nutricionistas cuando hablamos de este problema. De acuerdo a la revista de salud Consumer Eroski la industria no crea esa necesidad en los pequeños, pero la aprovecha y amplifica añadiendo azúcares. También abusa del sabor fácil de lo salado o de las texturas jugosas que aportan los alimentos grasos.
A continuación de la mano de Consumer y expertos nutricionistas como Salome García y Marisol Herrera le contamos qué hay detrás de los alimentos que más les gustan a nuestros pequeños.
Galletas y masas
No todas las galletas son iguales. Mientras una María aporta 23 kilo calorías (KC) y 1,5 gramos de azúcar, una Oreo se dispara a 53 kcal y 4,10 g de azúcar. La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja que los azúcares libres no superen el 10 por ciento de la ingesta calórica total. En niños serían 30-35 gramos, tanto mejor si no se pasa de 15-20 gramos. Una cantidad que ya se alcanza solo con dos Oreo de chocolate blanco.
Incorporar el reclamo “de la abuela” o “receta tradicional” en el envoltorio de un alfajor funciona siempre a los ojos de los padres, pues sugiere una elaboración más natural y evoca recuerdos de la infancia, pero no deja de ser un gancho más en un producto industrial. Otra estrategia habitual es reducir el tamaño, pero ofrecer más cantidad. Es el caso de las mini galletas de chocolate.
Consejo nutricional. Tanto las masas como las galletas ultraprocesadas y con un elevado aporte de azúcares libres deberían tomarse, como mucho 2 a 3 veces al mes. Si queremos dulces, mejor hacerlos en casa moderando el azúcar. También hay que tener cuidado con las raciones: parece que van a comer menos, pero al final se acaban el paquete.
Refrescos y zumos
Las sodas y los refrescos de sabores tienen entre 90 y 106 gramos de azúcar por litro. Aunque hay alternativas light con edulcorantes, su potente sabor dulce condiciona el paladar para preferir ese tipo de sabores, que es el que se quiere controlar. La cantidad de azúcar en los zumos y néctares es similar a la de los refrescos.
Consejo nutricional
Los niños no deberían tomar de forma asidua ni unos ni otros. La mejor bebida es un vaso de agua fresca. Ni refrescos light, ni sin cafeína. Tampoco se debe dar bebidas a base de té, tanto por su contenido en teína como por los azúcares.
Yogures
Raro es el hogar o el menú escolar donde no hay yogures de sabores azucarados. Cada vasito de 125 gramos puede tener entre 15 y 20 gramos de azúcar: con un solo yogur ya superan la cantidad de azúcar diaria recomendada. No se nota el dulzor porque está enmascarado por otros ingredientes, pero equivaldría a disolver 3-4 terrones de azúcar en un vaso de agua y bebérselo.
Consejo nutricional. La alternativa para no renunciar a los beneficios de este lácteo son los yogures naturales, enteros o desnatados. La regla se extiende a los yogures o postres de soja: solo si no llevan azúcar añadido.
Cereales de desayuno
Llevan copos de trigo u otro cereal, normalmente, azucarado y con algún tipo de cobertura grasa para preservar la textura crujiente al mojarlos en leche. Algunos cereales de desayuno incluyen además pepitas de chocolate o chips azucarados de fruta.
Consejo nutricional. Llevan mucho azúcar y, aunque no lo parezca, bastante sal (0,83 gramos/100 gramos). Deberían tomarse de forma muy esporádica, máximo 2-3 veces al mes. Incluso una tostada de pan integral con mermelada o aceite es mejor porque no lleva tanta sal. Los fabricantes recomiendan una ración de 30-40 gramos para los niños (según el tipo de cereales, suele equivaler a 5-6 cucharadas soperas). La realidad es que se suele servir bastante más.
Aperitivos salados
Cerca de la tercera parte de una bolsa de papas fritas son grasas (normalmente, aceite de girasol, maíz u oliva). Y mucha sal (1,2 gramos por 100 gramos). Fabricantes sugieren una ración de 30 gramos, sin embargo, es difícil de calibrar cuánto se toma cuando las bolsas llevan 160-170 gramos.
Consejo nutricional. Ese aperitivo es innecesario y solo aporta un extra de calorías. Si queremos dar un picoteo, vayamos a alternativas naturales más saludables, como una pieza fruta, palitos de zanahoria o un puñado de frutos secos (ni fritos ni salados).
Siete buenos hábitos alimenticios en niños
Los buenos hábitos son importantísimos para los niños, pues los definen desde pequeños e influyen en lo que harán a lo largo de toda su vida.
1. Lavarse las manos antes de comer. La higiene es fundamental de cara a evitar todo tipo de enfermedades, pues es la primera barrera contra gérmenes como las bacterias o los virus. Aunque no hayan ido al baño antes, sea como fuere, es importante que se laven las manos antes de sentarse a la mesa.
2. Concentrarse en la comida. A la hora de comer, los niños no deben estar jugando ni viendo la televisión. Es importante que antes de sentarse a la mesa los niños abandonen estas actividades para centrarse en la comida.
3. La hidratación, mejor mediante agua y zumos naturales. Las bebidas gaseosas y los zumos de fruta con azúcar añadida no son buenas opciones a la hora de beber, además de que crean costumbres que luego son muy difíciles de quitar en los pequeños.
4. No usar dulces como premios. Ni antes de comer, ni después de comer. Es preferible que los niños sigan una rutina alimenticia de 5 comidas al día para que no lleguen con demasiada hambre a las comidas y cenas.
5. Comunicación. La hora de la comida no es solo para tomar los alimentos, sino también para comunicarse en familia. Es un momento estupendo para charlar sobre qué se ha hecho ese día, compartir experiencias e ideas…
6. Los niños deben comer alimentos variados, apetitosos y si posible que tengan una presentación sencilla y despierte su interés y ganas de comer. Cuando se presente un alimento nuevo a los niños, es una buena ocasión para decorar el plato de la comida.
7. Normas básicas de protocolo. Cómo sujetar los cubiertos, no hablar con la boca llena, no cruzar los brazos sobre la mesa… Es conveniente enseñar a los niños estas normas básicas de protocolo para saber estar en una mesa desde pequeños.